Última hora:  
español>>Ciencia-Tecnología

El titulado de Yale que ansía el beneficio del rural chino

Actualizado a las 09/07/2017 - 11:38
Palabras clave:

BEIJING, 8 jul (Xinhua) -- Cuando Qin Yuefei se convirtió en uno de los pocos estudiantes chinos que lograron becas para universitarios en Yale en 2007 nadie sabía lo que futuro podría traer.

Hoy muchos de sus compañeros opinan que Qin ha desperdiciado las cartas que el destino le había dado en sus primeros 26 años.

Mientras sus colegas optaron por Wall Street y ciudades de primer nivel en 2011, él se registró para convertirse en un cuadro de una aldea y se subió a un tren hacia el campo.

En la aldea de Hejiashan, en la provincia de Hunan, se convirtió en jefe asistente. "Todo el mundo tiene derecho a vivir una vida mejor y yo estoy aquí para ayudar a los aldeanos a hacerlo", defiende.

La aldea de Hejiashan no se parece mucho a New Haven, en Connecticut, en donde está la universidad de Yale. Tampoco es similar a Chongqing, la gran ciudad en la que Qin nació y creció con sus padres, que son obreros. Es una pequeña aldea de 800 personas en donde rara vez se ve un taxi y el Starbucks más cercano está a 100 kilómetros.

Al llegar lo alojaron en una habitación compartida con otros trabajadores gubernamentales, en un edificio construido en 1950 y con un baño comunitario.

Los aldeanos no lo conocían ni sabían nada de Yale. Solo sabían que era "el joven que se duchaba dos veces al día".

"¡Qué desperdicio de agua! ¿Es que el mundo del campo le resulta tan sucio?", oía que decían los vecinos, que lo calificaron de "extraterrestre".

Así que cambió sus zapatillas de marca por unos zapatos de segunda mano para trabajar en el campo, le dio la vuelta a su camiseta y se subió los pantalones hasta las rodillas como lo hacen los agricultores locales.

También redujo la frecuencia con la que se duchaba y evitaba el baño público por las mañanas. Aprendió a lavarse el pelo en una palangana, algo común en el rural.

Meses después empezaron a llegar visitantes con peticiones raras. Algunos querían que reparase electrodomésticos, otros le preguntaban cuestiones sobre matemáticas para la tarea de sus nietos y otros recurrían a él para que arreglase una cita a ciegas para su hijo.

"Era como ser una novia que finalmente se casa con la aldea", compara Qin.

En un lugar en el que los campesinos vivían a merced de la naturaleza, una de las primeras cosas que hizo Qin fue construir una acequia. Se puso de nuevo los zapatos elegantes y el traje que no llevaba desde la graduación y se dirigió a Beijing.

"Les conté mis historias del campo a mis antiguos compañeros de clase y amigos un millón de veces y, al final, me traje algo de dinero", explicó.

En los siguientes tres años logró reunir 800.000 yuanes (117.000 dólares) para construir el canal y una residencia de ancianos, para instalar alumbrado en las calles y para comprar suministros para la escuela.

En 2012 fue elegido legislador del distrito.

"Logré 3.027 de 3.547 votos. Estaba más feliz que cuando recibí la carta de admisión de Yale", manifestó.

"Qin de Yele (Yale) seguro que es alguien", afirmó el aldeano Chen Yunzhi. "Muchos presidentes de Estados Unidos se graduaron allí, según he oído", agregó.

En 2014 Qin rechazó un ascenso. Tras su periodo de tres años en Hejiashan, firmó otro contrato de la misma duración en otra aldea del mismo distrito.

Ha animado a los vecinos a plantar cultivos comerciales como loto dorado y camelias. También asiste a influyentes foros, como el Fortune, el de Boao y el de la APEC para jóvenes para recaudar fondos.

Figuras como Jack Ma, de Alibaba, o Zhang Yaqin, de Baidu, están entre sus contactos de WeChat.

El año pasado Qin y sus compañeros de clase crearon una organización no gubernamental llamada Servir a China que anima a los jóvenes talentos a crear empresas y dar servicios públicos en las áreas rurales.

Más de 30 voluntarios de las universidades de Harvard, Tsinghua y Fudan trabajan en el campo en China.

Song Shuzheng, uno de estos voluntarios, anima a los agricultores a cultivar camelias y ponerse en contacto con productores de aceite para venderles las semillas. Está acostumbrado a los gruñidos de los cerdos, dado que su habitación está al lado de la porqueriza. "Puedo decir de qué humor están los cerdos solo oyendo cómo respiran", señala con una sonrisa.

Mientras los antiguos compañeros de Qin se han comprado casas y coches en grandes ciudades, todo lo que él les lleva a casa a sus padres es arroz y aceite de producción propia por el Año Nuevo chino.

Su salario mensual como cuadro de una aldea es de 1.450 yuanes, una quinta parte de la media de Beijing y, tal vez, la cantidad más baja que gana un titulado de Yale.

"El salario no es un gran problema. Espero que la gente pueda ver cómo ha cambiado la aldea con mi fuerza y que se haga más por las áreas rurales", confiesa.

En palabras de Qin, el rural de China es un "cielo azul" al que debe acudir el talento para crear riqueza para los agricultores.

"Soy un hacedor, no un pensador", manifiesta.

Comentario

Noticias relacionadas:

PTV videoMás

EnfoqueMás

Mobike y Ofo usan impermeables y minions para atraer a los usuarios