Zhang Yimou y Gong Li presentaron en el 43ro Festival de Cine de Cannes en 1990.
Ellos le comentaron que la actriz tenía escarceos amorosos con otros hombres y sembraron las semillas de la desconfianza. Zhang Yimou, una persona incómoda con la comunicación que no esté relacionada con su trabajo, nunca se enfrentó a Gong para aclarar las cosas. Y a Gong le tomó mucho tiempo darse cuenta de la verdadera causa de la ruptura. Por eso, durante la filmación de "La maldición de la flor dorada" (2006), exigió en el contrato que bajo ninguna circunstancia Zhang Weiping o su esposa se dirigieran a ella.
Zhou argumenta que el director le entregó demasiada responsabilidad a su productor. La terquedad, escribe, cuando se combina con incredulidad, a menudo conduce a una extrema vulnerabilidad.
Episodio tras episodio, Zhang Yimou creía en su productor, sin verificar sus afirmaciones, algo que habría sido tan fácil de hacer como levantar un teléfono y preguntar a la persona implicada. Hasta hace muy poco, el director no tenía un agente ni un abogado y firmaba documentos legales sin ni siquiera leer la "letra chica" o quedarse con una copia.
Zhou atribuye esta debilidad a su extrema tímidez, si de asuntos personales se trata. Zhang Yimou no indaga sobre la familia de sus empleados. No conoce ni siquiera cómo se escribe el nombre de su asistente personal, que trabaja con él desde hace mucho tiempo. Sin embargo, cuando habla de trabajo puede hacerlo hasta altas horas de la madrugada.
Zhou dice que al unirse a su equipo, decidió no ser una "complaciente" del director sino decir la verdad. La tarea de encontrar posibles historias y guionistas para futuros proyectos, hizo que Zhou a menudo entrara en discusiones acaloradas con el cineasta sobre aspectos específicos de su trabajo, debates tan candentes que personas inexpertas podrían confundir con una pelea verbal.