BEIJING, 6 may (Xinhua) -- Cuando los líderes mundiales respondieron activamente a la conferencia de recaudación de fondos de la Unión Europea y prometieron 8.000 millones de dólares para la investigación conjunta de la vacuna contra la COVID-19, Estados Unidos se mantuvo al margen.
Luego del brote del nuevo coronavirus, la respuesta tardía de la administración estadounidense ha convertido al país en el epicentro de la enfermedad y la atribución de culpas que empezó ha perjudicado a la lucha global contra el virus.
A mediados de marzo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se autoproclamó un presidente de tiempos de guerra y declaró al coronavirus como el enemigo. Desde entonces, Estados Unidos ha registrado el aumento de contagios en su territorio, y el número de muertos supera los decesos combinados de las guerras en Vietnam, Afganistán e Irak.
OPORTUNIDADES PERDIDAS
Washington tuvo diversas oportunidades para superar al virus en lugar de perseguirlo, pero en cambio optó por rechazar las propuestas de respuesta, culpabilizar a otros y divulgar información engañosa.
A principios de enero, el responsable de la oficina de rastreo de pandemias del Consejo de Seguridad Nacional recibió reportes que preveían que el virus se propagaría pronto en Estados Unidos. En cuestión de semanas surgieron propuestas como el cierre de ciudades del tamaño de Chicago y mantener a las personas en casa. Sin embargo, la Casa Blanca desestimó todas ellas.
Para la tercera semana de febrero, los principales expertos en salud recomendaron una estrategia que incluía el distanciamiento social y teletrabajo, pero la Casa Blanca tomó una actitud indiferente, y anunció que la pandemia estaba "bajo control" en Estados Unidos y que todo "iba a estar bien".
Dos meses pasaron antes de que Washington finalmente recomendara el distanciamiento social en toda la nación, pero para entonces era demasiado tarde. Es difícil de creer que esa nación tan poderosa e influyente haya manejado la crisis de salud de manera tan deficiente.
Un sistema de atención médica injusto e inaccesible, la competencia entre los estados estadounidenses por los escasos recursos médicos, el desproporcionado número de muertos entre minorías étnicas, y la caótica coordinación demostrada en la respuesta de Estados Unidos, han generado más desilusión con el lema promovido por Washington de "Hacer Grande a Estados Unidos de Nuevo".
La lenta respuesta de Estados Unidos, en la que sobresalen las bien documentadas fallas para establecer su capacidad de pruebas, provocó sufrimiento al pueblo estadounidense.
En marzo, el primer ministro de Australia, Scott Morrison, dijo que Estados Unidos ha sido el principal origen de la mayoría de los casos de la COVID-19 en su país.
DESVIANDO LA ATENCION
Mientras China apela a la cooperación internacional en la lucha contra la COVID-19, Washington está ocupado difamando a Beijing para desviar la atención de su propia respuesta deficiente ante la pandemia, afirmó un ex diplomático serbio.
La administración estadounidense, en lugar de combatir más de un millón de casos en el país, ha hecho su mejor esfuerzo para estigmatizar a China y propagar información falsa acerca del nuevo virus.
Trump dijo el 14 de abril que suspendería el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud (OMS), al mismo tiempo que se llevaba a cabo una revisión respecto "al papel (de la OMS) en la gestión severamente deficiente y en el encubrimiento de la propagación del coronavirus".
El anuncio de Estados Unidos tuvo lugar en medio de la peor pandemia global en décadas y mientras Washington estaba desesperado por defender su propio manejo del brote.
Los europeos ya estaban molestos por los supuestos esfuerzos estadounidenses de adquirir los derechos monopólicos de una vacuna contra el coronavirus desarrollada en Alemania.
Mientras que el mundo está luchando para lograr una vacuna, lo que la Casa Blanca ha hecho es una simple manifestación de interés propio nacionalista.
A principios de marzo, funcionarios del gobierno alemán dijeron que creen que Washington trató de seducir a una compañía en el suroeste de Alemania que se sabe está trabajando en una vacuna, para que mudara su trabajo de investigación a Estados Unidos.
A principios de abril, 200.000 mascarillas de protección destinadas a Berlín fue decomisadas por Estados Unidos en un aeropuerto en Tailandia, en un episodio dramático que Alemania llamó posteriormente un "acto de piratería moderna".
COOPERACION MUY NECESARIA
Más de 70 expertos en salud pública de Estados Unidos y China han instado a ambos países a coordinar respuestas ante la COVID-19 en una carta firmada publicada por The New York Times.
"Su poder debe estar enfocado en cuidar a los demás y organizar los recursos para la prevención de la enfermedad, y no en desviar la culpa, impulsar las tasas de aprobación, saldar cuentas o satanizar a las personas por su etnia o nacionalidad", señala la carta.
Las enfermedades no conocen fronteras; las cadenas de suministro están incorporadas internacionalmente, y la gestión de la crisis necesita de la colaboración entre gobierno y de la compartición de datos entre los científicos.
No existe lugar en la actualidad para que los políticos pongan en peligro los lazos bilaterales propagando conspiraciones o lenguaje insultante acerca de los orígenes virológicos, añade la carta.
Ya es tiempo de detener la atribución de culpas, reconstruir las alianzas de salud públicas globales, como la OMS, renovar los intercambios científicos y comunicarse respetuosamente a través de las fronteras.
(Web editor: 吴思萱, Rosa Liu)