La visita de Xi es una oportunidad para que Obama haga historia |
Por George Koo
Obama y el presidente chino Xi Jinping descansan en el retiro de Annenberg, California, 8 de junio de 2013. [Foto: Xinhua]
Pekín, 08/09/2015(El Pueblo en Línea)- El presidente chino Xi Jinping pronto realizará su primera visita oficial a Estados Unidos. La gran pregunta es: ¿Qué puede lograr durante esta visita?
Poco después de asumir su cargo, Xi aceptó la invitación del presidente Barack Obama para una visita informal a los Estados Unidos. Xi debió haber pensado que conocer a Obama a nivel personal, sería un paso importante para mejorar los vínculos bilaterales. De hecho, desde el principio, ha sido una de las prioridades de Xi estrechar la relación de trabajo con los Estados Unidos.
Cuando, en noviembre pasado, Obama visitó Pekín, él y Xi hicieron dos anuncios sorprendentes: el primero sobre el control de las emisiones de gases de efecto invernadero y el segundo sobre la emisión de visas de 10 años, de múltiples entradas. La visa de múltiples entradas ha provocado ya un aumento significativo de turistas chinos que visitan Estados Unidos, aumentando substancialmente los ingresos estadounidense. Y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero también ha sido una de las iniciativas principales de Obama, que ahora podría concretar como un logro bilateral.
Obama obtuvo resultados tangibles en su visita a China y debe sentirse satisfecho de los resultos logrados, aunque durante su administración la relación con China ha ido más en declive que en ascenso. Cada iniciativa para animar a los jóvenes estadounidenses para estudiar en China se ha visto permeada de muecas, muy pocas a favor de estrechar los lazos bilaterales.
Uno de esos aspavientos fue oponerse a la formación del Banco Asiático de Inversiones para Infraestructura. Sin embargo, Obama consiguió un merecido rechazo de la comunidad internacional, que además hizo caso omiso a sus preocupaciones y siguió adelante junto a la iniciativa china.
Durante la mayor parte de su mandato, la política exterior de Obama siguió el desastroso curso de su predecesor. Últimamente, sin embargo, Obama se destaca como un presidente más independiente en política exterior (vale mencionar los ejemplos de acuerdos con Cuba e Irán), siguiendo lo que él considera que es lo correcto, quizás con aspiraciones de construir su propio legado.
Ahora, la visita de Xi le ofrece a Obama una oportunidad para hacer una corrección de la trayectoria en el más importante tópico de sus relaciones exteriores: China.
Si deja los lazos de Estados Unidos con China en un punto más bajo que los siete mandatarios que le han precedido, Obama empañaría su gestión como presidente de los Estados Unidos. Por eso es aconsejable que haga bien las cosas y su siguiente estrategia sea tomar medidas para mejorar los vínculos con China.
En primer lugar, Obama tendría que dejar de tratar a China como un adversario de Estados Unidos. Para ello, él debe ordenar a los militares que suspendan los vuelos de vigilancia que realizan por las costas de China. Al suspenderlos, no está dejando de obtener la información que necesita, pues la puede obtener por satélite. El principal objetivo de los vuelos es irritar. Eliminarlos sería un pequeño gesto de Estados Unidos que se apreciaría enormemente.
En segundo lugar, Obama debería ofrecer su ayuda a la campaña contra la corrupción que lleva adelante el gobierno de Xi, de manera que sea imposible que los funcionarios corruptos chinos se oculten en los Estados Unidos. De esta manera, Obama prestaría una valiosa ayuda a Xi para completar una de las tarea más importante en su agenda. También, esta actitud intransigente contra la corrupción, colocaría a los Estados Unidos en un espacio de alta moral, con capacidad para expresar -convincentemente- que en los Estados Unidos no se admiten criminales ni fugitivos extranjeros.
En tercer lugar, Obama debería aprovechar la oportunidad para revertir su torpe posición en relación con iniciativas importantes del presidente Xi: el BAII y La Ruta de la Seda y el Cinturón Económico, mostrando disposición para trabajar en Asia junto a China. Es probable que Xi no esté preparado para este tipo de ofertas de Obama, pero seguramente el gesto del presidente de Estados Unidos sería muy apreciado por él.
Para Obama, las tres medidas descritas anteriormente son fáciles de asumir y pueden contribuir mucho al estrechamiento de relaciones entre ambos países.
Existe todavía un cuarto empeño que Obama podría poner sobre la mesa durante su reunión con Xi: una propuesta para juntos resolver la problemática nuclear de la península coreana.
Obama sabe que Park Geun-hye, presidenta de la República de Corea, estuvo en Pekín durante la celebración de los eventos que conmemoraron el 70 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Kim Jong-un declinó su asistencia. Los tres países, sentado de un mismo lado de la mesa, podrían comenzar un debate serio sobre cómo mejorar y resolver la cuestión nuclear de la península coreana. Obama debe tomar la iniciativa y aprovechar los eventos recientes para proponerle a Xi iniciar este proceso.
Para Obama, resolver la problemática de la península de Corea sería una estrella gloriosa en su legado como presidente de Estados Unidos, ya que implicarse en esta situación es algo que han eludido sus predecesores. Es un proyecto arriesgado y delicado, pero construído con Xi, basados en la confianza mutua, podría conducir a una colaboración exitosa en muchos otros frentes.
El autor es un experto y consultante en temas de negocios, que visita regularmente Hong Kong y China continental. Fue presidente de la Nueva Prensa Americana.