BUENOS AIRES, 28 ago (Xinhua) -- El jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, aseguró en diálogo con la prensa que el 75 por ciento de los trabajadores no se adhirió al paro general que se desarrolla en esta jornada en la Argentina.
La medida de fuerza, que comenzó en las primeras horas de este jueves, la desarrollan en forma conjunta la Confederación General del Trabajo (CGT) que lidera el secretario general de los Camioneros, Hugo Moyano y, la CGT Azul y Blanca, que conduce el líder de la Unión de Trabajadores Gastronómicos, Luis Barrionuevo.
Capitanich agregó que la huelga "es de naturaleza política", sostuvo que lo lleva adelante "un grupo de dirigentes sindicales opositores" y describió que el gobierno ha "observado distintos mecanismos por parte de grupos minúsculos que impiden el tránsito de vehículos", lo que impide la libre circulación de vehículos de todo tipo y personas en algunas lugares considerados neurálgicos para el transporte público y privado.
El paro --que coincide con otra huelga, por 36 horas que desde el mediodía de ayer (miércoles) cumple el Congreso de los Trabajadores Argentinos - CTA que conduce Pablo Micheli- es la tercera medida de acción directa de protesta obrera de alcance nacional que las organizaciones sindicales desarrollan contra las políticas que aplica la presidenta Cristina Fernánndez.
La medida de fuerza -pese a las expresiones de Capitanich- se percibe cuando se recorre las calles de esta capital y sus alrededores como de alto acatamiento a pesar de que formalmente la Unión Tranviarios Automotor (UTA), que conduce el colectivero Roberto Fernández, no adhiere a la protesta.
La falta de concurrencia de los trabajadores a sus lugares de empleo -que es significativo y con miles de comercios de todo tipo cerrados- se debe a que los trabajadores ferroviarios, de los subterráneos y de taxis adhieren al paro de las centrales obreras mencionadas.
En lo que concierne a viajes de larga distancia -aviones y buses- tampoco cumplen con los servicios previstos para hoy, de la misma forma que están paralizados los puertos, los bancos, las entidades financieras, los restaurantes, bares, casas de comidas rápidas y un amplio sector en el que se encuentran establecimientos educativos tanto del sistema público como privado.
Tampoco trabajan los recolectores de residuos domiciliarios y hospitalarios, los trabajadores de los camiones de caudales que reponen dinero en los cajeros automáticos, ni los transportistas de combustibles, alimentos y bebidas.
Por su parte, varios partidos de izquierdas con sus militantes se constituyeron en piquetes que impiden el normal desplazamiento de vehículos que pretenden ingresar en esta capital.
Entre los reclamos formales que realizan los organizadores del paro se destacan la exigencia para que se conceda un incremento salarial de emergencia, la puesta en marcha de políticas que pongan fin a la espiral inflacionaria, un aumento inmediato en las retribuciones que reciben los jubilados, la eliminación del Impuesto a las Ganancias que afecta los salarios y la instrumentación de políticas activas contra la inseguridad ciudadana.
En ese contexto, Capitanich, sostuvo que "el 75 por ciento de los trabajadores no se adhirió al paro", aseguró que se encuentran en "funcionamiento de líneas de transporte", afirmó que "los trabajadores han concurrido a sus trabajos" y aseguró que en el gobierno "somos absolutamente respetuosos de las disidencias, aún cuando no las compartimos".