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Es hora de que los japoneses asuman la verdad histórica

Pueblo en Línea  2017:04:11.15:08

Es hora de que los japoneses asuman la verdad histórica

Por Zhao Luoxi

Beijing, 11/04/2017 (El Pueblo en Línea) - Aunque el escritor japonés Haruki Murakami menciona brevemente la masacre de Nanjing en las más de mil páginas que tiene su última novela “Matar al comendador”, el libro y su autor han sido blanco de la ira de la fuerza derechista japonesa. De hecho, los principales portales noticiosos de Japón están llenos de críticas contra la novela del afamado literato.

Esta no es la primera vez que una novela de Murakami ha sido criticada por los derechistas japoneses. Aparte de las reflexiones existentes en algunas de sus obras anteriores sobre los crímenes cometidos por Japón durante las agresiones de guerra, Murakami ha repetido -en varias ocasiones e incluso durante el 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial- la importancia de abordar la verdad histórica y sugirió que Japón continuara disculpándose por sus crímenes de guerra hasta que China y la República de Corea se dieran por satisfechos. Por su parte, el cineasta y animador japonés Hayao Miyazaki, también ha transmitido una filosofía antibélica en sus obras, siendo criticado por la derecha japonesa. Incluso Kenzaburo Oe, ganador del Premio Nobel de Literatura, ha sido calificado como "traidor" por su postura contra la guerra y contra la enmienda a la Constitución de Japón.

La sociedad japonesa nunca ha carecido de voces progresistas y justas. Sin embargo, la cacofonía creada por las fuerzas de derecha ha sido ensordecedora. Lo que preocupa es que hay cada vez más ciudadanos japoneses que sucumben a la propaganda derechista que distorsiona los hechos históricos.

Desde 2012, año en que asumió su segundo mandato, la tendencia revisionista del primer ministro japonés Shinzo Abe es evidente. Su postura política y perspectiva histórica lo delatan. Entre otras cosas, Abe ha dicho que la naturaleza de la agresión no debe ser definida ni por académicos ni por la comunidad internacional sino por el lado que la percibe.

Lo que Abe busca es blanquear la historia del Japón agresor y atroz. Él asegura que no ha leído el texto completo de la Proclamación de Potsdam, pretendiendo ignorar la declaración fundamental que conformó el orden mundial de la posguerra. El año pasado buscó la reconciliación unilateral con los Estados Unidos al visitar Pearl Harbor -que Japón atacó en diciembre de 1941-, tras invitar al entonces presidente estadounidense Barack Obama a visitar Hiroshima, mientras Abe se hacía el sordo ante las críticas de sus vecinos contra su revisión manipuladora de la historia japonesa.

Muchos factores sociales han llevado a la sociedad japonesa a inclinarse al conservadurismo. Las personas nacidas después de la Segunda Guerra Mundial representan el grueso de la población del Japón actual y mientras el recuerdo de las agresiones perpetradas se desvanecen, los japoneses parecen indiferentes ante la nefasta historia bélica de su país.

Después que Abe logró reelegirse como primer ministro de Japón, la enseñanza de la verdad histórica en las escuelas y universidades se ha convertido en la excepción de la regla. Lo que hoy se les enseña a los estudiantes japoneses son los atentados con bomba atómica contra Hiroshima y Nagasaki para demostrar que Japón fue una "víctima" de la Segunda Guerra Mundial. Jamás se asumen como iniciadores de esa guerra y violento invasor, autor de atrocidades contra países vecinos.

En cuanto a la masacre de Nanjing y la cuestión de las jóvenes y niñas obligadas a servir como esclavas sexuales al ejército imperial japonés antes y durante la Segunda Guerra Mundial, la derecha japonesa asegura que esos crímenes de guerra son puras invenciones.

Japón debe asumir la verdad histórica porque mientras no resuelva dicha problemática, es imposible la reconciliación con sus vecinos.

Apreciamos que algunos japoneses como los intelectuales Oe, Murakami y Miyazaki hayan tenido la valentía de aceptar la verdad histórica y oponerse al olvidadizo discurso derechista japonés.

Japón es ahora un país desarrollado y se ve a sí mismo como una nación democrática y pluralista. Pero si sus políticos continúan negando la historia o el criterio de sus intelectuales, el pluralismo y la democracia nipones serán frágiles auto-engaños.

Esperamos que los políticos japoneses escuchen las voces nacionales que predican la verdad histórica y actúan como imprescindibles guardianes de la conciencia social japonesa.

 

El autor es investigador de política exterior de la Universidad de Relaciones Exteriores de China. 

(Web editor: Elena G., Rocío Huang)

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