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Guizhou, un puente al desarrollo de alta calidad de China
Por Sergio Gómez
Los puentes pueden cruzar montañas, ríos e incluso mares, llevando personas y mercancías de un lugar a otro de la forma más rápida posible, pero en un reciente viaje a la provincia china de Guizhou descubrí que también pueden transportarnos de un pasado de dificultades a un futuro de desarrollo de alta calidad.
Situada en el suroeste de China, Guizhou es una provincia sin llanuras. Si miramos hacia abajo desde el aire, más de 1,2 millones de picos forman interminables olas verdes, con hermosas montañas y valles.
La geografía fue por largo tiempo un obstáculo para que la gente de Guizhou se conectara con el mundo exterior, pero un verdadero milagro de ingeniería e infraestructura ha tenido lugar en los últimos años, convirtiendo a la provincia en un verdadero nodo de comunicación y transporte en esa zona del país.
En la actualidad, las autopistas en Guizhou han superado los 8.784 kilómetros, con más de 30.000 puentes construidos o en construcción. Asimismo, se han completado y abierto al tráfico los ferrocarriles de alta velocidad Shanghai-Kunming, Chongqing-Guiyang, Chengdu-Guiyang y Guiyang-Nanning.
Durante un viaje por carretera de la ciudad de Guiyang, capital de Guizhou, al distrito autónomo de las etnias buyi y miao de Guanling, conversé con Yang Changkai, un conductor miao de 47 años que se especializa en camiones de logística.
Yang me contó que, en el pasado, su ruta tardaba más de medio día y debía sortear medio centenar de curvas peligrosas, que hacían lento el viaje y representaban un riesgo para los conductores.
Hace más de diez años, me dijo, si los aldeanos que vivían en lo profundo de las montañas de Guanling querían ir a Guiyang, que está a más de 150 kilómetros de distancia, debían hacer un recorrido de casi un día entero en autobús.
Pero la apertura del puente sobre el río Baling, una megaobra de la ingeniería china, y la mejora de la autopista, han reducido el tiempo de viaje a unas dos horas, garantizando también la seguridad de los conductores como Yang Changkai.
"Antes de la construcción del puente, muchas personas tenían la idea de que sería bonito y conveniente si se construyera un puente allá, y ahora este sueño se ha hecho realidad", me confesó.
En la empresa logística donde trabaja Yang Changkai, cada día se despachan, en promedio, más de 6.000 paquetes a todas partes del distrito. Esta cifra ha venido aumentado en 1.000 paquetes anuales durante los últimos tres años, como muestra del progreso de Guanling, donde conviven más de 30 minorías étnicas, como buyi, miao, hui, bai, yao y yi.
Nada de esto hubiera sido posible sin la construcción del puente sobre el río Baling, una imponente mole de acero que se extiende por más de dos kilómetros. Además de permitir el tránsito de carga pesada, es uno de los pocos puentes de su tipo en el país que están abiertos a los transeúntes.
Caminando por un túnel de metal bajo el intenso tráfico de la tarde, suspendido a 370 metros del suelo, conversé con Zhao Xiong, director del Museo del Puente del Río Baling.
Zhao me contó que el del río Baling fue el primer puente colgante de armadura de acero del mundo con una longitud de más de mil metros construido en una zona montañosa y recibió el Premio Luban, el mayor honor en la industria de la construcción de China.
Tras una caminata de unos 500 metros, me llamó en especial la atención el gran número de atracciones turísticas, como deportes de riesgo y miradores, que han sido integrados al puente. Zhao me explicó que se decidió desarrollar un proyecto especial para promover el desarrollo integrado del transporte y el turismo.
"Abrimos el 'puenting' comercial más alto del mundo y deportes extremos como el columpio a gran altura y el paseo por el cielo", me dijo el director, parado frente a la plataforma donde un joven estaba a punto de iniciar una caída controlada de más de 300 metros.
"El proyecto no solo promueve el desarrollo de la economía de puente, sino que también puede mejorar el empleo de los habitantes de los alrededores", según Zhao.
Desde el puente se tiene una vista privilegiada del valle que sigue el curso del río Baling, flanqueado por imponentes montañas. El pueblo de Duanqiao, ubicado en el valle y con una altitud promedio de 666 metros, cultiva más de 20.000 mu (13,33 kilómetros cuadrados) de verduras y más de 40.000 mu (26,66 kilómetros cuadrados) de frutas cada año. Pero su transportación solía ser un dolor de cabeza para los residentes.
"Antes, habríamos tenido que llevar estas berenjenas al pueblo para venderlas allí", me dijo el campesino Yang Zhengguo, mientras lo ayudaba a subir varias cajas de frutas recién cosechadas a un moderno vehículo de carga. "Tras ensancharse el camino, ahora pueden pasar los camiones y las vendemos a la entrada de la aldea directamente".
Yang Zhengguo tiene plantados este año 13 mu de berenjenas y otras frutas y verduras, y espera unos ingresos netos de 160.000 yuanes (22.450 dólares).
Esta mejoría no solo ha llegado a la aldea de Baling, donde vive Yang Zhengguo. En la actualidad, Guizhou ha logrado que todos sus distritos estén conectados mediante autopistas y todos sus pueblos cuenten con caminos de asfalto u hormigón.
Buscando el dato exacto, encontré que las aldeas con más de 30 hogares tienen al menos un acceso al exterior y al menos una línea de pasajeros para conectar el municipio.
Esos pequeños caminos que conectan las aldeas más remotas del país me parecieron tan imponentes como el mismo puente sobre el río Baling. Por ellos no solo transitan los productos típicos de las montañas, que ahora pueden ser vendidos a mejor precio en las ciudades, sino que también viajan la modernidad y los servicios esenciales, llegando a comunidades anteriormente apartadas.
Desde los caminos rurales hasta los megaproyectos de infraestructura, Guizhou ha pavimentado una "llanura de alta velocidad" para su progreso, cambiando profundamente la vida de los habitantes de la región y abriendo el camino para el desarrollo de alta calidad hacia el que avanza todo el país.