Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 15 abr (Xinhua) -- Una de las más antiguas comunidades chinas en Cuba, Lung Kong, no se quedó cruzada de brazos ante la llegada de la pandemia del nuevo coronavirus a la isla y comenzó a brindar protección a sus miembros, quienes son cubanos descendientes de chinos.
Tras un pedido del presidente Miguel Diaz-Canel para que las personas permanecieran en casa y evitaran salir a la calle, la institución, que a diario provee de alimentos a unos 60 ancianos, buscó fórmulas para cumplir con el llamado gubernamental y al mismo tiempo continuar su labor humanitaria.
"No podíamos dejar sin amparo a esas personas que almuerzan y cenan en la sede de la sociedad", explica a Xinhua la presidenta de esa institución, Graciela Lau Quan, una mujer de 66 años que desde hace más de una década encabeza la Sociedad ubicada en la parte antigua de La Habana.
La solución ha sido entregar de manera gratuita a cada uno de los comensales una factura de alimentos, que o bien recogen en el comedor habitual o, los más ancianos, esperan a que alguien se la lleve a la casa.
Pollo, arroz, leche en polvo, yogurt, aceite, huevos, pastas y algunas viandas y vegetales, entre otros productos, se entregan semanalmente a las personas de mayor edad para que no tengan que salir a la calle.
Además, por donación de la embajada china en La Habana, se distribuyeron mascarillas sanitarias entre los ancianos y los trabajadores de la Sociedad.
Licenciada en Ciencias farmacéuticas e ingeniera Industrial, Graciela es el alma de la Sociedad, por eso a esa mujer menuda y habladora se le ve atenta a todo para que nadie quede sin la cuota de alimentos.
En la actualidad, Lung Kong tiene asociadas a unas 140 personas, una cifra muy lejos de los años de esplendor, cuando había más de 800 socios y la mayoría eran chinos naturales.
Pero el paso implacable del tiempo y la agitada vida cotidiana han mermado la membresía en la que apenas quedan chinos naturales y ahora son mayoría los descendientes, a quienes Graciela se precia de conocer uno por uno.
"Trato de conocerlos y de saber las necesidades de cada uno, porque casi la mitad de los miembros son personas mayores de 60 años que no pueden quedar desamparados", asegura Graciela, quien es hija de padre y madre cantoneses.
Los ancianos y sus familiares agradecen la acción, en la que desempeñan una importante labor los trabajadores de la Sociedad, pues son los encargados de organizar previamente las bolsas con los alimentos, que son subvencionadas por el estado cubano a través del Ministerio de Salud Pública.
"Entregarnos aquí los alimentos para cocinar en casa es muy buena idea, porque así no tenemos que andar por la calle, lo que en estos tiempos de pandemia es un riesgo sanitario", afirma categórica Zoe Herrera Bung, una jubilada de 67 años.
Las palabras de Zoe son confirmadas por Cristina Ho, otra pensionada que además se confiesa devota de San Fan Con, como nombran a Guan Gong, el legendario héroe transcultural y adorado en la isla, que se convirtió en una especie de deidad a la que muchos rinden culto, cuyo origen está asociado a la entrada al país de los primeros emigrantes chinos, en el siglo XIX.
En la tercera y última planta del edificio de la Sociedad está el altar de San Fan Con, único en la isla, pero más allá de la devoción por el héroe chino, esa institución no ceja en su empeño de proteger, en estos tiempos de pandemia, a sus más vulnerables miembros.
(Web editor: 吴思萱, 赵健)