Tango, fútbol y el mate, las pasiones de los argentinos
Sábado, domingo y lunes pasado la imagen se repitió en ambos espacios de la zona sur, donde músicos, bailarines y aficionados fueron seducidos por la música, al compás del 2x4.
Hubo recitales, feria de productos, como calzado y ropa para el bailarín, y hasta "gomina", producto para alisar el cabello como hacía el mítico Carlos Gardel, más allá de su muerte en un accidente de avión en Colombia hace 80 años.
En 1930, Gardel cantó para la selección argentina de fútbol que se preparaba para jugar la final del primer mundial de la especialidad contra los anfitriones, Uruguay, en Montevideo.
Paradoja o no, tanto Argentina como Uruguay se disputan ser los creadores del tango, ser los mejores al balompié en el Río de la Plata y los inventores del mate, sobre lo que volveremos más adelante.
Fútbol se dijo, y con esa palabra, los corazones se encienden en el país. River Plate o Boca Juniors; Rosario Central o Newell's Old Boys; Independiente o Racing Club, clásicos de ahora y siempre.
El deporte llegó a fines del siglo XIX con los obreros ingleses que arribaron para construir los ferrocarriles, desde entonces se lo adoptó como propio.
El equipo nacional disputó su primer partido como tal el 20 de julio de 1902 ante un combinado uruguayo, cuando formó con José Buruca Laforia; William Leslie y Walter Buchanan; Eduardo Duggan, Carlos Buchanan y Ernesto Brown; Edgard Morgan, Juan José Moore, James Oswald Anderson, Charles Dickinson y Jorge Gibson Brown.
El triunfo 6-0 fue el primer paso de un camino que todavía se recorre, ya con apellidos "criollos" como Maradona (Diego), Messi (Lionel), Passarella (Daniel), Kempes (Mario), Fillol (Ubaldo), Bertoni (Daniel), Valdano (Jorge) y Burruchaga (Jorge), artífices de dos títulos del mundo en mayores y dos medallas de oro olímpico.
Juega la selección y Argentina se paraliza; las calles quedan vacías, las oficinas se transforman en gradas y la multitud se agolpa ante un televisor, como un puño apretado gritando por los colores celeste y blanco, los colores de la bandera argentina.
En muchos casos, la tensión futbolera se aplaca con una ronda de mates, esa tradicional infusión, legada por los aborígenes guaraníes que no distingue de clases económicas ni de jerarquías laborales.
De mano en mano, el mate pasa, se convida y sirve para generar vínculos.
Según datos del Instituto Argentino de la Yerba Mate, se toman aquí 100 litros promedio al año, por habitante, con un consumo de 5,5 kilogramos de yerba per cápita cada 365 días.
El oficinista Juan Delgado es el encargado, en su trabajo, de iniciar la ronda.
Como un ritual, se encarga del agua caliente, de acomodar la yerba en el recipiente y de cebar, el primero para él, como responsable, y el segundo, en estricto orden.
"Es una ceremonia. Cada mañana me encargo yo de prepararlo, porque me gusta, no sólo el mate, sino convidarlo a mis compañeros de trabajo", explicó.