BUENOS AIRES, 9 nov (Xinhua) -- El fútbol argentino cierra una temporada inédita, con un torneo extenso de 30 equipos producto de una reforma que tiene más que ver con el costado político de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que con lo deportivo.
Más allá del inobjetable título de Boca Juniors, que a través de su poderío económico supo hacer valer el peso de sus individualidades a lo largo de las 30 fechas, el torneo mostró pocos signos de buen fútbol, y evidenció la crisis por la que atraviesa el deporte más popular de la Argentina.
Con los estadios a merced de los violentos en más de una oportunidad, los encuentros se jugaron muchas veces con escasa cantidad de público, más allá de los equipos con gran convocatoria.
Por si fuera poco, la ampliación de la cantidad de participantes provocó la aparición de clubes cuyo nivel futbolístico distó mucho de lo que requiere una Primera División de uno de los países más competitivos del planeta.
Así, equipos como los descendidos Crucero del Norte y Nueva Chicago, Temperley, Sarmiento de Junín o Aldosivi de Mar del Plata sufrieron en reiteradas oportunidades la diferencia de nivel con aquellos clubes con más tradición dentro de la elite del fútbol argentino.
Con el torneo finalizado, quedó claro que la decisión de introducir 10 equipos más a los 20 participantes tradicionales del torneo de Primera respondió a la necesidad del fallecido presidente de la AFA Julio Grondona, de asegurar su poder con el apoyo precisamente de los clubes que vieron, tal vez, la única posibilidad de ascender a la máxima categoría a través de la "innovación" de los 30 equipos.
Tampoco la extensión del torneo, que se jugó entre febrero y noviembre, evitó la continua salida de los directores técnicos: 14 entrenadores fueron despedidos, mientras que otros cuatro anunciaron su salida para el final del campeonato, aunque por diferentes motivos.
Desde lo futbolístico, el campeonato argentino no mostró demasiadas novedades, aunque sí ratificó la saludable tendencia a apostar a un juego más ofensivo, y muchos equipos terminaron jugando con 3 delanteros y varios volantes con vocación de ataque.
En ese contexto, el "Xeneize" dominó el torneo casi de principio a fin, salvo un post eliminación a manos de River en los octavos de final de la Copa Libertadores de América, escándalo de violencia incluida.
Claro que el equipo de Rodolfo Arruabarrena se vio beneficiado por la "licencia" que se tomó River Plate durante el 2015, ya que apuntó todos los cañones al plano internacional, ganando la Copa Libertadores de América después de 19 años, obteniendo la Recopa Sudamericana, y aguardando por el Mundial de Clubes de Japón, que lo puede cruzar con el Barcelona de España en una eventual final.
Además, San Lorenzo, otro de los animadores que tuvo el torneo, sintió el desgaste y la falta de recambio al no poder aprovechar la victoria que logró a 6 fechas del final en La Bombonera, que lo puso circunstancialmente puntero del campeonato.
Pero sin dudas, el equipo que más sorpresa generó fue Rosario Central, que con un técnico debutante como Eduardo Coudet, apostando a un juego totalmente de ataque, agresivo, peleó el torneo hasta el final y hasta cayó en la final de la Copa Argentina precisamente ante Boca, perjudicado claramente por un arbitraje bochornoso.
El "Canalla" rosarino tuvo además al goleador de la temporada, Marco Ruben, que tras regresar de su paso por España, mostró un nivel que lo puso en la consideración del propio entrenador del seleccionado argentino, Gerardo Martino, y culminó el año nada menos que con 25 tantos.
Pero más allá de las cuestiones estrictamente futbolísticas, el torneo de 30 equipos evidenció la falta de organización del fútbol argentino, que además transita horas de una batalla política sin precedentes por la sucesión de Grondona.
A tal punto resultó inexplicable la ampliación del cupo de clubes en Primera, que los dirigentes estuvieron a punto de volver atrás la medida antes del inicio, y ya concretaron un cronograma para reducir paulatinamente a 22 la cantidad de participantes para la temporada 2020/2021.
En el medio, la decisión puramente electoralista de permitir el retorno del público visitante en algunos encuentros, vedados de los estadios desde hace dos años.
La experiencia mostró que nada ha cambiado en cuanto a la violencia en los estadios: dos semanas después de su implementación, el delantero Pablo Lugüercio, de Aldosivi, sufrió una pedrada en un ojo que partió desde la tribuna donde se encontraban aficionados de Lanús, visitante en Mar del Plata.
Asimismo, el tema arbitral no pasó desapercibido, y el escándalo en la Copa Argentina puso en evidencia un sistema sospechado desde todos los sectores, que además también vive una puja interna entre los dos sindicatos que agrupan a los jueces.
Así, el fútbol argentino cierra un año que quedará en el recuerdo por lo absurdo de su organización, las falencias arbitrales, la violencia en los estadios y el escaso vuelo futbolístico, atenuado quizás por la llegada de algunos futbolistas de elite como Carlos Tevez, Daniel Osvaldo (con un paso apenas regular) o Marco Ruben.
Ahora, queda esperar la resolución sobre la conducción en la AFA, a partir de las elecciones que se realizarán en diciembre, y la necesidad de que dentro de la dirigencia comience a imperar un poco más la sensatez, para devolverle al torneo argentino la grandeza que supo tener.