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Una señora discapacitada ayuda a los adolescentes a superar obstáculos emocionales y psicológicos

Pueblo en Línea  2020:01:15.14:57

Zhang Lianfang con un joven al que ayuda en su casa en Daqing, provincia de Helongjiang. [Foto: China Daily]

Por Tian Xuefei y Zhou Huiying

Daqing, Heilongjiang, 15/01/2020 (El Pueblo en Línea) - En los últimos 20 años, Zhang Lianfang ha ayudado a más de 200 adolescentes con problemas a superar obstáculos emocionales y psicológicos.

Sin embargo, esta señora de 69 años y residenta en Daqing, provincia de Heilongjiang, no es psicóloga ni maestra. Es una jubilada que padece discapacidad visual y física.

En 1985, Zhang sufrió un accidente cuando trabajaba en la fábrica. Perdió todos los dedos en su mano derecha y un dedo de la mano izquierda. También perdió la mayor parte de su visión.

"Cuando me desperté en el hospital, varios días después del accidente, quería suicidarme", recuerda. "Perdí el valor de vivir porque no sabía cómo seguir respirando con un cuerpo herido".

Sin embargo, el aliento de sus familiares y su hija de 5 años le insufló voluntad para vivir.

"Mi hijita era mi principal preocupación. No podría dejarla sola en este mundo”.

No fue fácil aceptar la verdad de mi accidente.

Debido a la gravedad de sus lesiones, Zhang permaneció en el hospital de Daqing durante más de 40 días. Después fue enviada a un hospital afiliado a la Universidad Médica de Harbin durante tres meses para recibir tratamiento adicional.

Después de regresar a Daqing, se sometió a nueve meses de rehabilitación, incluyendo acupuntura tradicional china y masaje para recuperar las funciones de sus extremidades.

Ella hizo grandes esfuerzos y practicó la escritura con su mano izquierda y aprender a hacer las tareas domésticas con los dientes y los pies.

Zhang confiesa que pasó casi tres años superando el dolor y tratando de volver a la normalidad.

Durante el proceso, la hija de Zhang se convirtió en una colaboradora incansable y excelente de la escuela.

"Algunos amigos, así como los padres de los compañeros de escuela de mi hija, comenzaron a preguntar sobre mi experiencia en la educación", destaca. "Especialmente después de que mi hija obtuvo una muy buena puntuación en el examen nacional de ingreso a la universidad, realizado en 1998. Recibí llamadas y visitas de desconocidos que esperaban recibir ayuda de mí".

Los padres más ansiosos eran aquellos que no sabían cómo cambiar el comportamiento de sus hijos rebeldes.

En 1999, una mujer de mediana edad visitó a Zhang con su hijo y le rogó ayuda. "Me refirió que se había divorciado de su marido cuando su hijo era joven y luego lo envió a la casa de sus padres en el campo", recuerda Zhang. "Cuando lo trajo de vuelta para la escuela secundaria en Daqing, se dio cuenta de que su hijo se había vuelto incontrolable y a menudo se iba de la casa para unirse a pandillas callejeras."

Zhang pasó dos horas hablando con el chico. "Al principio, parecía bastante resistente y se negó a hablar conmigo", recuerda. Zhang le contó historias y experiencias, sin regañarle ni predicarle. Poco a poco, "sus rasgos se suavizaron y comenzó a comunicarse conmigo".

"Cuando se fue, prometió tratar de cambiar y prestar más atención a sus estudios, pero sabía que no sería tan fácil. Un mes después, le envié un suéter hecho a mano".

El joven se sorprendió por el regalo, ya que sabía que Zhang había tejido con sólo cuatro dedos.

El joven dejó de huir de casa, mejoró la asistencia y puntualidad escolar e incluso estudió hasta altas horas de la noche. La madre del niño lloraba de alegría por el cambio en el comportamiento de su hijo.

"Yo también estaba muy feliz de ser útil a la sociedad y poder ayudar a los demás", afirma Zhang.

En septiembre, Zhang se enfrentó a un problema diferente cuando una madre la visitó con su hija, estudiante de tercer año de secundaria. "Me dijo que estaba muy preocupada porque su hija había mencionado varias veces la posibilidad de suicidarse", detalló Zhang.

La chica le confesó que ella y otras dos compañeras de clase habían considerado seriamente la idea del suicidio porque la vida era aburrida y sin sentido.

"Le mostré las heridas de mi cuerpo y le dije cómo luchaba contra mi dolor", subrayó Zhang. "Al final de varias horas de charla, la chica comenzó a llorar y me dijo que antes no había apreciado su vida".

Se sintió aliviada cuando la niña prometió disfrutar de su vida afortunada y se fue sosteniendo la mano de su madre.

A partir del 2001, Zhang comenzó a llevar un diario de las ayudas a los demás. Hasta ahora, ha escrito más de 1 millón de palabras en 34 cuadernos.

"Espero compilar estas experiencias en un libro que pueda proporcionar algo a los padres que tienen problemas a la hora de educar a sus hijos. Algunos familiares y amigos me dijeron que no podré resolver todos los problemas. Debido a mi vejez y mi mala condición física me pidieron que me quedara en casa. Pero quiero hacer algo significativo para la sociedad".

Además de sus lesiones físicas, Zhang también padece del corazón, presión arterial alta y diabetes. Pero ella nunca rechaza una solicitud de ayuda, incluso cuando suena el teléfono a medianoche.

"Aquí estaré para ayudar a quien me necesite", aseguró. 

(Web editor: 吴思萱, 赵健)

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