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Principios fundamentales son vitales para reencaminar las relaciones entre China y EE. UU.
Imagen de archivo de un empleado arreglando una bandera nacional de China, en la calle Constitution Avenue, en Washington, D.C., capital de Estados Unidos de América, el 25 de septiembre de 2015. (Xinhua/Bao Dandan) |
Solo abrazando la esencia del respeto mutuo, la coexistencia pacífica y la cooperación de ganancia mutua, sumadas a la sinceridad genuina, como ha señalado el nuevo embajador chino en Estados Unidos, Xie Feng, las relaciones entre China y EE. UU. pueden volver a la senda correcta.
La llegada del representante chino el martes a Estados Unidos para asumir el cargo de embajador se produce en un momento en que la relación entre Beijing y Washington está en su punto más bajo en décadas.
El aterrizaje de Xie, tras una serie de reuniones recientes e intercambios de alto nivel entre los dos países, es visto ampliamente como una señal de distensión que está alejando del borde a la tensa relación.
En los últimos años, los tomadores de decisiones de Washington se han vuelto cada vez más duros con China, lo que ha llevado a un punto crítico la tensión.
Estos belicistas, ajenos a la interdependencia y la complementariedad de las dos economías, optaron por hacer la vista gorda a la naturaleza de ganancia mutua de la cooperación entre las partes, intentaron definir la relación inmensamente significativa con la paranoia de la "suma cero" y deliberadamente traspasaron la línea roja manipulando la cuestión de Taiwan.
En esta coyuntura crítica, tanto en términos bilaterales como globales, se necesita más que nunca una gran sabiduría política y un juicio sensato para comprender el panorama general de las relaciones entre China y EE.UU. y elegir el beneficio mutuo sobre el juego de suma cero o el enfoque de yo gano, tú pierdes.
Los tres principios, enunciados por el presidente chino, Xi Jinping, en el manejo de las relaciones China-EE. UU., representan la forma fundamental y correcta para que los dos países se lleven bien en la nueva era.
Los dos países deben respetar los sistemas sociales y las vías de desarrollo del otro, respetar los intereses fundamentales y las principales preocupaciones del otro, y respetar el derecho del otro al desarrollo.
En esta era de hiperinterdependencia, una relación sólida y estable entre China y EE. UU. serviría como baluarte en la lucha colectiva del mundo contra el cambio climático, un desafío existencial que concierne a la supervivencia misma de la humanidad.
Ahora que las dos partes han mantenido abiertas sus líneas de comunicación, Estados Unidos debe darse cuenta del hecho de que hablar por hablar hará poco para eliminar los obstáculos en el camino de una relación sólida.
También debe ser consciente de que Beijing no aceptará su estrategia de doble trato de buscar cooperación y comunicación mientras contiene a China en nombre de la "competencia".
Traer las relaciones entre China y EE. UU. de vuelta al camino correcto de un desarrollo sólido y estable es una tarea ardua que no admite fracasos. Lo que depara el futuro para los dos países y el mundo en general depende de si Washington, con la suficiente sinceridad, se abstendrá de dañar la confianza mutua, evitará malentendidos y errores de cálculo, y tomará medidas concretas para cumplir sus promesas.