A menos de ocho meses para que se inauguren los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing, con los preparativos en la recta final y los deportistas internacionales ansiosos por venir a competir, un exiguo número de países occidentales van en contra de la unánime voluntad de los pueblos del mundo y lanzan disparates para intentar boicotear la magna cita deportiva. ¿El pretexto? La supuesta situación de los derechos humanos en China.
Jugarse la carta de los derechos humanos ha sido una maniobra habitual de algunos países occidentales como Estados Unidos, que suelen acusar arbitrariamente a otros mientras ellos hacen caso omiso a sus propios problemas en dicha materia. Algunos mal intencionados intentan convertir a los Juegos Olímpicos en un instrumento político a su favor. La intentona ha quedado al descubierto y estará condenada al fracaso.
Buscar manipular políticamente los Juegos Olímpicos no cuenta con ningún apoyo porque es un acto inmoral. Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y una de las más agresivas en esta campaña contra los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing, lanzó acusaciones similares en ocasión de la Olimpiada de Beijing 2008. Para su frustración, en aquel entonces, ese evento deportivo mundial culminó con un éxito incomparable, patentizando la fuerte capacidad organizativa de China y la aspiración de todos los pueblos del mundo. Trece años después, el poderío nacional integral de China ha aumentado considerablemente y su círculo de amigos es cada vez más amplio. Pese a ello, hay todavía quienes aferrándose a su mentalidad obsoleta, como Nancy Pelosi y Justin Trudeau, acusan infundadamente a China mediante el pretexto de la situación de los derechos humanos e intentan manipulan políticamente los Juegos Olímpicos. Ante la corriente principal de opinión pública, estos clichés son nada más que una contracorriente efímera y con muy poco eco. Muchos gobiernos, incluyendo aquellos que son aliados de Estados Unidos, el Comité Olímpico Internacional, e incluso el Comité Olímpico del propio Estados Unidos, explícitamente se han opuesto a ese tipo de retóricas. Interferir en los Juegos Olímpicos, pretextando derechos humanos, no sólo sumerge al movimiento olímpico en un torbellino geopolítico e ideológico, sino que también señala una gran distorsión y sabotaje a la causa internacional de los derechos humanos. Por lo tanto, ese empeño no recibe ningún apoyo.
Manipular políticamente los Juegos Olímpicos es contrario al espíritu olímpico de solidaridad, amistad y paz. El espíritu olímpico es una riqueza común de toda la humanidad. Las mentiras políticas fabricadas para boicotear los Juegos van en contra de ese espíritu deportivo y no generan nada más que “división, hostilidad y confrontación”. Thomas Bach, Presidente del Comité Olímpico Internacional, declaró que “lo más flagrante de esta falta de respeto se evidencia en los llamamientos al boicot de los eventos deportivos o el boicot a los países que albergan eventos deportivos”. Ese boicot viola el principio de neutralidad política de los Juegos Olímpicos y perjudica la causa olímpica y los intereses de los atletas. Tal como se consagra en la Carta Olímpica: “Toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte sin discriminación de ningún tipo”. Competir por mejores resultados y honores para la patria es el sueño de todos los participantes. Su valiosa y corta vida deportiva no permite interferencias ni interrupciones ajenas de ningún tipo. Todos los países deben ofrecer a los jugadores olímpicos un escenario para bregar por el ideal “Citius, Altius, Fortius (más alto, más rápido, más fuerte)”. De ninguna manera aceptamos que la vida profesional de los deportistas sea erosionada por manipulaciones políticas.
Manipular políticamente los Juegos Olímpicos no ayuda al mundo a salir de la sombra de la pandemia. Debido al COVID-19, desde el comienzo del nuevo milenio nuestro planeta se encuentra en el momento más difícil. En este contexto, nos urge demostrar la solidaridad y revitalizar el desarrollo mediante el Movimiento Olímpico, una de nuestra riqueza más valiosa. Por lo tanto, necesitamos liberar a plenitud los dividendos de las dos Olimpiadas del año para reforzar el desarrollo económico, recuperar los intercambios de personas e impulsar el aprendizaje mutuo entre civilizaciones. Recientemente, después de visitar los estadios de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing, los jefes y representantes de las misiones diplomáticas en China no escatimaron elogios sobre los preparativos, manifestando su plena confianza en la Olimpiada Invernal y acentuando grandes expectativas sobre este evento deportivo y cultural. Dada la prolongada sombra acarreada por COVID-19, lo que debemos hacer es traer la luz y la esperanza al mundo mediante el Movimiento Olímpico, en lugar de ensombrecerlo con mediocres manipulaciones políticas.
A medida que se acercan los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022, seguramente surgirán de vez en cuando comentarios infundados que busquen calumniar a China y boicotear la Olimpiada. Tal como reza un poema chino: “A pesar de los incesantes gritos de los simios a las dos orillas del río, el veloz barco ya ha dejado atrás miles de montañas”. Guiada por valores “ecológicos, solidarios, de apertura e integridad”, China redoblará esfuerzos para llevar a buen puerto todos los preparativos y ofrecerle a los aficionados a los deportes de la nieve y el hielo una Olimpiada sencilla, segura e inolvidable.
(Web editor: 吴思萱, 周雨)