Buenos Aires, 23/12/2019 (El Pueblo en Línea) - El nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, tiene una tarea muy desafiante por delante: traer algún tipo de orden económico, que ha eludido al país durante aproximadamente un siglo. Pero esta vez, hay un nuevo y significativo actor en juego: China.
China emergerá como un factor clave para asegurar el orden económico. La segunda economía más grande del mundo es el principal socio comercial de Argentina, con un comercio por valor de 16.500 millones de dólares en 2018, según cifras oficiales argentinas. Alrededor de dos tercios de eso son exportaciones a China.
En 2018, China compró un 20% más de Argentina que el año anterior, y los analistas de la industria esperan que esta tasa de crecimiento se mantenga positiva.
Se espera que la economía de Argentina se reduzca un 3,1% este año, y es probable que la inflación supere el 54%, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional.
La relación deuda / PIB del país ha aumentado a 93,3%. La inflación en espiral, la deuda, el soporte vital económico del FMI y los impuestos, que suman alrededor del 30% del PIB, dejan pocas opciones para una economía que ya ha dejado de pagar 93.000 millones de dólares de su deuda de 2001.
A pesar del incumplimiento, el FMI ayudó al país en 2018 con el mayor rescate financiero de su historia por una suma de 57.000 millones de dólares. El apoyo político dentro del FMI es una de las claves para evitar un segundo incumplimiento en menos de dos décadas.
El nuevo gobierno se enfrenta a dos grandes limitaciones. Primero, la base electoral de Alberto Fernández proviene de su nueva vicepresidenta, una persona muy conocida en el país. En segundo lugar, toda la región ha vivido una epidemia de protestas centradas en la desigualdad social, donde la gente pide más y mejores programas y subsidios.
El entorno político actual, tanto en el país como en la región, hace que sea casi imposible para Argentina, por sí sola, alcanzar el orden económico que tanto necesita.
El Partido Justicialista de Fernández ha gobernado Argentina durante la mayor parte de las últimas décadas. Fundada por el general populista Juan Perón en la década de 1940, tradicionalmente ha defendido los derechos de los trabajadores.
Esta cercanía con el activismo laboral puede estar entre los principales activos de la administración que lo ayudaron a asegurar el apoyo del 35% de los argentinos en niveles de pobreza y el 10% que actualmente están desempleados.
Una inversión significativa, del tipo que China ha sabido hacer en economías de todo el mundo, podría ayudar a apuntalar la economía argentina. Hay importantes proyectos de infraestructura en construcción, y uno de los proyectos clave es el resultado directo de la asociación China-Argentina.
Dos represas hidroeléctricas en la región sur de la Patagonia, y un nuevo túnel que conecta Argentina y Chile han colocado al Grupo Gezhouba de China, una empresa constructora, en el centro de la inversión en infraestructura en el país. Esto la convierte en una de las pocas empresas internacionales en expansión en el país.
Durante años, Argentina ha intentado utilizar proyectos de alta visibilidad para atraer inversiones, pero desde el incumplimiento de 2001, pocos, además de China, han estado dispuestos a sumergirse.
El capital que dicha inversión puede aportar y los efectos indirectos de los empleos que pueden generar los proyectos de infraestructura serán clave para cualquier plan que el nuevo gobierno pueda tener para expandir la economía rápidamente.
Durante el último auge de las materias primas a principios de la década, la presidenta Cristina Fernández aumentó el gasto fiscal en aproximadamente un 50%. Gran parte de ese dinero se destinó a programas de alivio de la pobreza con efectos limitados a largo plazo.
Estos programas fueron financiados por los impuestos a la exportación de soja y otros productos agrícolas con precios altísimos.
Esos ingresos extraordinarios no están disponibles ahora, incluso si China ha estado expandiendo las compras de soja argentina, otros productos agrícolas y carne después de las aprobaciones a mediados de este año.
El litio y el oro han sido dos de los productos mineros estelares para las empresas chinas. Más del 20% de las inversiones totales en el sector provienen de China, según cifras de la industria.
El nuevo presidente tendrá que equilibrar las fuerzas competidoras y contradictorias durante su mandato. El país necesita orden económico y medidas concretas para expandir su economía tanto a corto como a largo plazo. La relación bilateral con China será una de las claves para garantizar que pueda gestionar este acto de equilibrio.
(Web editor: 吴思萱, Rosa Liu)