Por Curtis Stone
Beijing, 15/08/2019 (El Pueblo en Línea) - Este martes, el caos y la violencia en Hong Kong alcanzaron un nuevo y preocupante nivel. En el aeropuerto de Hong Kong un grupo de manifestantes radicales retuvieron y maniataron a un periodista chino del Global Times. Y lo golpearon. Las fotos y vídeos de tal violencia extrema circularon rápidamente por las redes sociales, provocando la ira de China y del mundo.
Los alborotadores también han lanzado bombas de gasolina a la policía y han herido a turistas de China continental. Las impactantes imágenes deben servir de recordatorio de que las protestas se han convertido en un círculo de violencia sin sentido, en contra de todas las leyes y regulaciones de cualquier país y región.
A medida que los extremistas intensifican su forzada escalada, es obvio que el acto que comenzó como una protesta contra un Proyecto de Ley de Extradición busca ir mucho más allá. Funcionarios chinos han señalado que la situación en Hong Kong tiene toda las señales de intentar ser una "colorida revolución . Además, tienen pruebas de que hay fuerzas extranjeras que han interferido.
Una pregunta que ha de plantearse es si Estados Unidos es responsable de lo que está sucediendo en Hong Kong.
Algunos medios de comunicación occidentales afirman que China culpa a Estados Unidos y a Occidente como cortina de humo para eludir serios problemas internos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró este martes que muchos lo culpan a él y a Estados Unidos por los conflictos que vive Hong Kong, y agregó que no puede imaginarse el por qué.
¿Por qué? De hecho no hay un político estadounidense que ha condenado la violencia en Hong Kong. Más bien lo que han hecho es avivar las llamas metiendo sus narices en los asuntos chinos.
No cabe duda de que Estados Unidos tiene la mano puesta en los disturbios de extremistas en Hong Kong, aunque sea difícil evaluar con exactitud en qué medida e intensidad.
El jueves pasado se verificó una reunión entre Julie Eadeh, jefa de la unidad política del Consulado General de los Estados Unidos en Hong Kong, y los principales activistas hongkoneses de las protestas. Su reunión, celebrada en un hotel, fue testimonida por un honkonés que publicó la foto en las redes sociales.
La administración Trump ha destaca su inequívoco apoyo a los manifestantes de Hong Kong. Sus funcionarios se han reunido con los separatistas en Washington y en el propio Hong Kong. También existen declaraciones públicas de políticos y funcionarios estadounidenses al respecto y las bandera estadounidense se han convertido en una elemento de alta presencia en las violentas protestas.
Hace dos años, cuando estallaron los disturbios en Charlottesville, Virginia, los políticos estadounidenses condenaron la violencia y algunos la definieron como terrorismo. En el segundo aniversario del hecho, Hillary Clinton tomó las redes sociales para recordar a los ciudadanos sobre los peligros de la violencia, caracterizando al individuo que depredó a una multitud con su coche como un "neonazi". Sin embargo, horas más tarde, en un mensaje independiente, Clinton pedía el apoyo a los alborotadores de Hong Kong. Es un elocuente ejemplo del clásico doble rasero de Estados Unidos con China.
Los países que poseen y defienden un Estado de Derecho asumen una tolerancia cero ante la violencia, especialmente si se trata de violencia social extrema. Ocurran donde ocurran, este tipo de deleznables actos siempre tienen que ser condenados. ¿Por qué se aplica una norma diferente con China?
Lo que resulta vergonzoso es que algunos políticos estadounidenses pretendan incitar al caos en Hong Kong.
(Web editor: 王伟洋, Rosa Liu)