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La comunidad internacional rechaza el doble rasero de EE.UU. en la lucha contra el terrorismo

Pueblo en Línea  2019:12:09.14:35

Beijing, 09/12/2019 (El Pueblo en Línea) - El 3 de diciembre, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la llamada "Ley de Política de Derechos Humanos en Uygur del 2019", que ataca con malicia el asunto de los derechos humanos en Xinjiang, calumnia los avances contra el radicalismo religioso y el terrorismo, presenta infundadas acusaciones contra las políticas de Xinjiang e interfiere de forma explícita en los asuntos internos de China.

Con este grosero acto ha quedado en evidencia la hipocresía y la hegemonía de Estados Unidos. Asimismo, cualquier motivación ulterior contra China ya está condenado a un rotundo fracaso.

Entre los derechos humanos fundamentales se destaca el derecho a la vida y al desarrollo, así como establecer las bases para proteger, tanto los derechos individuales como los colectivos. Sin un entorno social seguro y estable, el derecho a la vida y al desarrollo no estarían garantizados. Y mucho menos se podría aspirar a garantizar otros derechos vinculados.

Durante mucho tiempo, los ataques terroristas no sólo han dañado la vida y la propiedad material de Xinjiang, sino que han generado el pánico en la sociedad, estropeado el entorno social, obstaculizado el progreso y amenazado seriamente el derecho de las personas a la vida y a un desarrollo estable.

Hasta hoy, el terrorismo y el extremismo religioso siguen causando serios daños. Son tumores malignos que sufren muchas sociedades de hoy.

Xinjiang es un territorio donde China lucha contra el terrorismo y el extremismo religioso. Desde la década de 1990 hasta el comienzo del siglo XXI, los ataques terroristas estremecían con frecuencia, poniendo en peligro el derecho a la vida y al desarrollo de sus grupos étnicos.

En tales circunstancias, Xinjiang ha adoptado medidas para atacar el terrorismo y el extremismo, incluida la implementación de la educación y formación profesionales en plena sintonía con las leyes y regulaciones nacionales y el enfoque preventivo de la lucha contra el terrorismo de Naciones Unidas.

Estas medidas son eficaces, y han sido bien recibidas por todos los grupos étnicos de Xinjiang.

La seguridad ha mejorado notablemente y el extremismo religioso se ha logrado frenar de manera efectiva. Con los derechos básicos a buen recaudo, los diferentes grupos étnicos y religiosos pueden vivir en armonía y paz, contribuyendo a crear un mejor ambiente social que busca crecer en conocimiento científico y aprovechamiento de las tecnologías de punta.

Un resultado a resaltar: durante tres años consecutivos no se han producido actividades violentas o terroristas en Xinjiang.

Estados Unidos no sólo ha pretendido desconocer los resultados en Xinjiang de la lucha contra el terrorismo y la protección de los derechos humanos de conformidad con la ley. De forma oportunista, también ha declinado apreciar el crecimiento económico, la estabilidad social, la solidaridad étnica y la armonía de religiones que hacen la Xinjiang de hoy. Además, ha preferido optar por fabricar hechos y tratar de deslegitimar la labor de China contra el terrorismo y el extremismo religioso.

Su comportamiento clasifica dentro del tradicional doble rasero que mantiene en la lucha contra el terrorismo y que expone la gran hipocresía estadounidense en torno a los derechos humanos.

De hecho, en lo que respecta a la lucha contra el terrorismo, Estados Unidos siempre ha aplicado el derecho internacional de manera selectiva, buscando mantener su hegemonía en el mundo.

Bajo el pretexto de defender los derechos humanos y luchar contra el terrorismo, Estados Unidos ha librado guerras en Afganistán, Irak, Libia, Siria y otros países. Su intervención ha causado millones de muertos y un gran número de desplazados.

A pesar del cuestionado accionar más allá de sus fronteras nacionales, Estados Unidos se atreve a criticar a China porque lleva a cabo un programa de educación y formación vocacional en Xinjiang. Semejante formulación no tiene ningún sentido. El doble rasero de Estados Unidos sólo despierta la indignación y el rechazo entre los defensores internacionales de la justicia y la razón.

Los hechos siempre hablan más que las palabras. La verdad prevalecerá. La comunidad internacional condena a Estados Unidos por su comportamiento hegemónico e hipócrita y reconoce los logros de la gobernanza social en Xinjiang.

Los centros de formación profesionales tienen el objetivo de prevenir la inoculación y propagación del extremismo religioso y el terrorismo. También buscan cortar de raíz la causa de los frecuentes incidentes terroristas sufridos y proteger los derechos a la vida y al desarrollo de todos los grupos étnicos de Xinjiang.

Muchos profesionales, provenientes de muchas partes del mundo, han visitado Xinjiang y han confirmado lo urgente, necesario, legítimo y pertinente del programa de formación.

Ellos han sido testigos de la verdadera naturaleza de los centros de educación y formación profesionales y han comprendido que gracias a estos espacios educativos, se ha evitado que las personas sean manipuladas por el extremismo religioso y el terrorismo. Su progreso también ha permitido disminuir a nivel internacional el flagelo del terrorismo.

El terrorismo y el extremismo religioso siguen siendo desafíos comunes para toda la humanidad. En función de sus propias condiciones objetivas, cada país explora e implementa sus posibles soluciones.

Estados Unidos ha utilizado el asunto de los derechos humanos como pretexto para intentar desprestigiar y atacar los esfuerzos antiterroristas de China en Xinjiang, estratagema que es rechazada por la comunidad internacional.

Ante tamaño fracaso, Estados Unidos debería dejar de fabricar la llamada "cuestión de los derechos humanos" en Xinjiang y abstenerse de interferir con proyectos de ley en los asuntos internos de China.

(Web editor: 赵健, Rosa Liu)

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