Portada | China | Economía | Mundo | Iberoamérica | Opinión | Ciencia Deportes | Cultura | Sociedad | Viaje | Fotos | PTV | Tips

español>>Opinión

Es hora de lograr una economía mundial justa

Pueblo en Línea  2018:06:01.16:04

Por Ernesto Gallo y Giovanni Biava

Londres, 01/06/2018 (El Pueblo en Línea) - El proteccionismo de EE.UU. y las subsiguientes disputas comerciales están poniendo en tela de juicio la propia naturaleza de la Organización Mundial del Comercio. Y la persistente crítica de las instituciones de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) sugiere que la economía mundial necesita organizaciones nuevas o actualizar las existentes. Después de todo, ya hemos sido testigos de la aparición del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), del G20 y del clamor de las potencias emergentes y de los países en desarrollo por un mejor y mayor reconocimiento.

Entonces, ¿qué se puede hacer?

El más poderoso de todos ellos, y de alguna manera un símbolo occidental de la hegemonía neoliberal, es el Fondo Monetario Internacional. Sus "programas de ajuste estructural" no fueron buenas recetas en regiones tan diversas como América del Sur, África, Europa oriental. De hecho, Grecia tiene frescos y dolorosos recuerdos sobre este asunto.

Una economía de mercado funcional puede sobrevivir si tiene instituciones fuertes, que a menudo no es el caso de las antiguas colonias o de los estados comunistas. Además, los países emergentes están todavía faltos de representación. El total del poder de voto de los BRICS en el Fondo Monetario Internacional es del 14,18 por ciento, mientras que el PIB de estos cinco países juntos representa aproximadamente el 23 por ciento de la economía mundial. En el Fondo Monetario Internacional, China tiene menos votos que Japón y la India está por debajo de Italia. A pesar de una revisión anterior de cuotas realizada en el 2010, ese sistema no representa equitativamente las actuales relaciones económicas mundiales.

Hay cuestiones aún más sustanciales. Los países en desarrollo (incluso en África, donde algunos países como Etiopía, Cote d'Ivoire, Senegal y otros que están creciendo a una velocidad de vértigo) necesitan urgentemente disponer de infraestructura, especialmente en los sectores de transporte y energía, que son cruciales para crear oportunidades económicas y demográficas.

Mientras que el Fondo Monetario Internacional se ha inclinado generalmente por los préstamos a corto plazo, las privatizaciones y la estabilidad de los precios, China ha demostrado su gran capacidad para construir infraestructura. El gigante asiático puede proporcionar un modelo de "desarrollo" más cercano a los intereses de los africanos, los asiáticos y las economías de América del Sur.

Incluso, a pesar de que el Fondo Monetario Internacional ha incluido el renminbi en la cesta de compra de activos en moneda de reserva (Derechos Especiales de Giro), el dólar estadounidense sigue siendo un baluarte de la hegemonía, otorgándole a Washington la primacía política y económica mundial.

Consideraciones similares merece el desempeño del Banco Mundial, aunque tiene un mandato más orientado a lo social. A pesar de su énfasis en la salud, la educación, el buen gobierno, la creación de capacidades y el cuidado del medio ambiente, el Banco Mundial poco se apartó de las políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional.

Académicos occidentales y líderes han reconocido la necesidad de modelos e instituciones de desarrollo plural. Es por ello por lo que China alentó la creación del Banco Asiático para el Desarrollo de Infraestructuras, inaugurado en el 2015, que incluye entre sus miembros a países europeos como Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, y también incluye a Australia. El Banco Mundial, el Banco Asiático para el Desarrollo de Infraestructuras y el Nuevo Banco de Desarrollo pueden y deben cooperar. Son complementarios y no excluyentes. Por lo tanto, Estados Unidos, que aún no se ha sumado al Banco Asiático para el Desarrollo de Infraestructuras, debería replantearse sus políticas de desarrollo y la pertinencia de las instituciones mundiales centradas en Occidente.

La Organización Mundial del Comercio, organización relativamente nueva y fundada en 1995 durante los alocados días de la mundialización, fue principalmente impulsada por Europa y EE.UU. Las medidas proteccionistas adoptadas por el presidente Trump pueden ser el resultado del declive industrial y el desempleo estadounidenses, ignorandos durante mucho tiempo.

Sin embargo, no podemos volver a dar marcha atrás a la historia y refrendar el proteccionismo, los aranceles punitivos, las represalias y sus desagradables consecuencias. Europa no puede olvidar las lecciones de los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, la Organización Mundial del Comercio existe como un foro para el debate y tiene un órgano de solución de diferencias que debe tomarse en cuenta para las controversias comerciales.

La Unión Europea, China y otras economías en desarrollo o emergentes deben continuar y aumentar su comercio. Paradójicamente, Estados Unidos busca el proteccionismo para sus propias industrias, pero insta a otros países a que abran sus economías. Esa no es una actitud coherente.

Por otra parte, las economías occidentales ya disfrutan de los beneficios de controvertidas medidas como las subvenciones a la agricultura, que tradicionalmente han permitido a los agricultores europeos y estadounidenses establecer precios inferiores y controlar la competencia de los productos agrícolas baratos que producen los países en desarrollo.

Es hora de promulgar reglas mundiales de comercio más justas, en lugar de volver a las dañinas "guerras comerciales".

Para resumir, es evidente que tanto las políticas nacionales como las mundiales han estado notoriamente ausentes durante al menos un par de décadas y que las instituciones mundiales claves deben ser reestructuradas para que sean más inclusivas y fuertes. De lo contrario, tendremos que elegir entre una economía global cada vez más desenfrenada y un nacionalismo cada vez más desenfrenado. Ese será un escenario “perder-perder” que el mundo del siglo XXI no puede permitirse.

Ernesto Gallo es investigador asociado honorario del Colegio Universitario de Londres, y Giovanni Biava es consultor de energía y gas del Grupo Exelen. 

(Web editor: Rosa Liu, Rocío Huang)

Comentario

Noticias

Fotos