NUEVA YORK, 15 ene (Xinhua) -- Los chinos no están contentos con la situación de conflicto con la economía estadounidense, al igual que el presidente electo Donald Trump, pero los dos países tienen que seguir trabajando juntos para favorecer sus propios intereses, indicó un experto estadounidense.
Farok Contractor, un distinguido profesor de la Escuela de Negocios Rutgers, hizo los comentarios en un artículo publicado hoy en su página de Internet.
De acuerdo con la investigación de Contractor, sumando las exportaciones y la inversión extranjera directa entre China y Estados Unidos, el número máximo de empleos creados por tales actividades en China se ubica entre 17,79 y 17,99 millones, mientras que en Estados Unidos asciende a cerca de 1,6 millones.
Además de los empleos, otras consecuencias de la interdependencia de los dos países son muy importantes como para ser descuidadas.
Muchos estadounidenses culpan a China del masivo déficit comercial de Estados Unidos. Sin embargo, ¿qué pasaría con los consumidores estadounidenses si el país reemplaza las importaciones chinas con manufacturas estadounidenses?
Con base en los datos económicos pertinentes de los dos países en 2016, Contractor calculó que los clientes estadounidenses hubieran pagado en 2016 un costo adicional de 295.170 millones de dólares, o 2.380 dólares por hogar.
Además, el cálculo anterior sólo es para productos de consumo y no incluye las importaciones estadounidenses de productos industriales de China.
El gobierno chino reinvierte la mayor parte de su superávit en bonos del Tesoro de Estados Unidos, los cuales se ubican entre 1,2 y 1,8 billones de dólares.
Trump afirma que la pérdida de empleos estadounidenses es "el mayor robo en la historia del mundo". La afirmación es engañosa y sólo es verdad en una pequeña parte.
Los analistas informados, como la Escuela Wharton, concluyen que por cada empleo perdido en Estados Unidos a causa del comercio internacional entre 1980 y 2016, se han perdido otros tres o cuatro por la automatización, la robótica, las tecnologías de la información y otros detonantes de la productividad.
Si China no existiera en el planeta, otros países de bajos salarios, como Vietnam, India o Bangladesh, llenaría su lugar. Cientos de millones están dispuestos a trabajar por menos de un dólar la hora.
Por consiguiente, la propuesta de Trump de traer los empleos "de vuelta a Estados Unidos" es viable, pero no económicamente factible. Cientos, quizá miles, de fabricantes chinos enfrentan crecientes salarios y una escasez de trabajadores calificados (tras la política de Un Solo Hijo) ya los han llevado a tomar la iniciativa de cerrar operaciones en China y reubicarse en Vietnam, Bangladesh y otros países.
Si la administración Trump realmente cumple su amenaza de imponer un arancel de 45 por ciento sobre los productos chinos, es poco probable que la producción regrese a Estados Unidos de forma significativa. Otros países como India, Lesoto y Bangladesh cubrirían el vacío.
Sin embargo, la interrupción resultante de las cadenas de valor global añadirían costos anuales de miles de millones e incrementarían en cientos de dólares per cápita los precios para los compradores estadounidenses.
En los últimos años, está creciendo rápidamente la preocupación por la inversión china en Estados Unidos.
Las compañías chinas invirtieron un récord de 45.600 millones de dólares en la economía estadounidense en 2016, el triple que en 2015 y diez veces más que la inversión anual de hace apenas cinco años, según Grupo Rodio.
Contractor considera que la administración Trump no tiene que estar alarmada por dos importantes razones.
Primero, las mayores inversiones individuales de China se encuentran en sectores inocuos como bienes raíces, hostelería y servicios financieros en los que la tecnología no representa ningún problema.
En segundo lugar, incluso en los sectores delicados como la tecnología informática y las ciencias de la vida, el Comité de Inversión Extranjera en Estados Unidos puede, y ha, prohibido la inversión extranjera en sectores considerados delicados o en los que los servicios de inteligencia o el Departamento de Comercio han advertido de un peligro para la constante competitividad de las empresas estadounidenses.
China y Estados Unidos, que representan el 40 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial y el 23 por ciento de la población mundial, se necesitan el uno al otro, concluyó Contractor.