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El amor y sus 1.001 expresiones en China

  2017:02:14.17:05

BEIJING, 14 feb (Xinhuanet) -- El Día de los Enamorados, a pesar de la crítica procedente de ciertos aborrecedores extremados por no ser una festividad original de esta tierra (pues son los mismos odiosos que se quejan de todo y es razonable que los ignoremos), ha venido celebrándose con cada vez más importancia en China.

Indudablemente, la fecha del 14 de febrero, también conocida como el Día de San Valentín, se ha convertido en una importante ocasión romántica en China para que los enamorados se expresen el cariño mutuamente, al igual que el resto del mundo.

Sólo que los chinos han inventado expresiones del amor muy peculiares.

1. Origen

Originalmente -- según las creencias populares -- una fiesta pagana que data de la antigua Roma, en la cual las mujeres recibían latigazos con sangre de animal por pedir fertilidad (en serio), el Día de San Valentín fue mencionado como un día de festejo para los enamorados por primera vez en 1382, en los versos del escritor inglés, Geoffrey Chaucer.

Desde aquel entonces, los anglosajones han formado una tradición de escribirse entre los enamorados tarjetas de San Valentín, algo que se hizo popular en otros países a través de la comercialización del evento a partir del siglo XX.

El nombre de San Valentín proviene del patrón de los enamorados designado por la iglesia católica, y derivada de allí, la palabra de “valentine” en inglés significa el amor en el día de San Valentín o la tarjeta con frases afectuosas que se regalan ese mismo día.

Mientras en Inglaterra basta con una tarjeta y una botella de vino, llegando a China, el día se conoce poco de su origen sino como si fuera un festival para los comerciantes, pues por razones no muy lógicas, los novios chinos se creen obligados a consumir y pagar por el romanticismo.

 

2. Obligación

Una cena a la luz de las velas, novecientos noventa y nueve rosas, una caja de chocolate, se han convertido en regalos obligatorios que un novio ofrezca a la amada, por lo cual suben los precios de las rosas y del chocolate junto con el nivel de dificultad para hacer reservación en un restaurante de lujo en el día que supuestamente conmemora el amor y la amistad.

“Pues las 999 rosas tienen su significado de que el amor durará una eternidad, o algo así. Es como una obligación”, afirmó un joven de apellido Li en frente a una florería en la capital china. Había hecho su pedido con una semana de anticipación, me explicó, mientras la florista explicaba a unos otros clientes que las rosas se habían agotado para el día de hoy.

“No entiendo muy bien por qué, pero si no lo hiciera, sé que mi novia se enfadaría”, dijo Li al meter las flores en el maletero de su auto: Las llevará al restaurante donde cenará con su novia.

3. Un rechazo imaginario

“No no no, por favor, rechazaré regalos de ese tipo de cliché”, argumentó mi amiga Alicia, cuando le conté la teoría de Li sobre las “obligaciones”. “Si mi chico me hiciese regalos estereotípicos sin pensar, lo echaría afuera con una patada”, anunció.

Ella insistió en que un regalo para una ocasión especial debería ser resultado de mucha deliberación o duros esfuerzos.

O sea, ¿algo caro?

“Pues no pido que me muestre la etiqueta de precio, pero si es algo especial, probablemente le costará”, concluyó la joven entre risas.

Alicia es soltera.

 

4. El pragmatismo contra la convención social

“A comer, reglar flores e ir a un hotel para pasar un día romántico”, así es cómo el día de los enamorados se celebra en China por la mayoría, según confirmó mi amigo Nico.

“Nunca he hecho regalos con buqués de flores cortadas ni lo haré en el futuro”, proclamó el joven. “En mi opinión es un malgasto de dinero”.

Orgulloso de ser un pragmático, a Nico no le importa que le llamen tacaño. “No veo por qué participar en un evento sin sentido sólo porque todos los demás lo hacen, menos cuando me intentan obligar a gastar en cosas sobrevaloradas”, protestó.

Narró que salió una vez a un centro comercial con su novia de aquel entonces en el día de San Valentín, y le fue una experiencia que preferiría dejar en el olvido.

“Me acuerdo de mucha gente, mucho esperar en frente a cualquier restaurante, las deslumbrantes luces de neón que me dictaban a comprar en nombre del amor... Y lo que más molestaba eran los vendedores que me quisieran vender rosas”, contó.

“Me dijo uno de ellos, ‘Señor, ¡compra una rosa!’ en tono del maldito Shakespeare y se me llegó al límite máximo de aguantar”, dijo. “Me fui a casa y no he vuelto a celebrar esa fecha jamás”.

Nico negó la obligación del romanticismo, agregando que la mayoría de los chinos, sobre todo los jóvenes, no tienen el exceso de dinero para comprar 999 rosas ni para reservar un suite presidencial en un hotel de cinco estrellas.

Un hotel de dos estrellas con una cama, ducha de agua caliente y quizás un poco de ambiente podrá constituir todo el romance asequible para los pragmáticos, aseguró.

A propósito, una marca estadounidense de heladería ha hecho promociones de su eslogan en China, el que dice, “Si la quieres, llévala a comer XXXX (la marca)”, por lo cual, a pesar de la baja temperatura, los enamorados chinos optan por comer un fondue de helado en el 14 de febrero.

“Astuto es el comerciante, y estúpidos los consumidores que le siguen”, comentó Nico.

 

 

 

5. El amor que no se cotiza

Shelly recuerda vivamente la cita de hace ocho años, cuando todavía era una estudiante universitaria.

Su novio de aquel entonces viajó dos horas en bicicleta para ir a verla y otras dos horas con ella en el asiento trasero hacia el cine.

Los dos no tenían el fondo para pasar la noche en un hotel sino en la sala del cine, viendo un maratón de películas en celebración del día del amor.

Sin mucho lujo, pero a toda fuerza.

Bromeado que su novio una vez le regaló un par de aretes en forma de judías verdes, porque a ella le gustaba comer esa vegetal, Shelly definió a su novio como “un hombre demasiado heterosexual”, el que no entiende para nada la mentalidad femenina.

¿Y ahora? Shelly y su hombre están felizmente casados, como siempre describe el final de los cuentos de hadas, más dos gatos.

 

(Xinhua/Zhu Rui)

6. El romántico chino

Un delantal de color rosado, según lo que mi amiga Sandía publicó en su red social, fue el regalo que ella recibió de su marido con motivo del Día de San Valentín.

El significado, quizás, sería un ánimo para que ella, una profesional, empleada de una institución gubernamental, guapa e inteligente, y mamá de un angelito de cuatro años de edad, se dedicara aún más esfuerzo a las labores domésticas.

O para que ella evitara ensuciarse la ropa haciendo las tareas del hogar.

De toda manera, a ella no pareció mucho cumplido.

“Ello me ha vuelto a confirmar la voluntad de divorciarlo algún día......”, escribió Sandía en el pie de la foto.

En consuelo, Nieves comentó por debajo de la foto. “El mío me regaló flores plásticas una vez”.

Las flores plásticas, símbolo literario de la baratura, ahora son protagonistas de un chiste extraordinario, pero en el momento en que se presentaron como regalo de San Valentín, seguramente la joven novia no se sintió impresionada.

A Nieves no le fue mucha pérdida cuando las flores desaparecieron.

Diez años más tarde, su marido le confesó que le había roto el corazón al desecharse de las flores plásticas, pues “Las flores plásticas jamás se marchitarán”, explicó, como una metáfora del amor verdadero que es eterno.

Quizás así es la forma china de expresar los sentimientos ardientes, en metáforas y rompecabezas, porque son tímidos al exteriorizar lo que está adentro.

O, en cuanto al marido ingenioso que regaló un delantal, de hecho compró dos, uno de color rosado para su esposa, y otro de color negro para él mismo.

“Tal vez, quiere decirme que a partir de ahora, él se encargará más de los quehaceres domésticos junto a mi lado”, sostuvo su mujer.

Algo en su tono me convenció de que él ya está perdonado.

(Web editor: Rosa Liu, Rocío Huang)

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