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ENTREVISTA: Hospitalidad de distintas culturas arropa viaje de 20.000 kilómetros en bici hasta China de joven española

Por Xinhua | el 31 de marzo de 2024 | 09:59

Quince países y 20.000 kilómetros conforman la ruta en bicicleta que hace dos años emprendió Sara Qiu para llegar desde su ciudad natal, en España, hasta la de sus padres, en China, en un viaje en que se ha sentido arropada por la generosidad y la hospitalidad de muchas personas desconocidas de diferentes culturas con las que se ha ido encontrando en el camino.

Fue en abril de 2022 cuando Sara, tras dejar su trabajo en una firma tecnológica, se echó a la carretera en Zaragoza (norte) con 28 kilos en las alforjas y en busca de "un propósito, un porqué", cuenta por teléfono a Xinhua desde Kirguizistán, justo antes de cruzar este viernes 29 la frontera con China.

"Los primeros meses mi preocupación principal era 'a ver si encuentro algún sitio donde dormir esta noche'. Yo iba sin plan fijo, no sabía cuántos kilómetros iba a hacer ese día, ni dónde dormir, no lo tenía planificado. Iba avanzando y antes de que atardeciera buscaba un sitio donde dormir", dice.

En buena forma física, pues estaba acostumbrada a correr, incluso una maratón, Sara, que tiene ahora 32 años, solía alojarse al principio en pequeños albergues o en su tienda de campaña, pero a partir de los Balcanes, el viaje, que ella misma se sufraga con sus ahorros, dio un giro.

"Empecé a preguntar más a la gente en los pueblos si sabía de algún sitio donde dormir y a partir de eso fui quedándome en casas de familias. Una de las características principales de este viaje ahora es quedarme en casa de las familias, ver cómo viven, comer con ellos y vivir un poco la cultura desde dentro", relata.

La última etapa de su aventura, que acaba de comenzar en su país de origen, la emprende "con calma", la ventaja de conocer el idioma y la ilusión de llegar a Qingtian (sureste) para pasar el próximo Año Nuevo Lunar chino, que comienza el 29 de enero de 2025, con sus tres abuelos, sus padres, "si pueden cerrar la cafetería" que regentan en Zaragoza, y todos los familiares que quieran unirse.

Para Sara, cuya manera de hablar sosegada transmite tranquilidad, los momentos "más emocionantes" del viaje son cuando no "tienes ni idea de lo que va a pasar o lo que te vas a encontrar, no te esperas nada de ese día y de repente surge una familia" u otras personas dispuestas a ayudarte.

Recuerda que en mitad del desierto en Uzbekistán, donde los pueblos se salpicaban cada 100 kilómetros y ya se había hecho a la idea de que tendría que acampar, se encontró con el campamento de una empresa de Azerbaiyán que estaba construyendo un tramo de autovía.

"Me invitaron a quedarme, me dieron de comer, me prepararon un 'container' con una habitación y un baño y de todo dentro. No imaginaba que en el desierto iba a haber algo así. Cada día he tenido muchos encuentros como ese", destaca.

Por supuesto, también ha habido momentos complicados en esta ruta de la seda singular que la ha llevado a atravesar el sur de Europa, los Balcanes y Asia Central, y en la que ha utilizado otros medios de transporte como el autobús y el tren cuando no era posible transitar en bici.

"El último tramo en Kirguizistán tenía 3.000 metros de elevación y un paso de montaña de 3.700. Pasé ocho horas pedaleando con un aire gélido de frente, mucho frío en los pies, en las manos, y a medida que me iba acercando al paso, me estaba costando respirar. Los últimos dos kilómetros fui andando, los últimos 500 metros me tenía que parar cada 10 para respirar", señala.

En cuanto a sus padres, que emigraron a España con 15 años él y 18 ella, "al principio no se lo tomaron muy bien, no solo por el hecho de hacer este viaje, sino por dejar una vida 'segura'. Pero yo les he salido un poco revés, y eso lo han ido entendiendo".

"Estaban un poco preocupados por mi seguridad, pero con el tiempo y contándoles sobre las familias, les envío fotos, son muchas historias las que he vivido y las que les cuento, creo que ya lo llevan mejor. Saben que la gente me ayuda y el tema de que vaya a China y a su pueblo les hace ilusión", asegura.

Sara, que ha hecho dos pausas invernales para regresar a Zaragoza, explica que, aunque el viaje lo paga con sus ahorros, de vez en cuando recibe algún obsequio de su familia, como un dron que le regaló su tío.

"Empecé a viajar sola de 'mochilera' a los 23 años. La primera vez, como tenía un poco de miedo, me fui a Portugal, pero a partir de ahí viajé a Marruecos, Filipinas, Corea del Sur (República de Corea), Corea del Norte (República Popular Democrática de Corea), China, Israel o Palestina", rememora.

Antes de emprender este viaje, explica, "corría en serio, medias maratones, una maratón, 'trail' (carreras en parajes naturales). A nivel físico era una persona bastante activa".

Sin embargo, concluye, "este viaje al final es mucho más mental: saber gestionarte a nivel emocional o saber cuándo tienes que descansar, no solo física sino emocionalmente. Saber regularte y saber el balance que necesitas para proseguir el viaje con energía y estar fuerte mentalmente".

(Web editor: Zhao Jian, 周雨)