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Cómo combaten la pobreza en las aldeas más pobres de China

Actualizado a las 19/06/2017 - 09:10
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CHANGSHA, 18 jun (Xinhua) -- A las 6:00 de la mañana de un miércoles, Hu Piyu despierta y se sirve de desayuno, una taza de fideos instantáneos. Como líder de un equipo de trabajo contra la pobreza destinado en la aldea de Hangka, en la provincia central china de Hunan, tiene ante sí una jornada ajetreada.

Además de las rutinarias visitas a familias con bajos ingresos, Hu planea inspeccionar unas obras de infraestructuras y una nueva granja en el pueblo y discutir medidas políticas de reducción de la pobreza con funcionarios locales.

Hangka es uno de los pueblos más pobres del área, con unos ingresos anuales per cápita inferiores a 2.000 yuanes (290 dólares) y cerca del 40 por ciento de sus 1.100 residentes todavía viviendo por debajo del umbral de la pobreza al cierre de 2014.

El 14 de junio de hace cinco años, el gobierno central chino escogió 14 regiones en situación de extrema pobreza como principales campo de batalla en su campaña contra esta lacra. Más de 500.000 funcionarios de casi todos los niveles fueron enviados a vivir en las aldeas para ayudar a los vecinos a salir de la pobreza.

Tan sólo en Hunan, 6.924 pueblos necesitan con urgencia ayuda contra la pobreza. A cada pueblo se suele enviar un equipo de trabajo con de tres a cinco miembros y a cada residente local se le asigna un funcionario para ayudarle a eliminar la pobreza.

UNA ALDEA TRANSFORMADA

Antes de asumir su cargo en enero de 2015, Hu era el subdirector encargado de recepciones oficiales en su ciudad y no tenía experiencia sobre reducción de la pobreza. Para ganar la confianza de los lugareños les ha visitado frecuentemente para conocer sus necesidades y deseos.

También solicitó formalmente fondos de reducción de la pobreza para mejorar las infraestructuras del pueblo. Los vecinos han visto aumentados sus ingresos por el desarrollo de una serie de proyectos como el cultivo de pimientos, kiwis, melocotones amarillos, tabaco y la cría de cerdos negros.

Gracias a los fondos reunidos por Hu, la aldea dispone ahora de una planta eléctrica fotovoltaica, un nuevo sistema de riego, agua corriente, iluminación callejera y acceso a internet, lo que ha mejorado en gran medida la calidad de vida de la población. Alrededor de 150 vecinos de 35 familias que vivían en las áreas más lejanas del pueblo se trasladaron a sus nuevas casas desde el comienzo de este año.

El pueblo no es la única cosa que ha cambiado. Hu ha adelgazado mucho, pasando de 90 a 75 kilos, porque dedica una media de 24 días al mes a trabajar en el terreno.

LA INTEGRACIÓN

A mediodía, Song Min y sus compañeros de pelotón han visitado cuatro familias con bajos ingresos en el pueblo de Ranglie, no lejano de Hangka y habitado mayoritariamente por gentes de la etnia miao.

En su cuaderno, Song garabatea sugerencias de los vecinos y sus propias ideas.

"Este es mi cuarto cuaderno desde que soy funcionario responsable de luchar contra la pobreza", dice

El pueblo miao tiene una fuerte conciencia de su propia cultura y tierra, lo que a veces hace más difícil el trabajo de Song Min. Tras ocho meses de esfuerzos, el equipo que Song comandaba seguía siendo incapaz de obtener tierra para construir un centro multiusos para la pueblo.

Para integrarse mejor, Song visita casi todas las noches a familias locales a las que lleva una botella de licor local y un kilo de carne de cerdo salada.

"A los vecinos les gusta beber licor y si no tomas una o dos copas cuando vas a sus casas pensarían que no eres lo suficientemente sincero", asegura.

Pasados dos meses, los vecinos ya empezaban a aceptar a este funcionario provincial como uno de ellos. Incluso los señores más ancianos de la aldea le saludaban calurosamente en el idioma miao dondequiera que le encontraran.

"Cada decisión se tomaba tras discusiones completas con aldeanos, teniendo en consideración sus consejos. Cuando estén seguros de que las cosas que hacemos son por ellos y actuamos de todo corazón, nos aceptarán incondicionalmente", confiaba.

Sus esfuerzos por conocer a los vecinos de la aldea han surtido efecto. El año pasado, Song y sus compañeros tardaron sólo un mes en conseguir el terreno para construir una planta eléctrica fotovoltaica.

"También estamos construyendo un parque industrial y hemos terminado todas las obras de infraestructuras. Mi prioridad ahora es formar bien a los funcionarios locales antes de marcharme, con el fin de dejar aquí un equipo de trabajo contra la pobreza que nunca abandone", espera Song, que ahora luce bronceado y viste las mismas ropas tradicionales que los demás lugareños.

CREAR CONFIANZA

A medida que anochece, Xiao Shijun termina su trabajo diario de visitar a familias en la aldea de Shuiyuan, otra comunidad atrasada de Hunan, donde trabaja al frente de un grupo de lucha contra la pobreza.

Tras descansar un rato empieza a apuntar en su teléfono móvil unas breves notas del día y actividades para el día siguiente. En la memoria del aparato deja guardada una lista de tareas pendientes con cientos de entradas: "Huang Qiusheng tiene mala vista y vive solo al otro lado del río; por favor, visítesele todos los días; Zhou Wanhua sufrió un derrame cerebral agudo y recibe tratamiento en un hospital de la ciudad, por favor, consígase dinero para pagar sus gastos médicos..."

Xiao tiene problemas de visión por pasar demasiado tiempo ante la pantalla del teléfono celular durante sus movidos desplazamientos en coche por sinuosas sendas de montaña. En uno de ellos empezó a marearse y cerró los ojos un momento para descansar. Pero en su mente todavía estaba preocupado por un aldeano que había sido diagnosticado de cáncer.

"Muchos aldeanos volvieron a caer en la pobreza como consecuencia de enfermedades o desastres naturales. Yo nací y crecí en el campo y tuve contacto con habitantes pobres cuando trabajaba en una oficina de peticiones del gobierno local, así que puedo sentir su dolor y preocupaciones", afirma.

Gracias al duro trabajo de Hu, Song, Xiao y cientos de miles de funcionarios como ellos, más de 10 millones de habitantes rurales lograron decir adiós a la pobreza cada año entre 2013 y 2016.

Después de la cena, Xiao camina hacia la casa del secretario del pueblo para una conversación informal, principalmente sobre las familias pobres.

"Antes, la presión venía de la desconfianza de los residentes, y ahora de que confían plenamente en nosotros", dice.

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