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El mito sobre la "diplomacia de chequera" de China

Actualizado a las 14/05/2017 - 10:32
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BEIJING, 13 may (Xinhua) -- A medida que aumenta la popularidad de la Franja y la Ruta, también lo hacen los conceptos erróneos y las mentiras descaradas.

Uno de los mitos más populares es el de la "diplomacia de chequera" de China.

Un artículo reciente del diario indio Deccan Chronicle sugirió que "China está usando la 'diplomacia de chequera' para hacer amigos y adquirir inmuebles estratégicamente localizados en tierras extranjeras" como parte de la estrategia de la Franja y la Ruta.

El comentario se produce cuando China comienza a emplear sus considerables músculos económicos y desempeñar un papel más central en los asuntos económicos y de gobernanza globales, como debería ser, dado su estatus de segunda economía más grande del mundo y fuerza impulsora detrás del crecimiento mundial.

No es la primera vez que la frase ha sido pronunciada. La agencia de noticias Reuters describió el establecimiento del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras en 2015 como el momento en que "la diplomacia de chequera de China llegó a la mayoría de edad", y el periódico Financial Times informó en 2016 que "China aplica la diplomacia de chequera en el sudeste asiático".

"La chequera" da la sensación de que el gobierno puede disponer del dinero a discreción o capricho, sin ninguna expectativa real de retorno. En línea con este sentido, así podría describirse casi toda la ayuda internacional a través de la cual los ricos regalan o prestan parte de su riqueza nacional a los que no tienen.

Pero a diferencia de la ayuda tradicional de Occidente, China rara vez da apoyo presupuestario u otras formas de donaciones monetarias a gobiernos extranjeros. Las maletas llenas de efectivo no son la manera china. China prefiere verse a sí misma como un país que "enseña a los demás a pescar" en lugar de aquel que simplemente les prepara platos de pescado y patatas fritas.

Los acuerdos de la Franja y la Ruta son en su gran mayoría proyectos de cooperación. China primero descubre lo que los países destinatarios necesitan, y luego trabaja con ellos para ayudarles, en la medida de lo posible, a cumplir sus propios objetivos, valiéndose de sus propias fuerzas y con el apoyo de China.

En segundo lugar, la diplomacia de talonario implica mostrar algún vago beneficio económico frente a los ojos de un país necesitado y esperar recibir un favor diplomático a cambio.

China no está tratando de comprar amigos.

Este no es un Plan Marshall.

China no tiene una camarilla de aliados a los que persuadir o enemigos a los que coaccionar. La Franja y la Ruta está abierta a todos. Los beneficios están abiertos a todos. La inversión está abierta a todos. Lo que es bueno para el vecino, en general, es bueno para uno mismo.

La Franja y la Ruta no es una "tabla mexicana" geopolítica. Por ejemplo, a ningún país participante se le ha pedido que elija bando. Los países de la Franja y la Ruta cooperan para el beneficio económico mutuo, no para forjar alianzas, ni para separar a los de dentro de los de fuera.

Por último, el término diplomacia de chequera niega la rentabilidad de la mayoría de los proyectos de la Franja y la Ruta. La Franja y la Ruta no es una ficción filantrópica. Se trata de un sólido proyecto empresarial creado con la intención de obtener beneficios para los inversores y las partes interesadas.

Los préstamos y la inversión no son una ayuda gratuita. Los préstamos necesitan ser servidos y reembolsados. Incluso los bancos de política no están dispuestos a prestar dinero a proyectos que no se pueden financiar.

Un banco de desarrollo sigue siendo un banco, no una entidad caritativa o una raqueta de protección. Algunos grandes proyectos de infraestructura pierden dinero al principio, pero los bancos no prestan a proyectos que no tienen capacidad para obtener ganancias a largo plazo.

Este es también el caso de la inversión, que no se puede imponer a una empresa. Son las compañías privadas de China las que están liderando el impulso de las inversiones, superando a las estatales en inversiones en el exterior.

Las firmas invierten porque ven oportunidades, no porque el Gobierno se lo pide. Ellas usan el dinero de sus accionistas para lograr el mejor y más sostenible retorno que les sea posible.

¿Qué hay de malo en que los países alcancen acuerdos mutuamente beneficiosos? Quizás el problema es que los acuerdos que China pacta en la actualidad son a menudo muy grandes. Pero, ¿no son los problemas que el mundo en desarrollo enfrenta "bastante grandes"?

Muchos países ricos y desarrollados de Occidente han tenido muchas oportunidades para resolver los problemas masivos que aquejan a los países pobres, pero por alguna razón, estos problemas persisten.

¿No debería ser aplaudida la segunda mayor economía del mundo -tan recientemente una nación genuinamente pobre- por tratar de usar parte de su nueva riqueza para ayudar a construir un mundo mejor?

China no viene a resolver los problemas de los demás, sino que está dispuesta a ayudar a otros a resolver los suyos.  

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