Por Gretel Heredia
LA HABANA, 2 mar (Xinhua) -- Los tatuajes, al igual que los piercings, se han hecho desde hace unos años en Cuba y hoy están muy de moda entre los jóvenes, a pesar de las alertas de salud al respecto.
Estos diseños, que a mediados del siglo pasado eran considerados en la isla como cosas de marineros, prostitutas y presidiarios, ahora se ven lo mismo en una estudiante, ama de casa, un artista o un deportista.
Para ellos es arte sobre la piel, más allá de sus connotaciones socio-culturales y religiosas, y de los daños que esas marcas causan a la salud.
Los tatuajes, vinculados desde la antigüedad a la identificación tribal, supersticiones, marginalidad, estética y sexualidad, han llegado a los jóvenes, en gran medida, de la mano de famosos actores de cine y músicos que los llevan.
Así como por la trasmisión en Cuba de juegos de las ligas europeas de fútbol, muchos de cuyos jugadores los exhiben en sus brazos.
Desde tiempos remotos, muchas etnias marcaban con tatuajes a sus esclavos y prisioneros, y a su propia piel como señal de luto o de adoración a una deidad.
Pero hoy en Cuba es otra cosa; es una forma expresiva de muchas jóvenes para llamar la atención mediante una rosa dibujada en lo profundo del escote, en lo alto del muslo o en sitios corporales más recónditos.
Para los varones, un diablo, una calavera o un dibujo abstracto es arte o una "marca" de pertenencia a un círculo de amigos, moda, rebeldía hacia los padres y, sobre todo, una señal de poder adquisitivo, pues, según el tamaño y diseño, un tatuaje puede costar en La Habana entre 20 y 200 CUCs (igual cantidad en dólares en el cambio oficial).
Sobre el tema, Xinhua conversó con el miembro de la Sociedad Cubana de Dermatología, Roy César Mariño, especialista de primer grado en Dermatología y Cirugía Láser y cosmetólogo, quien ha realizado estudios sobre los tatuajes y sus riesgos.
Entre las enfermedades causadas por mala praxis, agujas infectadas o por alergias a las tintas del tatuaje, Mariño señaló el lupus, vitiligo, liquen, esclerodermia, sarcoidosis y soriasis, además de otras cuya lista es temible: gangrenas, tétanos, lepra, sífilis, VIH Sida, hepatitis B y C, virus del papiloma, herpes simple y herpes circinado.
El también miembro de la Sociedad Médica del Caribe y la Federación Italiana del Ozono, mencionó igualmente la dermatitis de contacto, edemas de actinomicosis, cromomicosis, verrugas y molluscum contagiosum, causados por tatuajes.
El doctor habló sobre la composición química de las tintas con que la gente diseña hoy cualquier parte del cuerpo, y destacó que la de color rojo posee cinabrio y sulfato de mercurio; la amarilla, sulfato y/o sulfuro de cadmio; la verde, óxido de cromo; la negra, óxido de plata y carbón, y el siena, hidrato férrico, "sustancias que producen mucha reacción alérgica".
Otras sustancias de las tintas son el óxido de titanio y óxido de zinc (presentes en el color blanco), óxido de hierro (en el marrón), magnesio y aluminio (púrpura), cobalto aluminado (azul claro) y la tinta china, cuya composición se considera en Cuba como un secreto milenario.
Existen además colorantes sintéticos y orgánicos para tatuajes, como las tintas hennas, que duran pocos días, no se introducen con agujas, pero sí las absorbe la piel y causan alergias, acotó el profesor adjunto del Instituto Cubano del Ozono y miembro de honor de la Sociedad Hondureña del Láser.
Puntualizó que algunas enfermedades causadas por las tintas no surgen de inmediato, sino que pueden desarrollarse en un período de 10 a 20 años después de realizado el tatuaje, y mencionó la hepatitis C, reacciones linfoides y el cáncer de suprarrenales, hígado, páncreas y pulmón.
Otras afecciones, señaló, aparecen de inmediato, como las alergias al colorante, granulomas, reacción liquenoide y riesgo de carcinoma por fotoexposición.
Si a un paciente le realizan una resonancia magnética sobre un tatuaje, esto puede ocasionarle eritema, prurito, ampollas, quemaduras severas y queloides, sobre todo cuando el diseño cutáneo incluye tinta amarilla, explicó el doctor Mariño.
Afirmó que los tatuajes son sumamente riesgosos para los pacientes hemofílicos, diabéticos, epilépticos, cardiópatas, los que usan marcapasos y los que tienen enfermedades virales o bacterianas.
Sobre las áreas del cuerpo en que son más peligrosos, el experto mencionó cabeza, párpados, nariz, boca, genitales y mamas.
Además del riesgo para la salud, Mariño alertó que después de un tatuaje, la persona puede ser marginada en determinado grupo social o puesto de trabajo, por la imagen dudosa que proyecta.
Su estudio mostró que entre los 40 y 45 años de edad, más de la mitad de los tatuados desea quitarse esa marca, que ya no es una obra de arte, sino un borrón en la piel, "porque el cuerpo va absorbiendo las tintas y, al pasar los años, el diseño se vuelve difuso y descolorido. Pero el tatuaje es permanente y al quitarlo quedarán marcas de por vida", precisó.
"Los humanos somos de color entero y pretender volvernos estampados como camisas caribeñas, como un gato tricolor o una jirafa no nos hará más bellos ni nos conduce a ninguna parte, solo al hospital; es una posibilidad real", advirtió.
"La verdadera belleza no se dibuja con tinta; se lleva por dentro, o no se tiene", afirmó Mariño.