Wang Tianchang, de 76 años, junto a hijo Wang Yinji, han vivido en el corazón del desierto durante treinta años. Padre e hijo han invertido su dinero en plantar árboles en la región. Gracias a sus incesantes esfuerzos, actualmente existe un oasis de 500 hectáreas - el tamaño de 680 campos de fútbol. Su dedicación no sólo ha logrado salvar su casa de la voracidad de las dunas de arena, también han realizado una extraordinaria contribución a la ecología de la región.