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Abe debe respetar la "Declaración de Murayama"

Pueblo en Línea  2015:08:13.16:18

Por Tomiichi Murayama

Abe debe respetar la "Declaración de Murayama"

Ex primer ministro japonés Tomiichi Murayama (Centro) ofrece un discurso en Tokio, el 23 de julio de 2015 para protestar contra las estrategias de Abe para reforzar la capacidad del ejército japonés y trastocar la postura "puramente defensiva" del país. (Foto: iu Tian)

Pekín, 13/08/2015(El Pueblo en Línea)-Como representante del gobierno japonés, el primer ministro Shinzo Abe debe comprender y admitir claramente el sufrimiento que, con su actitud beligerante, Japón ha causado en el pasado. Es necesario que Japón se disculpe por sus crímenes a los pueblos asiáticos, incluyendo a China y ratifique su compromiso de no volver a las viejas andadas. Esta es la manera correcta con la que Japón tiene que ganarse la confianza de sus vecinos.

Hace 20 años, entregué la "Declaración Murayama" que abordaba y hacía conclusiones sobre temas históricos de Japón. Desde entonces, todos los primeros ministros japoneses, incluyendo Shinzo Abe en su primer mandato, se han declarado herederos de la "Declaración Murayama". Sin embargo, cuando Abe asumió su segundo mandato, declaró que él no se apegaría totalmente al contenido del documento. 

Su opinión sobre temas históricos provoca grandes preocupaciones en todo el mundo.

La Declaración con la que Abe pretende conmemorar el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial carecerá de sentido si no hay una  "disculpa" y un implícito "profundo remordimiento" en sus palabras. Abe tiene que actuar según el espíritu de la "Declaración Murayama" y la Constitución de Japón, que es pacifista y prohíbe el uso de la fuerza fuera del país. Japón, después de la Segunda Guerra Mundial, ha ejercido la diplomacia pacífica. Debido a este particular, los japoneses tienen una vida feliz. Sin embargo, Abe pretende implementar supuestos derechos que están totalmente prohibidos por la Constitución japonesa. Me refiero a la autodefensa colectiva.

También Abe y su administración, desde el parlamento, tratan de darle calor al asunto del presupuesto y su manejo relacionado con temas de seguridad nacional. Los japoneses se oponen firmemente a lo que Abe ha hecho. El mal que pretenden instaurar ya ha sido repudiado por un número creciente de ciudadanos, entre ellos los jóvenes japoneses, que solían mostrarse poco interesados en política. Incluso las jóvenes madres japonesas llevan a sus hijos a las protestas cívicas que buscan objetar los proyectos de ley relacionados con la seguridad nacional.

Las más recientes encuestas muestran que la mayoría de los japoneses se opone a las nuevas leyes de seguridad. El grado de desaprobación al gabinete de Abe ya superó su tasa de apoyo. Es necesario que Abe respete los deseos del pueblo japonés. Me opongo contra el uso indebido del poder que pretende ejercer Abe y haré todo posible para impedir la implementación de las cuentas de seguridad.

China ama la paz y nunca buscará la hegemonía. Después de la Segunda Guerra Mundial, gracias a un clima tranquilo, China ha crecido y se ha convertido en la segunda economía mundial.

Más que cualquier otro país, China considera la paz como un tesoro y nunca se inclinará hacia la beligerancia.

El 3 de septiembre de 2015, China llevará a cabo un desfile para conmemorar el 70 aniversario de la victoria de la guerra de resistencia contra la agresión japonesa al pueblo chino. Si me encuentro bien de salud, asistiré a dicha actividad.

Japón y China tienen idiomas y formas de vida similares. En cierto sentido, la cultura japonesa se desarrolló desde el intercambios entre los dos países. Las relaciones entre los dos países son inseparables. El comercio japonés es cada vez más dependiente de China, aunque Japón mantiene un fuerte desarrollo en ciencia y tecnología. Los dos países deben aprender el uno del otro y fortalecer sus intercambios. 

Creo profundamente que es una tendencia irreversible para Japón intercambiar amistosamente con China.

 

El autor Tomiichi Murayama, de 91 años, fue primer ministro de Japón desde el 30 de junio de 1994 hasta el 11 de enero de 1996. 

(Editor:Elena G.,Rocío Huang)

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