El yak ha sido parte de la vida tibetana durante siglos. CHINA DAILY
Tíbet, 04/07/2019 (El Pueblo en Línea) - Hace más de 40 años, Wu Yuchu quedó atrapado en una ventisca en la Región Autónoma del Tíbet.
Corría el año 1977. Y hacía 24 meses que Wu había comenzado a trabajar en el Tíbet. Él y 50 personas más tuvieron que esconderse en una casa de ladrillos mientras arreciaba el temporal. El frío graduaba menos 30 grados y escaseaba la comida. Sus esperanzas pendían de un hilo.
Finalmente apareció un equipo de rescate que llegó con varios yaks cargados de suministros esenciales. Wu y sus compañeros fueron salvados. Desde entonces, Wu se sintió agradecido de los tibetanos y admiró la proeza de los yaks.
En aquel momento no podía imaginar que su relación con los yaks se establecería en firme y durante décadas. Debido a que los yaks le salvaron la vida, Wu ha invertido la mayor parte de existencia promoviendo su estudio y protección.
"Los he visto y estudiado desde entonces", afirma Wu. "Me encariñé mucho con ellos, y quería saber más sobre la especie."
Hasta el 2014, sus estudios e investigaciones sobre los yaks eran su afición, hasta que se convirtió en el curador del Museo del Yak de Lhasa, capital del Tíbet.
Con una inversión total de más de 100 millones de renminbi (14,5 millones de dólares estadounidenses), es el único museo de China que se ocupa integralmente de los yaks.
"Ahora veo yaks todos los días, y a quienes nos visitan puedo hablarle más acerca de estas fascinantes criaturas", afirma este hombre de 65 años, apodado en idioma tibetano "el viejo hombre yak".
Como reza un dicho tibetano "donde hay un tibetano, hay yaks". Este animal ha formado parte de la vida tibetana durante siglos. Se utilizan como alimento, ropa, medio de transporte, apoyo vital en los cultivos e incluso es un símbolo religioso.
Por estas razones, Wu es bienvenido cuando sale a recolectar piezas museables por todos los rincones del Tíbet. Los lugareños no sólo donan artículos, también llegan desde áreas remotas hasta Lhasa para ofrecerle ayuda.
También ha recibido una donación de 86 artículos de un empresario nepalí. Y muchas de sus exposiciones se han presentado en grandes ciudades como Beijing y Guangzhou.
El Museo del Yak, además de ser el santuario espiritual de Wu, es un lugar para que los jóvenes aprendan sobre el modo de vida de sus antepasados y descubran diferentes perspectivas.
“Por supuesto, una de las preguntas más frecuentes es... ¿A qué sabe la carne de yak?”, bromeó Wu.
(Web editor: 吴思萱, Rosa Liu)