Un hombre de los rohingyas es llevado en una ambulancia. [Photo: chinadaily.com.cn]
Enfermos y débiles, después de más de dos meses en alta mar, algunos necesitaban urgente atención médica. "No teníamos nada que comer", relata Ahmed Rashid, un Rohingya de 43 años de edad que llegó en uno de los barcos. Rashid salió de Myanmar con su hijo mayor, hacía ya tres meses.
Se estima que de 7.000 a 8.000 personas están recluidas en naves grandes y pequeñas en el estrecho de Malaca y en aguas internacionales, subraya Chris Lewa, director del proyecto Arakan, que ha controlado los movimientos de los Rohingyas durante más de una década. Agregó que las enérgicas medidas en Tailandia y Malasia han impedido que los traficantes de personas puedan traerlos a la orilla.