LA HABANA, 8 jun (Xinhua) -- Una hermosa mansión, imitación de un palacio florentino del Siglo XVI, guarda, en el corazón de La Habana, una variada colección de valiosos objetos del Imperio Napoleónico.
Ubicada en el céntrico barrio habanero del Vedado, a un costado de la Universidad de La Habana, la antigua mansión Dolce Dimora es, desde 1961, el Museo Napoleónico de Cuba, considerado como el más importante de América latina y uno de los cinco más valiosos del mundo.
El inmueble, que perteneció al mañoso político italo-cubano Orestes Ferrara y Marino, conserva una extensa, variada y valiosa colección de objetos de la época napoleónica, así como objetos personales que pertenecieron al emperador francés Napoleón Bonaparte o estuvieron relacionados con su vida.
El singular museo posee en sus fondos más de 7.400 obras de arte, en su inmensa mayoría de primera categoría, que incluyen pinturas, grabados, esculturas, muebles de estilo, trajes, equipo militar y armamento, artes decorativas, objetos históricos y una extraordinaria colección de libros raros y valiosos en francés, inglés y español.
La mayoría de esas obras de arte pertenecieron a la colección privada del hacendado cubano Julio Lobo, aunque otras piezas han sido adquiridas a través de donaciones y compras.
En la colección se destaca como la pieza más interesante una mascarilla del emperador, traída a Cuba por su autor, el galeno francés Francois Antonmarchi Mettei, médico de cabecera de Napoleón Bonaparte hasta su muerte en la isla de Santa Elena, el 5 de mayo de 1821.
Cuando Bonaparte murió, Antonmarchi participó en su autopsia junto con ocho médicos ingleses, y realizó la famosa mascarilla con la ayuda del cirujano inglés Burton, pero el avispado médico francés hizo y conservó varias reproducciones del rostro del emperador.
Después, el médico tuvo que emigrar de Francia hasta Nueva Orleans, en Estados Unidos, desde donde pasó a Cuba, en marzo de 1837.
En la isla, el francés estuvo primero en la ciudad de Matanzas, unos 100 kilómetros al este de La Habana y donde vivía Arnald Pellet, un francés que había sido miembro de la guardia del emperador, pero después se instaló en Santiago de Cuba, donde había muchos emigrados franceses de Haití, entre ellos algunos militares bonapartistas.
En la oriental Santiago de Cuba, Antonmarchi se convirtió en un destacado médico y oftalmólogo hasta su fallecimiento de fiebre amarilla, en abril de 1838.
El paso del francés por Matanzas dejó otra mascarilla de Napoleón, que hoy se exhibe en el museo de la localidad de Cárdenas, donde además, se conserva un fragmento de la losa de la tumba en Santa Elena del genio militar francés.
En ese modesto museo también se muestran dos pequeñas esculturas de bronce y yeso con la figura de Bonaparte, medallas conmemorativas, una colección de monedas por el bicentenario del natalicio del emperador y una litografía del ejército bonapartista.
En otro museo de Matanzas, en el Palacio del Junco, de la capital provincial, también se exhibe una escultura de alabastro del siglo XIX con la figura de Bonaparte.
La escultura, que se muestra al público por primera vez, perteneció al francés Ernest Triolet, quien en 1882 fundó la Botica Triolet, convertida hoy en un museo farmacéutico.
La figura muestra al emperador en su pose característica, con la mano izquierda dentro de la camisa, el pie izquierdo adelantado y un catalejo en la mano derecha.
En la escultura el caudillo viste uniforme militar, sombrero bicornio y capa larga, chaleco con condecoraciones de la Legión de Honor y botas hasta las rodillas.
Nacido en Córcega el 15 de agosto de 1769, Bonaparte se proclamó emperador de Francia el 18 de mayo de 1809 y después conquistó la mayor parte de Europa occidental hasta su derrota en Leipzig en 1813, cuando abdicó.
Meses después regresó al poder, hasta que en junio de 1815 fue derrotado en Waterloo y desterrado a Santa Elena.