BEIJING, 5 ago (Xinhua) -- Era alrededor de mayo del año 2011. Un libro en mi mano y muchas cosas que aprender. La filosofía del WuWei o la no-acción. El arte del dejar fluir. El saber hacer lo que está en tu mano y luego, dejarlo ir. Porque todo pasa por algo, y nada puede darse por hecho. Durante estos últimos 5 años de mi vida las enseñanzas de Lao Zi han estado presentes aquí, ausentes allá, en momentos álgidos, en momentos de penuria.
Mi decisión, valiente para otros, completamente inconsciente para mí, me castigaba con miedos, dudas, ansiedad…y sin embargo, me regalaba vida. El curso académico 2011-2012 pasó entre caracteres, aprendizaje, frustraciones, alegrías, experiencias incomparables. Por primera vez en mi vida había estado expuesta a unas culturas antes desapercibidas por mi ignorante existencia. Una enriquecedora sopa multicultural que me permitió no sólo disfrutar de personajes que hasta hoy en día son piedras angulares en mi vida, sino crecer profesionalmente a posteriori.
Durante un año y medio estudiando un Master en Relaciones Internacionales en chino en la Universidad de Estudios Extranjeros en Songjiang, un pueblo a las afueras de Shanghai, tuve la oportunidad de sumergirme por completo en la cultura china. En Songjiang todos mis compañeros de clase y mis profesores eran chinos. Mis clases, en chino. 2013 y 2014 significaron sin duda un periodo lleno de dificultades. “你现在也是中国人,白兰” “tú ahora eres china también, Belén”, palabras de un querido Xiao Zuo, compañero de clase y estimado amigo. Su afirmación, pronunciada al término de mi estancia en Songjiang, reunía todas mis experiencias con ellos y, al mismo tiempo, las premiaba.
Dejaba Songjiang siendo una persona nueva. No sólo entendía mejor el porqué de las actitudes de la sociedad china actual y su situación entre tradición y modernidad. Si no que podía ver China con otros ojos, capaces de descomponer estereotipos sobre el país.
Uno de mis objetivos profesionales se hacía efectivo en enero de 2015, al conseguir trabajar para la sección cultural de la UNESCO en Pekín. Federica Iellici y Yang Yi, supervisoras de la sección, son no sólo entusiastas y grandes profesionales en su trabajo, sino grandes amigas con las que comparto muy buenos momentos hoy en día.
Desarrollo sostenible y su promoción por medio de las relaciones internacionales y la cultura. Mi estancia en China me brindaba una nueva oportunidad de manera repentina. Tras recibir una llamada en abril, en mayo de 2015 pasaba a ser coordinadora cultural del Instituto Cervantes de Pekín. Mi trabajo responde tanto a mi vocación personal como laboral, teniendo la suerte de poder contribuir a lo que creo, por medio de lo que amo. Exposiciones, conciertos, coloquios, festivales de cine, talleres…todos y cada uno de los eventos tienen como objetivo la diversidad cultural y el diálogo entre culturas, a través del arte. Desde mi llegada a Pekín en 2011, he estado trabajando en proyectos personales para la concienciación en diversidad cultural. Hoy en día, me siento orgullosa de estar en un puesto de trabajo que me permite elevar mis objetivos a una esfera mayor, para un público más amplio, con más visibilidad y más recursos.
A pesar de las dificultades, China ha cambiado mi vida para mejor. Profesionalmente, mi primera estancia en China en 2011 me ayudó a descifrar mi vocación por las relaciones internacionales y a entender la posibilidad de hermanarla con mi interés por la diversidad cultural.
Pero no sólo eso. Desde el punto de vista personal, China me ha permitido madurar, volverme más fuerte, resolutiva, independiente. Me ha hecho una mujer que, con orgullo, hoy destaca en su propio contexto natal. Una mujer que quiere seguir creciendo como persona y como profesional, al margen de prototipos.
China me ha ayudado a construir fuertes cimientos para poder seguir haciendo lo que me gusta, con una preparación y unas experiencias que me permiten reafirmarme como profesional en el campo de las relaciones interculturales.
A pesar de las dificultades y sacrificios, China me ha hecho lo que soy hoy. Como dijo Confucio:
La voluntad de ganar, el deseo de tener éxito, el deseo de alcanzar tu pleno potencial... estas son las llaves que abrirán la puerta a la excelencia personal.
Así seguiremos.