La casa de Yang se derrumbó durante esos años. Ahora no tiene hogar.
Desde hace 10 años, Yang vive en completa soledad.
"Pensé en suicidarse", dijo Yang. "Vivir así cada día era una tortura. No tenía idea cuál sería mi último día".
Yang llegó a pensar cómo llegó a contraer la enfermedad, y llegó a la conclusión de que sólo pudo haber sucedido cuando una vez vendió su sangre en 1992.