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COMENTARIO: Una vergonzosa cicatriz en la historia de los derechos humanos de EEUU

Actualizado a las 27/11/2014 - 08:43
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BEIJING, 26 nov (Xinhua) -- Quizás haya muy pocos países en el mundo que se consideren tan justos y satisfechos en materia de derechos humanos como Estados Unidos, pero la tragedia de Ferguson es obviamente una bofetada en el rostro.

Tras la decisión del gran jurado anunciada el lunes de no condenar al oficial de policía de raza blanca Darren Wilson, quien mató a tiros al joven afroamericano Michael Brown en Ferguson, Missouri, las protestas y las manifestaciones se han intensificado y expandido a muchas ciudades del país.

Después del fallo, Barack Obama, primer presidente afroamericano estadounidense, pidió respeto para el "estado de derecho" en un discurso de una hora pronunciado la noche del lunes.

El trágico incidente y el posterior fallo judicial se caracterizaron como una injusticia judicial y una violación de los derechos humanos.

Además, el hecho de que un incidente ocurrido hace más de tres meses en un pequeño poblado haya provocado la amplia y prolongada indignación pública contra el sistema judicial de la nación es una evidente demostración de algunos de los males profundamente arraigados en Estados Unidos, autodenominado defensor y juez de los derechos humanos.

La división racial persiste como una enfermedad crónica después de que el líder de los derechos civiles Martin Luther King pronunciara hace medio siglo el famoso discurso "Tengo un sueño", en el que expresó su aspiración a lograr la igualdad de derechos para los afroamericanos en el país.

En su peor escenario violento de los últimos tiempos, la absolución de cuatro policías blancos por golpear a un motorista negro en 1992 provocó seis días de disturbios en que participaron miles de personas alrededor del área metropolitana de Los Angeles, dejando 51 personas muertas.

A través de la historia, las tensiones raciales han sido muy profundas en Estados Unidos, país que siempre señala con el dedo a otras naciones en este tema.

Hoy, la herida está obviamente lejos de cicatrizar, pues una reciente encuesta demostró que el 51 por ciento de los estadounidenses no cree que los afroamericanos puedan ser tratados jurídicamente igual que las personas de raza blanca.

Algunos argumentan que las diferencias y conflictos raciales son inevitables en un "crisol de razas" como Estados Unidos, donde las personas provienen prácticamente de todas partes del mundo.

Pero resulta innegable que la discriminación racial contra los afroamericanos y otras minorías étnicas, aunque no tan obvia como en el pasado, todavía persiste en todos los aspectos de la vida social estadounidense, incluidos el empleo, la vivienda, la educación y, particularmente, la justicia.

La muerte de Brown debe servir como triste recordatorio al Tío Sam de que existen muchas violaciones de los derechos humanos en su propio suelo, y que debe primero resolver sus propios problemas antes de criticar a otros países.

Resulta muy recomendable que todos los países, incluido EEUU, mejoren la comunicación y la cooperación sobre los derechos humanos y aprendan de las experiencias y lecciones de cada uno para mejorar mutuamente, en lugar de señalar con el dedo a otros.  

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