- Más
¿El “acuerdo de estabilidad” traerá un futuro estable a Argentina?
Por Jin Xiaowen
El 20 de octubre, el Banco Central de Argentina anunció la firma de un acuerdo de estabilidad cambiaria con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por un total de 20.000 millones de dólares. La medida tiene como objetivo fortalecer las reservas de divisas del país, aliviar el pánico del mercado provocado por la reciente inestabilidad financiera y la devaluación del peso, y alcanzar así la meta de estabilizar el tipo de cambio y promover el crecimiento económico. Un día después, la secretaria del Tesoro estadounidense, Besant, confirmó la firma del acuerdo y afirmó que “una Argentina fuerte y estable responde a los intereses estratégicos de Estados Unidos”.
El acuerdo ha generado numerosas voces críticas tanto en Estados Unidos como en Argentina. En el ámbito estadounidense, muchos opinan que el acuerdo persigue más objetivos políticos que económicos, y que el principio de “América primero” no ha sido puesto en primer lugar. El presidente Donald Trump había declarado previamente que, ante los precios del vacuno en Estados Unidos que se mantenían elevados durante varios meses, se podría recurrir a la importación de carne argentina para frenarlos. Sin embargo, esta medida provocó el descontento de los ganaderos estadounidenses, quienes consideran que tal política perjudicará los intereses de la agricultura y ganadería nacionales. Además, dado el alto grado de inestabilidad de la economía argentina, el intercambio de 20.000 millones de dólares por un monto equivalente en pesos argentinos generará beneficios económicos limitados para Estados Unidos, lo que también ha despertado dudas entre los círculos económicos del país.
De hecho, para Washington, los objetivos políticos que busca alcanzar con esos 20.000 millones de dólares son mucho más claros que los económicos. Por un lado, Argentina se acerca a sus elecciones legislativas de mitad de mandato, y debido a las tensiones políticas y las presiones económicas, el partido del presidente Javier Milei, La Libertad Avanza, se enfrenta a un panorama electoral complicado, habiendo sufrido ya una dura derrota en las elecciones locales de septiembre. Considerado un aliado político de Trump, Estados Unidos no desea que Milei pierda el control interno, por lo que intenta apoyarlo económicamente para ayudarle a ganar los comicios legislativos. Por otro lado, en un contexto de creciente rivalidad geopolítica, Washington busca reforzar su dominio sobre el hemisferio occidental mediante la penetración económica.
Muchos analistas creen que, al fortalecer su influencia sobre Argentina, Estados Unidos busca obtener prioridad en el suministro de recursos estratégicos como el litio en Sudamérica, además de reforzar su cooperación militar con los países latinoamericanos para mantener su control absoluto y su posición hegemónica sobre su “patio trasero”. Coincidiendo con que este y el próximo año varios países de América Latina entran en ciclos electorales, los gobiernos de izquierda se enfrentan a una fuerte presión de las fuerzas de derecha. Si más líderes conservadores llegan al poder, ello sin duda facilitaría la consecución de los objetivos de política estadounidense. En este sentido, la ayuda a Milei también actúa como una señal simbólica del respaldo de Estados Unidos a las fuerzas de derecha en la región.
Por supuesto, Estados Unidos no está dispuesto a convertir su inversión política en una “operación con pérdidas”. Durante la reunión celebrada el 14 de octubre en la Casa Blanca entre los presidentes de ambos países, Trump declaró explícitamente que si Milei no ganaba las elecciones, Estados Unidos suspendería su apoyo financiero a Argentina. Esto no solo fue un mensaje dirigido a la opinión pública argentina, sino también una muestra del pragmatismo utilitarista de Washington. Muchos observadores consideran que, más de doscientos años después, la “Doctrina Monroe” no solo no ha desaparecido del continente americano, sino que se ha intensificado.
Ante este acuerdo, en Argentina también surgieron preocupaciones, ya que muchos temen que una excesiva dependencia de la ayuda estadounidense conduzca a la pérdida de la autonomía en la formulación de políticas económicas. Martín Lousteau, presidente del partido opositor Unión Cívica Radical, señaló que “el gobierno de Trump nunca ayuda gratuitamente”; por su parte, Cristina Fernández de Kirchner, presidenta del Partido Justicialista y exmandataria del país, afirmó que la ayuda de Estados Unidos y de otros países occidentales “es pan para hoy y hambre para mañana”, y que recurrir a ella es una actitud irresponsable hacia el pueblo argentino.
De hecho, si se observa la llamada “ayuda” que Estados Unidos brindó a los países latinoamericanos en dificultades económicas durante la segunda mitad del siglo XX, todas ellas terminaron aumentando la dependencia y reduciendo la autonomía de la región. En la década de 1980, tras la crisis de la deuda latinoamericana, Estados Unidos y las instituciones financieras internacionales lideradas por Occidente ofrecieron asistencia económica acompañada de recetas neoliberales que condujeron a la desindustrialización de muchos países y a una serie de graves problemas sociales.
A mediados de los años noventa, México sufrió una crisis financiera y se vio obligado nuevamente a solicitar ayuda a Estados Unidos y a las instituciones financieras internacionales controladas por Occidente. Después de la crisis, la economía mexicana se volvió altamente dependiente de la estadounidense, lo que redujo su margen de maniobra en política exterior. La última vez que Argentina recibió un paquete de asistencia económica a gran escala fue durante el primer mandato de Trump, en 2018, cuando Estados Unidos promovió un préstamo del Fondo Monetario Internacional de 50.000 millones de dólares. Sin embargo, lo que siguió fue una grave inestabilidad social y, posteriormente, un nuevo incumplimiento de deuda.
¿La ayuda de Estados Unidos es realmente una “mano amiga en tiempos difíciles” o más bien “una jugada arriesgada en el fuego”? Muchos miran al pasado para hallar la respuesta. Con este nuevo “acuerdo de estabilidad” firmado entre Estados Unidos y Argentina, ¿puede el país sudamericano realmente esperar un futuro estable?
(El autor es profesor asociado de la Escuela de Relaciones Internacionales y secretario general del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad del Pueblo de China).


