(Ilustración: Liu Rui/GT)
Estados Unidos y Japón han lanzado una vez más un "globo sonda" sobre el despliegue de misiles balísticos de mediano alcance (MRBM, por sus siglas en inglés) a las fuerzas estadounidenses en Japón.
Los medios japoneses citaron recientemente fuentes que afirman que Washington ha propuesto desplegar tales misiles en Japón como parte de un plan para fortalecer la "defensa contra China". El informe también señala que el despliegue podría incluir armas hipersónicas de largo alcance y misiles de crucero Tomahawk. Luego afirma que Tokio está a punto de comenzar discusiones serias sobre aceptar el despliegue y considerar la isla de Kyushu, que está cerca de la isla de Taiwán, como una posible ubicación. Obviamente, esta noticia no son rumores infundados, sino un intento de Washington y Tokío de explorar el camino a seguir para una escalada militar significativa.
Hace poco más de 10 días, la Casa Blanca prometió no tener planes de desplegar MRBM en Japón. Esto no es porque Estados Unidos no quiera hacerlo, sino precisamente porque la resistencia es tan grande que tiene que tien que ser muy escrupulosos. En los últimos años, Washington ha buscado, a lo largo de la primera cadena de islas, de construir una red de misiles contra China. En esta aventura, Washington ha estado luchando por encontrar al "embaucador" dispuesto a aceptar sus MRBM debido a que tal acción es equivalente a cubrirse con detonadores, convirtiéndose en un "escudo corporal" para el ejército estadounidense. Como resultado, Estados Unidos continúa probando la reacción de otros países al entregar información relevante. Por ejemplo, se publicó una noticia antes de afirmar que el despliegue podría ser en Japón, Corea del Sur, Australia o Filipinas. Sin embargo, ni Seúl, Camberra o Manila lo han rechazado rotundamente, sin dejar espacio para tal posibilidad. Claramente, no es difícil sopesar las posibles ganancias y pérdidas.
Tokío no ha hecho una declaración pública sobre el asunto, pero su postura de cumplir completamente con Washington le ha dado a Estados Unidos la oportunidad de aumentar la presión sobre Japón. En 2020, algunos funcionarios estadounidenses llamaron a Japón uno de los sitios potenciales para el despliegue de MRBM, y además fue el único país nombrado públicamente por Estados Unidos. A pesar de la fuerte oposición de la sociedad japonesa, a Washington no le importa. En otras palabras, Tokío tiene poco que argumentar frente al poderoso Estados Unidos. Lo que es aún más increíble es que muchos políticos de derecha japoneses se han convertido en cabilderos de Washington, persuadiendo a su propia gente de que el despliegue de los misiles es "absolutamente necesario", e incluso no ocultan que quieren "solicitar a Estados Unidos que lo haga". Tal autodenigración no tiene precedentes en el mundo de hoy.
Si Tokío insiste en desplegar los MRBM del ejército estadounidense en suelo japonés, quemará el futuro de su propio país. Esto significa que si ocurre un conflicto armado en aguas circundantes, esas bases serán los primeros objetivos. Debido al terreno de Japón y las características de los misiles intermedios terrestres, podrían localizarse rápidamente y con una alta probabilidad de ser destruidos en la primera ronda de ataques. El despliegue de misiles de mediano alcance en varios puntos no podrá mejorar la llamada "capacidad de disuasión" de Japón, sino que le hará sentir el intenso dolor de quemarse. Para Estados Unidos, a cientos de miles de kilómetros de distancia, debido a que es Japón es quien será derrotado, desplegar los MRBM lejos de casa representa un negocio lucrativo.
Ahora los políticos estadounidenses y japoneses están hablando con frecuencia sobre la cuestión de Taiwán, tratando de exagerar la "amenaza de China" para engañar a la sociedad japonesa y persuadirla para que acepte este sucio acuerdo político. Pero la historia ha demostrado repetidamente que donde se despliegan los misiles estadounidenses de mediano alcance, se colocan los fusibles detonadores de un futuro conflicto.
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética compitieron para desplegar intensamente misiles de mediano alcance en el continente europeo, lo que despertó fuertes preocupaciones y oposición de los países de ese continente. En particular, debido al corto tiempo de vuelo de los MRBM, generalmente se consideran el desencadenante de una guerra nuclear. Fue bajo la sofocante sombra de la guerra nuclear que Estados Unidos y la Unión Soviética finalmente firmaron el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (Tratado INF). Después de que la administración Trump anunciara su retirada del Tratado INF en 2019, los países europeos reaccionaron con mayor fuerza. Ya no es la era de la hegemonía bipolar, aunque algunas políticos japoneses sueñen con repetir los mismos errores del este de Asia. Ese cálculo es miope y estúpido.
En los últimos años, Estados Unidos y Japón varias veces han publicado información sobre el despliegue de misiles de mediano alcance. Las noticias relevantes, verdaderas o falsas, han estado circulando durante años. Es difícil no sospechar que son las tácticas de agotamiento que implementa EE.UU. y Japón para que la región acceda gradualmente al "hecho" del despliegue MRBM, a fin de reducir el impacto opositor cuando realmente se concrete algún día.
Pero la actitud de los países de la región, incluida China, es firme y clara: no hay necesidad de que Washington y Tokío intenten provocar. En este tema, no importa cuántos "globos sonda" envíen Estados Unidos y Japón, nada les ayudará. En esta encrucijada, Japón debería ser muy cauteloso y no atarse a los "detonadores" del ejército estadounidense.
(Web editor: Rosa Liu, Zhao Jian)