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El G7 debe ser renombrado G1+6
En la Cumbre del Grupo de los Siete (G7) que acaba de concluir en Japón, una muestra simbólica de solidaridad no pudo tapar las grietas del bloque.
El egoísta Tío Sam ha hecho que sea cada vez más difícil para el grupo forjar una voluntad unificada a medida que más países se dan cuenta de que la única superpotencia mundial está maniobrando para remodelar el bloque y convertirlo en una herramienta geopolítica para la confrontación y la conquista.
El respeto mutuo entre Estados Unidos y sus aliados, si lo hay, ha sido fingido. Desde el trato "traicionero" de AUKUS hasta la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, cuyos enormes subsidios enfurecieron a los europeos, está muy claro que Washington rara vez presta atención a las preocupaciones o intereses de sus socios. A veces, simplemente los destripa.
El breve "momento unipolar" del poder estadounidense, posterior a la Guerra Fría, que no tuvo precedentes, ya es historia. El mundo avanza hacia la era de la multipolaridad. Sin embargo, la ambición de dominación global de Washington sigue viva y es destructiva.
Para mantener la hegemonía global, el país está obsesionado con provocar confrontaciones y escisiones para poder dividir el mundo e imponer su control supremo. Es exactamente por eso que se está exacerbando la trágica crisis de Ucrania a pesar de los crecientes llamados a las conversaciones de paz.
Washington también está tratando de forzar a los principales países europeos a tomar partido en los asuntos relacionados con China, exigiendo su cooperación para mantener al país asiático bajo control.
Con la manipulación de EE. UU., el G7 ahora está compuesto por un coaccionador en jefe y seis "mitad cómplices, mitad víctimas". No hay forma de que pueda ser una fuerza para la paz y el bien común del mundo.
El juego de la política de poder de Washington, así como su estrategia de divide y vencerás, no se saldrán con la suya. La práctica de Estados Unidos de obligar a sus aliados a estar conformes está siendo cuestionada por el hecho de que los intereses de las naciones del mundo se entrelazan cada vez más en esta era de globalización económica.
Gracias a un Washington prepotente y egoísta, el G7 carece del impulso para promover el progreso mundial o de la solidaridad para trabajar al unísono. Además, Washington estará decepcionado por el hecho de que otros miembros del G7 difícilmente pueden rendirse a su ego de dominación global. Tal vez sea hora de cambiar el nombre del grupo G7 al de "G1+6".