BEIJING, 16 oct (Xinhuanet) -- Por suerte los chinos no responden el racismo o la indiferencia con los que suele tratarselos en otros países y los extranjeros estamos muy bien aquí.
Es interesante ver a los extranjeros en este país, son otro espejo para entender lo que está sucediendo en el país. Intentemos una clasificación, un poco falsa como toda clasificación. Y sobre todo cuando tiene esto que ver con cuestiones humanas.
Están los sinólogos. Lamentablemente son los menos. Extrañamente los sinólogos no gustan de vivir en China: dan clases en universidades en París o en Estados Unidos.
Están los chicos de Sanlitun, los sanlituneros. Son los más jovencitos (ay: cuando uno empieza a odiarlos es que ya ha llegado a una cierta edad). Están en este país como si en Disneylandia estuvieran. No suelen aportar nada demasiado interesante, ni para ellos ni para nadie. Es fácil reconocerlos: sus peinados imitan a los de los jugadores de fútbol de la liga inglesa.
Están por otra parte los profesores de inglés. Tampoco suelen ser muy interesantes, están acá solamente por un sueldito.
Luego están los estudiantes: algunos están en este país por interés genuino y no solamente para gastar la juventud. Aprenden bien chino y muchos deciden quedarse.
Lo que se necesitan, lo que hace falta, son los males poetas, cómo dice el poema de Fogwill: “Se necesitan malos poetas. /Buenas personas, pero poetas /malos. Dos, cien, mil malos poetas/ se necesitan más para que estallen /las diez mil flores del poema”.
Hace algunos años me contactó un editor que hace libros llamados “el español en Berlín”, “el español en Nueva York”, etc. Se trata de antologías de escritores hispanos que viven en esos países. Me pidió entonces que hiciera uno llamado “El español en Pekín”. Me puse con todo el entusiasmo a preparar el libro. Pero no pude encontrar la cantidad suficiente de escritores. Una pena.
Eso con los años está cambiando y cada vez son más los malos poetas que recalan en estas tierras, es verdad. Hace poco se hizo un congreso de literatura donde se charló de estos temas. Era en una montaña, en un lugar hermoso. En un hermoso templo rodeado de silencio y viento seco.
Y bueno: muchos decían que China era lejos de sus países de origen, que era muy diferente. Qué otra razón puede haber. El gran salto cultural de un país a otro es una sin duda. Pero también podría ser un aliciente.
A propósito de esto podría contar la idea de un libro que estamos armando con editores chinos y mexicanos y escritores de toda Latinoamérica y China. El libro se llama tándem. La idea es reflejar como se trata un tema en la ficción de los distintos países. Es un propósito que no lleva a respuestas certeras, pero puede echar algunas luces interesantes.
El tema elegido fue animales. Vamos entonces a elegir autores chinos y latinoamericanos que hablen de dicho tema o que lo rocen en sus ficciones. Y bueno: hasta ahora el resultado ha sido muy interesante. Estamos eligiendo autores nacidos después de 1975, como para trazar alguna línea generacional. Voy a compartir una sorpresa. Yo he elegido ya a varios autores, y los editores chinos han hecho lo mismo. Hace unos días nos pusimos a contrastar el material y encontramos que había un cuento espejado. Increíble. Los escritores no se conocían entre sí ni se habían leído entre ellos.
Estoy hablando del cuento “Charles Bionic visita Alejandría” del escritor argentino Anibal Castillo y el que hemos traducido como Todos se van, de la escritora yunnanense Wei jie. En el primero un gran caballo visita un castillo vacío anda perdido hasta que encuentra un hombre trabajando sobre una mesa de laboratorio: “yo soy Charles Bionic -dice el personaje-, pero no soy real”. En el otro, en el de Wei jie -recuerdo que los escritores no se conocían ni se habían leído. Un hombre visita un pueblo abandonado y se encuentra con una tortura subida arriba de un árbol “soy Baibai -le dice ella- hace mucho que cree este pueblo, sus ríos y sus casitas, aún me falta crear a los hombres, pero todavía no soy real”.
(Web editor: 赵健, Rosa Liu)