El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, podría sentirse frustrado después de su viaje por Asia-Pacífico recién concluido.
En medio de una deslucida economía nacional y de incertidumbres por la política de Estados Unidos en la región, Abe seleccionó cuidadosamente cuatro naciones del Pacífico: Filipinas, Australia, Indonesia y Vietnam, como su destino.
Sus motivos fueron claros: incitarlos a retomar el asunto del Mar Meridional de China, y buscar un papel líder en la región mientras "el primer Presidente del Pacífico de Estados Unidos", Barack Obama, deja el cargo.
Sin embargo, Abe probablemente se sienta decepcionado. Para empezar, el asunto del Mar Meridional de China contra China no ha sido retomado como Abe esperaba.
En Filipinas, Abe mencionó intencionalmente el llamado laudo arbitral en un caso presentado por el anterior gobierno de Filipinas contra China por disputas territoriales marítimas. Sin embargo, el presidente Rodrigo Duterte no hizo mención directa de las disputas.
En Vietnam, Abe prometió ofrecer nuevos barcos patrulla al país para impulsar su capacidad de aplicación de la ley marítima. No obstante, Vietnam se ha comprometido a abordar las diferencias marítimas con China y salvaguardar en conjunto la paz y la estabilidad del Mar Meridional de China.
El compromiso fue asumido en un comunicado conjunto emitido por China y Vietnam durante una reciente visita oficial del secretario general del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam, Nguyen Phu Trong, a China.
Por otra parte, Abe también busca el apoyo de esos países para hacer que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, mantenga el compromiso de Washington con la región.
Durante el viaje, Abe también hizo esfuerzos de último minuto para salvar el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), la pieza central de la política "pivote a Asia" de Obama. El acuerdo de libre comercio incluye a 12 países de la Cuenca del Pacífico pero excluye a China.
Sin embargo, si Washington continúa con su política de Asia-Pacífico no es por el llamado de Tokio. Trump ha dicho que planea abandonar el TPP, lo que volvería obsoleto al acuerdo comercial.
Cada vez más países se adhieren al Area de Libre Comercio de Asia-Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés), que fue lanzada en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Beijing en 2014 con un mapa de ruta. Logró un progreso sustancial después de que un estudio colectivo sobre el FTAAP fuera aprobado en la cumbre 2016 de APEC en Lima.
Al incluir a las 21 economías de APEC a través de la liberalización comercial, la FTAAP una vez establecida, se convertirá en la zona de libre comercio más grande del mundo, ya que abarcará a 57 por ciento de la economía global y cerca de la mitad del comercio mundial.
Además, el cooperación entre Japón y los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) no puede obstaculizar la colaboración mutuamente benéfica y el diálogo entre Asean y China.
En los últimos 25 años, China y la Asean han fortalecido su diálogo estratégico, impulsado su confianza política mutua y profundizado su cooperación práctica en varios campos como el comercio y la economía, la interconectividad y la seguridad.
Actualmente, China es el mayor socio comercial de la Asean y ésta es el tercer mayor socio comercial de China. El comercio bilateral aumentó a 472.160 millones de dólares en 2015 con una tasa de crecimiento anual de 18,5 por ciento desde 1991. Se espera que el comercio anual llegue a un billón de dólares para el 2020.
La contribución correspondiente de Japón para ayudar a impulsar las economías menos desarrolladas en la región a pesar de su aletargada economía es bienvenida. Pero ninguna forma de cooperación económica debe realizarse a costa de la paz y la estabilidad regionales.
Es recomendable que Japón deje de buscar problemas en Asia-Pacífico, abandone su mentalidad de suma cero y se adhiera a la cooperación de ganar-ganar, para beneficio de la región y del mundo entero, incluido él mismo.