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Gobierno de Temer cumple un año en Brasil con dificultades para recuperar economía

Actualizado a las 13/05/2017 - 09:21
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El gobierno del presidente de Brasil, Michel Temer, cumple hoy un año, durante el cual enfrentó dificultades para recuperar la economía, luego de que la ex presidenta Dilma Rousseff fue apartada del cargo para ser sometida a juicio político.

Temer asumió la presidencia interina de Brasil el 12 de mayo de 2016 y en forma definitiva el 31 de agosto, para cumplir un mandato hasta el 31 de diciembre de 2018 con el desafío central de recrear la confianza económica y retomar la senda del crecimiento.

El Producto Interno Bruto (PIB) brasileño sufrió caídas de 3,8 por ciento en 2015 y de 3,6 por ciento en 2016, y el crecimiento de la deuda pública llevó a las agencias calificadoras de riesgo a retirar en ese proceso el "grado de inversión", que consagra la capacidad del país de honrar sus compromisos.

El gobierno cuenta con una sólida base en el Congreso y consiguió aprobar importantes medidas de ajuste promovidas por el equipo económico liderado por el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, pero las señales de la economía son aún contradictorias.

Del lado positivo, la desvalorización del real en 2016 dio un fuerte impulso al comercio exterior, con saldos récord que ayudan a mantener las cuentas externas bajo control, con un déficit administrable.

La inflación, que permaneció en los últimos dos años en los niveles más altos en tres décadas, cayó casi 4 por ciento, por debajo del centro de la meta oficial.

En cuanto al balance del sector productivo, éste se mantiene negativo, con pérdida de empleos y estancamiento en la industria, el comercio y los servicios.

La mayor victoria parlamentaria fue la aprobación, en diciembre pasado, de una enmienda constitucional que estableció un techo a los gastos públicos por 20 años.

La medida fue bien recibida por el mercado financiero por ofrecer mejores condiciones para reequilibrar la brecha fiscal, pero al mismo tiempo limitó la capacidad de inversión del Estado.

Con el fin de apuntalar la actividad económica, el Banco Central inició en octubre pasado un proceso de flexibilización monetaria, al reducir la tasa básica de interés Selic de 14,25 a 11,25 por ciento.

La perspectiva es que los cortes continúen hasta llevar los intereses a 8,5 por ciento en el curso de este año.

Para la economista en jefe de XP Inversiones, Zeina Latif, el gobierno ha hecho los méritos suficientes para acelerar la caída de los intereses, pero consideró necesario acompañar de cerca las reformas enviadas al Congreso.

"Este año no vamos a recoger los frutos de la política monetaria, que serán recogidos a partir del año que viene", dijo.

Desde inicios de este año, el presidente Temer y el ministro Meirelles anunciaron la recuperación del crecimiento económico, pero hasta este momento los datos oficiales no han confirmado ese diagnóstico.

Los analistas del mercado prevén un crecimiento de 0,5 por ciento este año, con un desempleo actual de 13,7 por ciento y un alto nivel de endeudamiento de las familias.

Para el economista José Luiz Oreiro, de la Universidad de Brasilia (UnB), la ausencia de una recuperación económica más rápida debilita al gobierno.

"La economía ya debía estar dando señales de recuperación. Las señales que tenemos ahora son ambiguos, algunos indicadores presentan mejoras, otros empeoraron. El desempleo va a continuar creciendo en los próximos meses", consideró.

Los problemas para la recuperación de la confianza se vinculan también a un fuerte rechazo de la población a la gestión del gobierno, criticado por un sector de la población como ilegítimo y por otro debido a la presencia de figuras asociadas a prácticas ilegales.

Según una encuesta divulgada la semana pasada por el instituto Datafolha, sólo 9 por ciento de los brasileños apoya al gobierno Temer y 85 por ciento demanda elecciones generales anticipadas.

Además, numerosos funcionarios están asociados a graves denuncias de corrupción.

De acuerdo con un lista divulgada por el Supremo Tribunal Federal (STF), ocho miembros del gabinete ministerial y un centenar de legisladores están bajo investigación en el ámbito de la operación "Lava Jato" (Lavadero).

Para mantener la adhesión del "establishment" económico, la apuesta de Temer y su equipo es conseguir la aprobación en el Congreso de dos reformas ambiciosas que encuentran mucha resistencia entre la población.

La reforma laboral puede dejar en segundo plano la legislación para dar prioridad a los acuerdos directos entre patrones y empleados, y puede habilitar una mayor flexibilización del mercado de trabajo.

En tanto, la reforma de la seguridad social propone elevar la edad mínima jubilatoria para hombres y mujeres y el número de años de contribución necesarios para recibir un beneficio integral.

A finales de abril, una huelga general convocada por todas las centrales sindicales del país unidas contra las reformas tuvo una fuerte repercusión, y nuevas manifestaciones unitarias son anunciadas a partir de la semana próxima.

La ansiedad popular se refleja en la consolidación del ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, mentor político de la destituida Rousseff, como el candidato favorito para las elecciones generales de 2018.

El presidente Temer, en respuesta a sus adversarios, reiteró este viernes que no gobierna "preocupado en la popularidad, sino en el crecimiento de Brasil".

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