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El pisco chileno busca abrirse paso en el mundo como un destilado con identidad y versátil
Por Valentina Bastías Atias
Chile quiere posicionar en los mercados mundiales al pisco, un destilado de uva producido por siglos en el norte de este país austral, en los calurosos valles agrícolas de Los Andes, escenario de una campaña internacional de promoción para atraer a nuevos consumidores de esta bebida que gusta a los chilenos por su identidad y versatilidad.
"Esta campaña de internacionalización del pisco chileno siempre fue un anhelo de la industria pisquera. Creemos que nuestro producto pisco está a la altura de los mejores destilados del mundo; lo hemos probado en el extranjero y funciona", dijo a Xinhua el presidente de la Asociación de Productores de Pisco de Chile, Francisco Munizaga.
El pisco chileno es un licor ancestral, que data del siglo XVIII, cuando Chile era una de las colonias de España en América. Su producción es fruto de una tradición vitivinícola centenaria en los poblados de los valles entre las regiones de Coquimbo y Atacama, último paraje verde antes de entrar al desierto de Atacama, uno de los más áridos del mundo.
Más de 500 kilómetros al norte de la capital Santiago, nació este aguardiente de uva a manos de pequeños agricultores asentados en las faldas de la imponente cordillera andina, en un clima semiárido, seco y con altas temperaturas, con 300 días soleados al año y ríos provenientes del deshielo de las montañas.
"Las parras que existen acá están súper adaptadas a este terroir (terruño) y tienen sus características típicas, su tipicidad propia, son muy aromáticas, muy dulces. Tenemos un clima bien especial, bien caluroso en verano, bien frío en invierno y la altura también es importante para la uva que producimos", señaló Munizaga, también gerente de la destilería familiar Fundo Los Nichos, la más antigua de Chile aún activa, fundada en 1868 en el Valle del Elqui.
Familiar del brandy y el coñac, el pisco chileno posee la Denominación de Origen (1931) más antigua de América y la segunda del mundo, que delimitó su fabricación en Chile a sólo dos regiones, lo que impide a cualquier otro destilado elaborado fuera del llamado Norte Chico utilizar el nombre "pisco".
Las únicas cepas de uvas autorizadas para la receta del brebaje en la nación sudamericana son las moscatel, torontel y Pedro Jiménez, con variedades "criollas" resultantes del cruce entre plantaciones europeas y americanas, que se hallan únicamente en este continente.
"La Denominación de Origen que tenemos es un gran paraguas que protege a la industria pisquera. Es un orgullo que nuestros ancestros se hayan preocupado hace casi cien años de lograrla y, evidentemente, es un aval para poder posicionar a nuestro producto en los mercados internacionales", explicó Munizaga.
El primer paso para preparar el pisco es producir vino a partir de las uvas cosechadas en febrero y marzo. El resultante se hierve y enfría en alambiques de cobre para que se condense y destile. El "corazón" del destilado se ajusta a la graduación establecida con agua mineralizada.
Se trata de un proceso lento de varias etapas, desde la vid (planta) hasta su embotellado en vidrio. Los pequeños pisqueros artesanales se jactan del cuidado y dedicación que ponen en cada fase, que inicia con la plantación de la materia prima la segunda mitad del año; la fabricación y guarda de la bebida "espirituosa" en barriles de madera o acero inoxidable y, finalmente, el empaque.
"El pisco es muy noble, refleja muy bien la identidad de las regiones de Atacama y Coquimbo. Tiene historia, tiene tradición, tiene leyendas de por medio y una identidad propia en cuanto a sabores, territorio, que lo hacen súper particular desde el origen hasta el consumo", afirmó a Xinhua Paola Vásquez, directora regional de ProChile Coquimbo, la agencia pública que promueve la oferta exportadora local en el mundo.
A su parecer, la industria pisquera, organizada bajo el modelo de cooperativas, ha hecho un trabajo para mejorar la imagen del pisco al dar un salto en su calidad. Al mismo tiempo, se busca difundir su versatilidad para utilizarlo en cócteles, recetas gastronómicas o beberlo solo.
Para alcanzar un producto "de mejor calidad, más que un producto masivo", Vásquez aseguró que los productores han debido sortear dificultades como la sequía que persiste hace más de una década, y adaptarse a fenómenos climáticos extremos y la escasez de lluvias que acarrea la crisis climática, innovando en sus procesos para cuidar el uso del agua.
Chile lanzó la semana anterior la campaña de promoción del pisco "Chilean Pisco, First Spirit", tras obtener una serie de reconocimientos en concursos internacionales. El objetivo es ampliar el consumo de pisco en los mayores mercados de América, Asia y Europa, y así seguir los pasos del vino chileno.
El país austral posee unas 6.500 hectáreas de viñedos de uva pisquera, con la que se producen 35 millones de litros de pisco por año. Cerca del 90 por ciento de la producción se consume dentro del país, con una cantidad per cápita de 1,9 litros anuales.
Según el Servicio Nacional de Aduanas, Chile ha exportado unos 3 millones de dólares promedio en pisco durante los últimos tres años, con diversas marcas presentes en 40 destinos.