LANZHOU, 8 dic (Xinhua) -- Geng Yingying, de 21 años, es una estudiante de la Universidad Pedagógica del Noroeste en la provincia de Gansu, que ha firmado estos días unos documentos para donar su cuerpo a la investigación y educación médicas, ya que quiere dejar un legado al mundo tras su muerte.
Geng oyó hablar por primera vez sobre la donación de cuerpo en una actividad voluntaria en 2016. Poco después, uno de sus amigos murió en un accidente.
"Me di cuenta de que la vida es vulnerable y quiero que tenga más significado", comenta Geng.
Geng forma parte de un creciente grupo de jóvenes chinos que se han registrado como donantes voluntarios de cuerpo en los últimos años.
El número de voluntarios registrados para la donación de cuerpo y órganos superó 2.610 en Gansu hasta el 20 de noviembre, en comparación con los 80 que hubo en 2014, según las estadísticas publicadas por la Asociación de Cruz Roja local.
En Beijing, más de 21.100 personas solicitaron la donación de sus cadáveres a finales de 2017 desde que la ciudad empezó el registro de donantes de cuerpo en 1999. Hasta este momento, más de 2.600 donaciones han sido utilizadas para la investigación y educación médicas, según la Asociación de Cruz Roja de Beijing.
Se ha registrado un aumento del número de jóvenes voluntarios que han sido bien educados y que están dispuestos a aceptar nuevas ideas. "Esperamos que sus acciones puedan movilizar a más personas para que apoyen la causa", sostiene Yuan Bo, secretario general de la Asociación de Cruz Roja de la provincia de Gansu.
Yuan añade que las donaciones de cuerpo y órgano promueven los logros en la medicina y benefician a un crecimiento número de pacientes graves que necesitan trasplantes de órgano.
El programa de la donación de cuerpo en China empezó en la década de los 80 del siglo pasado.
Yuan atribuyó los obstáculos a los que se enfrentaba la donación de cuerpos a tres factores principales: las creencias tradicionales, la falta de conocimiento sobre los procedimientos de donación y la dificultad de obtener el consentimiento de los familiares de los potenciales donantes.
Los chinos tienen la creencia tradicional de que el cuerpo de una persona debe permanecer intacto, porque se cree que hay vida después de la muerte y se considera el entierro como una obligación de la piedad filial a sus familiares ancianos.
Desafortunadamente, la decisión de Geng de donar su cuerpo tuvo la fuerte oposición de sus padres.
En China, el registro de la donación de cuerpo voluntaria necesita el consentimiento de un albacea que tiene que ser un familiar directo del donante, como padres, hijos adultos o hermanos.
Al final, convenció a sus padres para que la apoyaran. Su hermano incluso firmó como su albacea.
Liang Jiali, otra estudiante universitaria, que registró la donación de su cuerpo para uso científico, comenta que al principio sus padres se opusieron firmemente.
"Les expliqué pacientemente mis motivos y compartí con ellos las historias de otros donantes. Al final me entendieron. Para mi sorpresa, mi madre incluso decidió hacerse donante de cuerpo también", cuenta Liang.
El año pasado la Asociación de Cruz Roja de Gansu estableció un parque en memoria de los donantes de cuerpo y órganos en Lanzhou, la capital provincial, donde se encuentra un monumento con todos los nombres grabados de los donantes.
Además, muchas universidades chinas han propuesto la "educación de vida". Se estimula a los estudiantes a participar en las actividades voluntarias en hospitales, funerarias, residencias de ancianos y asociaciones de Cruz Roja para que entiendan mejor el valor de la vida.
Geng también ha firmado unos documentos para donar sus córneas. Su historia ha inspirado a muchas personas a hacer lo mismo.
"Entiendo que requiere mucha valentía", admite Geng, y agrega "pero si entiendes el verdadero valor de vida, que es devolver, encontrarás que no es tan difícil tomar la decisión".