En 2019, el sistema judicial de EE.UU detuvo a aproximadamente 2,1 millones de personas, más de 100.000 de las cuales se encontraban en prisiones privadas. Las empresas que administran las prisiones obtienen contratos con el gobierno, que paga un salario mínimo a las prisiones privadas. En la mayoría de los casos, la remuneración se basa en el número de reclusos. Las prisiones privadas presionan a los miembros del Congreso todos los años para obtener contribuciones políticas para asegurar contratos. Para aumentar la "tasa de ocupación" de las cárceles, estas empresas también sobornan a los funcionarios judiciales. Dos jueces del estado de Pensilvania aceptaron sobornos para enviar a más de 4.000 adolescentes a prisiones privadas en lo que se conoció como el escándalo del "niño por multa".
Para maximizar las ganancias, las prisiones privadas también hacen que los presos trabajen como esclavos. Dominic Morgan, quien cumple su condena en el Centro Correccional de Omaha en Nebraska, le dijo a la Radio Pública Nacional de EE.UU (NPR): "Mi día comienza a las 4 am. Voy a la cocina para preparar el desayuno para 1.200 personas y luego el almuerzo y la cena. En todo el día gano 2.25 dólares".
Los dueños de prisiones privadas ganan mucho dinero. En 2020, los dos gigantes de las prisiones privadas de EE.UU, CoreCivic y GEO Group, lograron ingresos operativos de 1.900 millones y 2.300 millones de dólares, respectivamente.
Si la prisión privada en Estados Unidos es una máquina de imprimir dinero, entonces la sangre y las lágrimas de los presos son su tinta.
(Web editor: 周雨, Zhao Jian)
