(Fotografía: Velia Govaere)
Por Velia Govaere
Entre pueblos y gobiernos media un contrato social que se funda en asegurar techo, alimentación, salud y medios de progreso personal a sus ciudadanos. Su discordancia se llama pobreza, palabra que denuncia un contrato social roto. Hay quienes afirman que la erradicación de la pobreza es un producto del progreso económico. No es cierto. A sus 25 años, Friedrich Engel escribió la atroz situación de la clase obrera de Inglaterra, en contraste con el auge económico de 1845. El avance económico siguió un curso paralelo con la indigencia. Medio siglo después, Henry George describió la convivencia de “Progreso y Miseria”. No, la pobreza no es resultado económico sino político.
Esa es una razón de mi visita a China. Quería ver de primera mano la erradicación de la pobreza en China. Yo había explicado con cifras del Banco Mundial que China había sacado de la pobreza a 800 millones de seres humanos. En escasos veinte años, la pobreza pasó de 49.8% a cero. Ese no fue resultado automático de su progreso económico. Por eso, yo quería salir de los gráficos de un monitor y ponerle nombre y apellido. Ya casi puedo hacerlo. Progreso económico junto a progreso social se llama Nangou de Shaanxi.
En 2013, la aldea de Nangou, en la provincia de Shaanxi, era epítome de rezagos. En esa aldea de 345 hogares, 13% eran pobres, 10% de pobreza extrema. Su miseria rebasaba la media de toda China. En ese nivel contrastado con el avance chino, comenzó su proceso de superación que estaba, por supuesto, más allá de capacidades locales propias.
Por eso se necesitaban alianzas virtuosas entre el liderazgo político local, respaldo del gobierno central, visión académica, económica y técnicamente factible, colaboración de la empresa privada y, sobre todo, una comunidad empoderada de su ruta. Se reclutaron especialistas que se trasladaron a vivir a la aldea y en una prolongada convivencia con la comunidad, ajustaron soluciones diseñadas socialmente.
Ser una aldea de 1009 habitantes no impidió hacer el mismo empeño que en otros emprendimientos. Ahí convergieron políticas públicas nacionales, procesos educativos locales, entrenamientos productivos y, sobre todo, la construcción colectiva de un sentido común de futuro.
Atrás quedaron penurias. En 2018, se erradicó la pobreza. Con el axioma “tres cambios” convirtieron recursos en propiedades, capitales en acciones y agricultores en accionistas en esquema cooperativo. Nangou ya tiene infraestructura de conexión, agua potable, vivienda y servicios de salud. Sus nuevos medios de vida armonizan el cultivo de 211 hectáreas de manzanas y cerezas con la crianza de 1200 ovejas y turismo rural. Todo con comercio electrónico. Tiene un programa solidario: “Tengo un árbol en Nangou”, fuente de ingresos y parte de su encanto.
¿Qué aprendí? ¿Qué es replicable de esta experiencia? Tendré mucho que reflexionar. Me consuela Confucio cuando dice que “quien conoce todas las respuestas no ha hecho todas las preguntas”. Al menos, ya tengo un manzano en Nangou.
La autora es ex viceministra de Economía de Costa Rica
(Web editor: Zhao Jian, 周雨)