En Beijing, los inmigrantes viven una vida real y no pretendida
Un reciente artículo en línea titulado "20 millones de chinos fingen tener una vida en Beijing" se volvió viral en Internet. [Foto: CGTN]
Beijing, 02/08/2017 (El Pueblo en Línea) -¿Cenaste con tus compañeros de colegio o viejos amigos este año? ¿Son los mismos que, a menudo, cenan contigo? ¿Normalmente vas a recibirlos en aeropuertos o estaciones de trenes? ¿Y acaso no vas al Wukesong Arena para apoyar el equipo de baloncesto de Beijing o al Estadio de los Trabajadores para animar al Beijing Guo'an?
Si tus respuestas son positivas, entonces eres de los inmigrantes de primera generación que residen en Beijing, aquellos que no poseen ninguna propiedad heredada ni tienen planes de viajar al extranjero. De hecho,tu vida en Beijing es un hecho suficiente, o tal vez podría ser un "amago insuficiente", si atendemos lo expresado en un nuevo artículo que ha provocado un inusitado debate en las redes sociales chinas.
El artículo "20 millones de chinos fingen tener una vida en Beijing", ha sido leído por 5 millones de personas en apenas dos días.
Esencialmente, el artículo afirma que Beijing sigue diseñada a favor de sus residentes "nativos". Debido a esto, los forasteros sin propiedades patrimoniales están condenados a perseguir desesperadamente el sueño de llegar algún día a ser dueños de un apartamentico. Aquellos que logren adquirir la divina propiedad, seguirán viviendo en la capital de China y a los que no, les tocará hacer las maletas y regresar a sus ciudades natales o, como un frágil consuelo, fingir que viven (sobreviviendo) en la grandiosa Beijing.
Después de leer este artículo, caí en cuenta de que estaba lleno de generalizaciones precipitadas basadas en las frustraciones personales del autor con relación a su vida en Beijing.
Y sinceramente me sorprendió de que hubiera creado tal revuelo en las redes sociales chinas.
Aunque algunas observaciones del autor son exactas, no podemos ignorar los errores de lógica que el texto padece. Por ejemplo: afirma que la gente apenas dispone de tiempo para encontrarse con amigos o recibirlos en el aeropuerto, lo que indica la poca importancia que le otorgan los residentes de Beijing a las relaciones sociales. Además, el autor intenta legitimar la nostalgia por el terruño "dejado atrás" como una forma de rechazo al modo de vida de Beijing.
Como residente en Beijing de primera generación, también respondí afirmativamente a las preguntas iniciales, aunque mi punto de vista es diferente al que desarrolla el autor del "famoso" artículo.
Es cierto que sólo celebro una o dos cenas al año con mis amigos de Beijing, pero hablamos casi todos los días por WeChat y, al menos, viajo fuera de Beijing una semana cada año.
Las personas que viven en ciudades como Shanghai, Guangzhou o Londres, Nueva York o cualquier otra metrópoli del orbe también exhiben el mismo sentido de frialdad con respecto al latido de las megaciudades.
Puede que en la última década no haya visitado muchas de las principales atracciones turísticas de Beijing, pero eso no significa que no las admire. Siempre anhelo visitar el Museo del Palacio Imperial, sobre todo cuando la capital recibe las primeras nevadas.
Mi esposa es nacida y criada en Beijing y yo nací en Sichuan. Debido a que la cocina de Beijing me resulta insípida, cosquilleo mi paladar ensayando platos de Sichuan en casa o degustando auténticos manjares en los restaurantes de Sichuan que existen en Beijing.
Mi esposa, como cualquier otro residente de Beijing, puede hablar el dialecto de Beijing con fluidez nativa, realidad que le resulta díficil seguir a los que no son de la capital. Sin embargo, ella prefiere no hablar de esa manera porque la mayoría de nuestros amigos y colegas no son nativos de Beijing. El chino estándar es nuestra herramienta elegida para comunicarnos y estar cómodos.
Es cierto que los astronómicos precios de la vivienda en Beijing perjudican el sentido de felicidad de muchos residentes en la ciudad. Pero lamentablemente, este es un problema que padecen la mayoría de las metrópolis del mundo.
Sin dudas, elegimos vivir en ciudades más grandes porque ofrecen mejores oportunidades de trabajo, un ambiente social más equitativo, una atmósfera cultural más diversa y brinda mejores oportunidades de educación para nuestros hijos.
En cuanto a los altos precios de la vivienda, los eternos tiempos de desplazamiento dentro de la ciudad y los elevados niveles de contaminación del aire, son obstáculos que hay que saber sortear y convivir con ellos.
Créanme, nosotros no pretendemos vivir en Beijing, vivimos.
(Web editor: Elena G., Rosa Liu)