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Tres voluntarios chinos conquistan el corazón de los panameños

Pueblo en Línea  2019:08:20.14:46

Tres voluntarios del Instituto Confucio de la Universidad de Panamá cuentan sus experiencias como profesores y promotores culturales

Ciudad de Panamá, 20/08/2019 (El Pueblo en Línea) - En junio del 2018, el Instituto Confucio de la Universidad de Panamá inauguró su Sección de Estudios Chinos y recibió al primer grupo de estudiantes. A finales de julio del 2018, el Confucio recibió a los primeros profesores voluntarios: tres singulares jóvenes que han convertido su trabajo docente en una pragmática virtud llena de pasión. La "maestra polifacética" Li Jinke no sólo posee un método excelente de enseñanza, también exhibe diversas habilidades : presentadora de actividades, animadora cultural, chef y otras capacidades de la vida cotidiana. La segunda profesora, Wang Naitong, aunque es la más joven de las tres, no se puede subestimar. Ella dedicaba con su todo esfuerzo al proyecto piloto "Enseñanza inmersiva" a implementarse en América Latina.Para completar el grupo, se unió Yu Xin, un estudiante de postgrado que cursa cultura física. Desde su saber, Yu enseña y organiza la danza del dragón y del león y promueve el espíritu de los deportes tradicionales chinos. Con sus presentaciones a los estudiantes locales y a los panameños, Yu ha sumado muchos seguidores.

Durante más de un año, el Instituto Confucio de la Universidad de Panamá ha enseñado idioma chino y promovido la cultura tradicional. Con dedicación y esfuerzos, los tres jóvenes maestros no sólo han logrado mejorar su capacidad personal y profesional, sino que también han labrado una estrecha amistad con los estudiantes y ciudadanos panameños. El mes pasado, cuando los tres iban a regresar a China al finalizar su primer año de trabajo, sus estudiantes organizaron calurosas despedidas. El Instituto Confucio de la Universidad de Panamá no solo ha difundido el idioma, la cultura y el arte chinos, sino que también es un puente para mejorar el entendimiento y la confianza mutuos entre ambos pueblos.

Pueblo en línea en español invitó a los tres voluntarios a contar aspectos de su vida y sobre los inolvidables momentos que han pasado enseñando en el Instituto Confucio de la Universidad de Panamá.

Li Jinke: “He podido realizarme haciendo algo nuevo y valioso”

En julio del 2018 llegué a Panamá y empecé a trabajar como profesora voluntaria de idioma chino durante un año. Como mi carrera es idioma español, sé que algunos países latinoamericanos todavía carecen de profundos conocimientos sobre China o que en algunos existe la aspiración de estudiar chino pero no tienen las condiciones ni el claustro necesario. En este sentido, elegí este camino y viajé a Panamá para difundir el idioma y la cultura chinos.

Es la primera vez que vengo a Panamá, a un país latinoamericano. Los panameños, al igual que su clima, son muy calurosos y acogedores. A pesar del tiempo limitado, hemos logrado atraer a numerosos alumnos que quieren aprender chino. Algunos están más interesados en la lengua y la cultura chinos, otros quieren buscar su raíz identitaria, otros quieren superarse para encontrar un mejor trabajo, etc. Sin embargo, todos tienen un mismo objetivo que es aprender bien el idioma chino. Con la pasión que aquí existe por nuestra cultura, he podido sentir que actualmente China es una potencia mundial que logra la atención de muchísimas personas.

Yo me encargo principalmente de la enseñanza de idioma chino, de una parte de las labores administrativas y de ejecutar las actividades culturales. Aún guardo una grata impresión de la visita del presidente Xi Jinping a Panamá el pasado año. Durante la visita, la delegación china se alojó en el Hotel Westin, donde precisamente está una extensión de nuestro Instituto Confucio. Desde los empleados al gerente, todos estaban muy interesados en el mandarín. Antes de empezar las clases, siempre habían algunos alumnos que llegaban más temprano y comenzaban a repasar y preparar las lecciones nuevas. Durante la clase, siempre me preguntaban palabras o frases nuevas, aparte del contenido que yo explicaba. Cuando preparaban los diálogos, todos estaban muy activos e incluso traían objetos auxiliares para ilustrar el tema. Ellos confían en que viajarán más chinos a Panamá y que es necesario que los empleados del Hotel Westin puedan hablar mandarín, lo que será una gran ventaja para ellos. Afortunadamente, los alumnos fueron elegidos para servir a la delegación y pudieron aplicar lo que estudiaron en clase.

Lo otro que me ha impresionado es la despedida que me ofrecieron mis alumnos. Un grupo me regaló la mola de Panamá, con dibujos de tucanes hechos de mano. Una alumna recorrió toda la ciudad para buscar un álbum con una foto Panamá-China, allí todos escribieron agradecimientos y elogios para mi persona. Otros me regalaron recuerdos típicos del país y algunos me escribieron frases con los caracteres chinos que habían estudiado conmigo. Mi maleta está llena del sentimiento de mis alumnos.

Un año de voluntariado no solo ha elevado mi capacidad de trabajo, sino que también he podido realizarme haciendo algo nuevo y valioso: difundir la lengua y cultura china durante los años más hermosos de mi vida y en un país extranjero. Al dedicarme a la docencia, no solo pude mejorar mi propia capacidad, sino que también pudimos aprender mutuamente entre profesores y amigos. He experimentado una vida totalmente diferente y me he perfeccionado en todos los aspectos. Para nosotros, es muy significativo participar como voluntarios. El Instituto Confucio de la Universidad de Panamá es como una gran familia que donde he recibido mucho afecto. Para mí, es una experiencia inolvidable. Espero algún día poder regresar a este país bello y seguir ofreciendo idioma y cultura chinos.

 

Wang Naitong: "Asumo mi labor más significativa a la mejor edad"

En julio del 2018, tuve la suerte de ser una de los primeros profesores voluntarios del Instituto Confucio de la Universidad de Panamá. Influenciada por mis parientes que se dedican a la enseñanza del chino como lengua extranjera, desde hace tiempo ya conocía el proyecto de voluntariado de Hanban, por lo tanto, me parecía una buena opción. Por un lado, la influencia internacional de China continúa aumentando, al igual que la demanda internacional en la enseñanza del idioma chino. Espero poder formar parte de este equipo y contribuir a esta causa de gran alcance; por otro lado, la experiencia de voluntariado ha favorecido mi crecimiento y desarrollo propios. Para una estudiante de idioma español, trabajar y vivir en un país de habla hispana no solamente puede mejorar su capacidad como profesional, sino también mejorar sus cualidades de forma integral. Por lo tanto, durante mi segundo año de la carrera, decidí ser voluntaria de Hanban.

Bajo el liderazgo de los directores, durante este año hemos realizado muchas tareas para que el Instituto Confucio se desarrolle vigorosamente.

En términos de la enseñanza, el Instituto Confucio de la Univerisidad de Panamá tiene una amplia cobertura, tanto entre estudiantes como en niveles de enseñanza. Durante un año, el trabajo docente que realicé incluye el nivel de licenciatura y enseñanza sin título, chino para niños, chino nivel escuela primaria, secundaria, chino para adultos; chino básico, chino elemental, chino intermedio, etc. Poco a poco exploré algunas de sus características, estableciendo diferentes estilos de enseñanza para cada uno de los cursos. También he tenido la suerte de ser maestra en el proyecto piloto de la enseñanza inmersiva de idioma chino, logrando unos resultados muy positivos.

En cuanto a las actividades culturales, el Instituto Confucio ha organizado o participado en diversos eventos, dentro de los cuales están eventos internacionales importantes. Para realizar bien cada actividad, hemos trabajado duro en el cronograma de planificación y preparación previa, la presentación, la organización y la coordinación, etc.

El año pasado participé en la recepción con motivo de la visita de Estado del presidente Xi a Panamá. Recuerdo que fueron dias muy intensos. Una vez trabajamos hasta las dos de la madrugada, sin embargo me sentía muy feliz. Esa experiencia tan especial me ha beneficiado mucho. Mis habilidades han mejorado mucho.

Como maestra voluntaria de idioma chino, percibo que mis esfuerzos cobran sentido. Al principio, los estudiantes ni podían decir “Ni hao(Hola)”correctamente. Tampoco sabían la diferencia entre consonantes como “z, c, s”, no querían e incluso hasta tenían miedo de escribir caracteres chinos. Sin embargo, con nuestra dedicación y sistematicidad, hoy ya pueden expresarse en oraciones completas y en los tonos correctos, leer cada sílaba de manera precisa así como escribir frases utilizando caracteres chinos siguiendo el orden correctos de los trazos. Cada vez que progresan, me siento muy satisfecha. He pasado muchos momentos llenos de felicidad, tales como cuando los niños me llamaban con entusiasmo "maestra" al inicio de la clase y me abrazaban al terminar, cuando ellos me expresaron en la última clase que iban a extrañarme mucho, también cuando los alumnos me procuraban solamente para agradecerme... Todos esos momentos me acompañarán siempre.

Lo que más me conmovió fue la historia de una familia. El año pasado durante el concurso Puente Chino, la madre de una concursante, quien también era estudiante del Instituto Confucio, nos contaba la experiencia de su hija en China. Había conocido nuevos amigos; amplió su mundo y estableció su propio plan de futuro. Recuerdo claramente que la madre tenía lágrimas en los ojos mientras aseguraba que su hija había crecido mucho en muy poco tiempo. En ese momento sentí que la labor que hacíamos influía en el destino de los demás. El chino es el puente que puede conectarnos con el mundo, y a su vez, el puente que le ofrece a los estudiantes más oportunidades de cara al futuro.

En la vida diaria, el Instituto Confucio de la Universidad de Panamá, el mismo nombre de nuestro grupo de Wechat, es una familia unida y cálida. Cuando acabábamos de llegar a Panamá, la directora china Dong nos invitaba a menudo a comer en su casa. Ella preparaba muchos postres ricos como helado, yogur, frutas, etc. Todos cocinábamos y fregábamos los platos juntos, charlando sobre cuestiones interesantes, como una familia. Esto nos hacía sentir acogidos en un lugar desconocido. El director panameño Wu también nos cuidaba mucho. Nos llevaba a comer afuera, incluso nos ayudaba a servirnos y empacar para llevar el resto a casa, como el patriarca de una gran familia. Durante las fiestas tradicionales chinas, todos nos reunimos para preparar ravioles.

Durante este año en Panamá he cambiado y crecido mucho. Antes me ponía nerviosa al responder preguntas en clase, y ahora puedo dar clases sin miedo escénico. Al principio, quería escribir cada oración que iba a decir cuando me preparaba para la clase, y ahora soy capaz de explicar de manera muy fluida sin papeles. Durante el proceso, desde el nervio del principio hasta la tranquilidad para resolverlo todo, lo que he experimentado es la práctica continua, el arrepentimiento y la reflexión después de cometer errores en la enseñanza, la negación y el estímulo a mí misma... En general, es el resultado de cada día de esfuerzos qe pasé en el Instituto Confucio de Panamá.

Al final, decidí quedarme. En la mejor edad, en un ambiente de trabajo cálido y armonioso, acometer algo significativo me genera mucha alegría. Al ver que cada día hay más personas que quieren aprender chino y que nuestros estudiantes hablan cada vez con mayor fluidez, me siento muy feliz. Estoy segura de que en el próximo período de servicio atesoraré más éxitos y creceré más.

 

Yu Xin: "La tierra bendita que me ayuda a realizar mis sueños"

En julio del 2018, llegué al Instituto Confucio de la Universidad de Panamá. Estaba ansioso por viajar al extranjero para ampliar mi visión y difundir la tradición china del dragón y el león. A pesar de ser mi primera vez en Panamá, pude sentir la calidez y amabilidad de su gente y también la armonía que reina en la familia del Instituto Confucio.

En Panamá, los estudiantes a menudo me llamaban "instructor Kungfu". Entre los diferentes grupos etarios de estudiantes (entre 4 y 70 años), enseñaba diferentes habilidades de la cultura tradicional china: Taiji, Shaolin Changquan, Ba Duan Jin, Wu Qin Xi, Diábolo, saltar con sogas, bolitas blandas de Tai Chi, juego de la soga, danza del dragón y la danza del león, entre otros. "Tai Chi es lograr tener una mente calmada y un cuerpo relajado". " Relajado" no significa estar flojo ni soso, sino mantener la armonía para dirigir la mente hacia un estado de equilibrio permanente. A menudo expresaba estos conceptos en las clases de Tai Chi. Creo que el encanto de los deportes tradicionales chinos no se limita a los movimientos, sino que se destacan por el sentido que portan.

Siempre he soñado con difundir la tradición del dragón y del león. Al principio, los estudiantes panameños no conocían mucho sobre este deporte y tampoco vivían en el campus, por lo cual conllevaba algunas dificultades a mi trabajo. Más tarde, con la ayuda del Instituto Confucio y la asistencia del profesor panameño Eric de la Universidad Marítima Internacional, el Instituto Confucio estableció el equipo de Danza del Dragón y del León en la Universidad Marítima Internacional de Panamá.

En la clase de danza del dragón, seleccioné a un estudiante como el "capitán de la cabeza del dragón". Al encontrar el marcador, la cabeza del dragón debe guiar al resto del equipo hacia el vientre del dragón para hacer el movimiento del salto del dragón. En el salto del dragón la cabeza del dragón debe saltar hacia la séptima y octava sección y luego saltar desde la espalda. El dragón debe estar estirado sin que sea arrastrado por el suelo, no puede enredarse, no puede tropezar, debe mantener el cuello recto y el movimiento debe ser fluído. Después de organizarlo, los dividí en dos grupos. Esto permite que los estudiantes puedan alternar entre el tiempo de entrenamiento y el tiempo de descanso. Esta forma de organizarse no sólo fue para observar los movimientos del otro grupo durante el descanso, sino también para que pudieran señalar deficiencias. Cada semana, nuestro equipo de danza del dragón corría como un dragón submarino en el amplio espacio que hay debajo del Puente de las Américas.

Durante ese año, para mí lo más satisfactorio fue que pudimos establecer en las universidades de Panamá equipos de danza del dragón, de salto con sogas, de Tai Chi y de Kung Fu. Antes de finalizar mi trabajo en Panamá, los estudiantes vinieron a despedirse. Fue un momento muy conmovedor. Me regalaron fotos y tarjetas postales. Yo escribí una pequeña postal para cada uno de ellos para recordar los momentos de nuestro entrenamiento de ese año. Si tengo la oportunidad, volveré a esta tierra bendita que me ha ayudado a realizar mis sueños.

 

El Instituto Confucio de la Universidad de Panamá contribuyó a este artículo.

(Web editor: 赵健, Rosa Liu)

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