Por Zhao Hui, Chen Yao y Xi Yue
BEIJING, 28 nov (Xinhua) -- En la larga historia del desarrollo humano, las civilizaciones florecidas en China y Latinoamérica, separadas por el inmenso océano Pacífico, han compartido semejanzas enigmáticas y han enriquecido la historia de la humanidad a través de sus trayectorias individuales.
Los primeros intercambios comprobados se registraron en la década de 1570 cuando los galeones españoles recorrían en cuatro meses la distancia entre Manila, Filipinas, y Acapulco, México, cargados con una gran cantidad de productos chinos.
Esta ruta comercial duró más de dos siglos hasta que México logró la independencia de España a principios del siglo XIX, pero el intercambio cultural entre ambas partes nunca se interrumpió y hoy entra en una nueva era de prosperidad.
SEMEJANZAS CULTURALES EN LA ANTIGÜEDAD
En 1761 el sinólogo francés Joseph de Guignes anunció que, según su investigación, el Fu Sang, lugar mencionado en un libro antiguo chino titulado Liang Shu, sería precisamente México, y que el monje chino Hui Shen, quien llegó a Fu Sang en el año 499 D.C., fue el primer chino en visitar México.
Sin embargo habría un rastro más antiguo de la presencia china en la actual Latinoamérica.
En 1846 el traductor inglés Walter Henry Medhurst presumió que la guerra entre el rey Wang (fundador de la dinastía Zhou) y el rey Zhou (último emperador de la dinastía Shang), ocurrida aproximadamente en el año 1045 A.C., pudo originar el viaje de integrantes del pueblo Yin, quienes, por causa de tormentas, navegaron a la deriva y llegaron finalmente a América.
Mientras en China se extinguía el pueblo Yin, en Centroamérica florecía la cultura Olmeca, considerada como la madre de las culturas de Mesoamérica, y en los Andes de Suramérica emergía la cultura Chavín, una de las más antiguas del Perú.
Los fundamentos de tal hipótesis se basan en las semejanzas encontradas entre algunos objetos de cerámica, jade y piedra de las culturas Olmeca y Chavín con creaciones de los pueblos chinos de las dinastías Shang y Zhou, así como las coincidencias entre las ceremonias rituales de estas culturas.
Por más de 250 años, académicos chinos y extranjeros han desplegado una amplia y profunda discusión sobre los posibles lazos entre la cultura china y las culturas latinoamericanas.
Zhang Guangzhi, antropólogo y arqueólogo de la Universidad de Harvard, formuló otra presunción denominada "Sucesión de las Civilizaciones Maya y China".
Según el especialista, los ancestros que cruzaron el estrecho de Bering desde Asia a América ya tenían una cultura desarrollada, y la civilización Yin-Shang y la civilización Maya de Mesoamérica pueden considerarse descendientes de los mismos ancestros.
Hasta ahora, debido a la falta de testimonios contundentes, la discusión sobre la relación entre las civilizaciones antiguas de China y Latinoamérica aún no ha llegado a su fin. En cierta medida descubrir el misterio es una tarea para los académicos de ambas partes.
NAOS DE CHINA CONECTAN CIVILIZACIONES
Desde mediados del siglo XVI, impulsado por el descubrimiento de una vía de regreso entre Filipinas y Nueva España a través del Pacífico, el contacto directo entre China y Latinoamérica se enriqueció a través del comercio y el viaje de personas.
En aquél momento, gracias a las mejoras en la navegación, los españoles, que controlaban Filipinas, utilizaron las corrientes oceánicas y los monzones para abrir una nueva ruta transoceánica.
Las naves de esta ruta comercial se conocen como galeones de Manila porque los españoles los fabricaban en la capital filipina y también recibieron el nombre de "Naos de China" porque la mayoría de los productos que transportaban, como la seda, la porcelana y la tela, provenían de China.
En el puerto de Acapulco la gran cantidad de productos eran vendidos antes de desembarcar y eran distribuidos en toda Latinoamérica, principalmente en Panamá, Perú, Chile y Argentina.
El tránsito de los Naos de China prevaleció por más de dos siglos durante los cuales cientos de elementos artísticos orientales entraron a Hispanoamérica y enriquecieron la interacción y convergencia de las estéticas china y latinoamericana.
La porcelana es un buen ejemplo. Muchas familias de clase alta, aficionadas a este costoso material chino, la consideraban un símbolo de identidad y la usaban para decorar sus habitaciones. Algunas veces la porcelana servía también como material de apuestas o instrumento de cambio.
Debido a la popularidad de la porcelana china, la manufactura de cerámica mayólica de México empezó a imitarla, tanto en sus formas expresivas como en el uso de esmalte.
Según los registros históricos, a fines del siglo XVIII había 46 fábricas de cerámica mayólica en Puebla, México, que imitaban la porcelana azul y blanca de la dinastía Ming de China. La Talavera de Puebla es un tipo de cerámica que combina características locales únicas con la estética oriental.
Además, muchas artesanías chinas como cometas, abanicos plegables y linternas, y actividades culturales como las peleas de gallos y los fuegos artificiales, también entraron en la vida cotidiana de la población latinoamericana.
BELLEZA, RESPETO E INTERCAMBIO
En la época moderna, China y Latinoamérica y el Caribe, ambas con importantes civilizaciones antiguas, se abrazan cada vez más gracias al robusto crecimiento de los flujos comerciales y de personas.
En julio pasado el arqueólogo cubano Yosvanis Fornaris del Museo Nacional de Artes Decorativas (MNAD) de La Habana se graduó de una Maestría en Arqueología en la Universidad de la Cerámica de Jingdezhen, en la provincia de Jiangxi y conocida como la capital de la porcelana de China.
Con la tesis "Estudio de la porcelana china de la Familia Verde. Período Kangxi. Colección Museo Nacional de Artes Decorativas", el joven académico de 35 años fue el primer graduado extranjero en esta carrera.
De vuelta a La Habana, basado en su conocimiento acumulado en el país asiático, Fornaris está empeñado en catalogar toda la colección de porcelana china del MNAD para tratar de entender los códigos culturales de la porcelana china.
Por su parte, dos arqueólogos chinos lideran el estudio del Grupo 8N11 en el sector El Chorro, área este del Grupo Principal de Copán Ruinas, uno de los sitios arqueológicos más importantes de la antigua civilización Maya en Honduras.
A medida que desentierran las esculturas, las conchas del mar, las piedras de jade bien trabajadas y objetos de cerámica, se inicia un diálogo entre las civilizaciones china y maya que atraviesa el tiempo y el espacio.
Según el investigador del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias Sociales en Beijing, Li Xinwei, gracias al desarrollo económico y los avances en la investigación arqueológica, China ya cuenta con la capacidad suficiente para ayudar a otros países a estudiar sus civilizaciones.
"Uno de los mayores propósitos de los proyectos arqueológicos es lograr una perspectiva mundial en nuestra investigación sobre el desarrollo de las sociedades, a fin de apreciar y compartir las bellezas de otras civilizaciones", aseguró Li.