¿Las relaciones sino-estadounidenses mantendrán una vía estable? |
Nota del Editor:La próxima visita del presidente de China, Xi Jinping, a los EE.UU. se considera especialmente importante, ya que llega en un momento en que el estado de ánimo de algunos en Washington está muy poco a favor de la cooperación con China.
En el contexto de las dificultades en el Mar de China del Sur, la "nueva normalidad" de la economía y las acusaciones sobre el robo cibernético.. ¿Cómo será el curso futuro de las relaciones entre las dos potencias ser suave? ¿Se han comprometido a mantener los lazos establs y constantes? El Diario del Pueblo preguntó a varios expertos qué opinan del tema.
Yuan Peng, vicepresidente del Instituto Chino de Relaciones Internacionales Contemporáneas.
La relación entre China y Estados Unidos, dos grandes potencias que difieren en su sistema social, ideología, valores, fase de desarrollo, historia y cultura, ha sido capaz de mantenerse pacífica y estable por más de 30 años, desde la normalización de las relaciones diplomáticas.
Esto ha creado un marco para un nuevo modelo de gran relación de poder. Lo que estamos haciendo ahora es teorizar y enriquecer la connotación de esta relación y prepararnos para las necesidades futuras, a fin de mantener la relación entre China y EEUU en una vía estable que avance continuamente.
Actualmente, el comercio entre China y los Estados Unidos asciende a casi 560 mil millones de dólares. Una cifra más clara que mil palabras.
Se estima que los dos países puedan aprovechar otros 500 mil millones de dólares en el potencial comercial de la próxima década. Tales enormes beneficios propician la unión de China y EE.UU. en un fuerte interés común y de estado de profunda interdependencia que es difícil quebrar.
Además, también existe un enorme potencial en términos de inversión, por lo que China está impulsando activamente la firma del Tratado Bilateral de Inversiones.
Los EE.UU. y China, ambos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y las economías más grandes del mundo, podrán hacer mucho más si avanzan de la mano. La cooperación entre China y Estados Unidos no va a resolver todos los problemas mundiales, pero ninguno de los problemas mundiales se pueden resolver sin la cooperación entre China y EE.UU.
Shen Dingli, vicedecano del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Fudan.
Los EE.UU., poco después de la fundación de la nación, establecieron contacto comercial con China. Las semillas de la actual e importante relación comercial entre EE.UU. y China se sembraron hace más de 200 años, cuando un barco encargado por George Washington, primer presidente de Estados Unidos, zarpó de Nueva York hacia Cantón (Guangzhou).
Washington se mostró satisfecho por la noticia del regreso de la nave y gastó 200 dólares en los productos chinos que trajo de vuelta.
Ahora, en 2014, el volumen del comercio de mercancías entre China y los EE.UU. ha sido de 560 mil millones de dólares y los dos países se han convertido en importantes socios comerciales. Con el desarrollo de ambos países, la demanda de ampliación de la cooperación aumentando aún más.
La beneficiosa cooperación mutua ha sentado una base sólida que beneficia a los pueblos de ambos países. La relación entre China y Estados Unidos no es un concepto vacío, tiene ricas connotaciones.
Douglas H. Paal, vicepresidente de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional.
Necesitamos la cooperación, al menos, a dos niveles: primero, con visión de futuro y comprometida para encontrar maneras de hacer espacio para el uno y el otro en la región de Asia-Pacífico y en los organismos internacionales, no excluyéndose entre sí. Los líderes tienen que indicar que están decididos a proseguir la reforma económica, el re-equilibrio y que están convencidos de que pueden contribuir juntos al crecimiento global.
El segundo nivel está en lo concreto para abordar los persistentes problemas, tales como las intrusiones cibernéticas, las fricciones en los mares de China -Sur y Este-, y el ambiente para el comercio exterior y la inversión.
China está apenas comenzando a extender su alcance global. El número de áreas en las que puede hacer una contribución es relativamente pequeño, pero creciente.
Los EE.UU. deben acostumbrarse a pensar en China como una parte necesaria de la ecuación que lleva a la paz y al desarrollo. Y los EE.UU. también debe pensar en lo que expresa y hace en términos de cómo China va a recibirlo.
China no debe ver las áreas de acción como necesariamente un juego que aspira a sumar cero, o como cualquier otra forma de praxis que implica a los EE.UU. intentando impedir el ascenso de China. Tenemos que escucharnos unos a otros con más atención.
Fan Jishe, investigador en el Instituto de Estudios Americanos de la Academia China de Ciencias Sociales.
Una base sólida se ha establecido para la construcción de una relación estratégica estable entre China y los EE.UU. Se han convertido en lo política y en lo económico naciones interdependientes.
En los períodos intermedios y posteriores de la Guerra Fría, China y los EE.UU. cooperaron estratégicamente para lidiar con una amenaza de seguridad común. Después de eso, cooperaron en asuntos bilaterales para la interacción en temas multilaterales y globales en aras de intereses y desafíos comunes.
A medida que China se integra en el actual orden internacional y expande sus intereses en el extranjero, el mantenimiento de una sociedad internacional más estable y próspera sirve a los intereses de ambos países.
Una China en ascenso, dedicada a evitar la trampa de Tucídides, desarrolla una relación con los EE.UU. que no busca ningún conflicto, ninguna confrontación, mantiene el respeto mutuo y la cooperación ganar-ganar. Aquí es donde radica el valor fundamental de su nuevo tipo de gran relación de poder. En más de 36 años trascurridos desde que los dos países establecieron relaciones diplomáticas, esta es una característica importante de la relación bilateral que la define y la conceptualiza.
Ahora China propone la construcción de un nuevo modelo de gran relación de poder, un intento activo para desarrollar sus relaciones.
Las diferencias entre China y los EE.UU. se refieren principalmente a cuestiones de soberanía. Éstas son políticamente sensibles y ofrecen escaso margen para el compromiso, son fuentes potenciales para la confrontación y se pueden clasificar como "zona roja", casi impisibles de resolver a corto plazo.
Pero los dos países han acumulado abundantes experiencias para hacer frente a estas diferencias bilaterales. Sus diferencias sobre cuestiones regionales no son tan sensibles como en disputas bilaterales y se pueden clasificar como una "zona amarilla", con cierto espacio para el compromiso. China y los EE.UU. pueden reducir sus diferencias si se manejan las disputas regionales adecuadamente, de lo contrario estos problemas también pueden dar lugar a conflictos.
En temas globales como el cambio climático, la no proliferación nuclear, la energía y las pandemias, China y los EE.UU. tienen muchos intereses convergentes y menos diferencias sensibles. Esto constituye una "zona verde", que sugiere amplias perspectivas para la cooperación.
La construcción de este nuevo tipo de gran relación de poder requiere que los dos países para expandir su cooperación en cuestiones de "zona verde", trabajen más en cuestiones de "zona amarilla" y poco a poco convertir algunos de ellos en "zona verde". Deben gestionar eficazmente las diferencias sobre las cuestiones que se mantienen en la "zona roja".
Huang Jing, director del Centro de Asia y Globalización en Lee Kuan Yew Escuela de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur.
El pueblo chino y el estadounidenses nunca han tenido confrontaciones irreconciliables. En las dos guerras mundiales, especialmente la Segunda Guerra Mundial, se apoyaron mutuamente. Incluso durante la Guerra Fría, su deseo de tener relaciones de amistad nunca pereció.
Desde la reforma y apertura, los EE.UU. ha estado estrechamente vinculados a China en las esferas económicas, culturales y políticas. A pesar de los inevitables conflictos sobre intereses nacionales, los dos pueblos no quieren convertirse en enemigos. Es inimaginable pensar que de un lado y del otro gustarían ver que estalle una guerra entre los dos países. La mayoría de los ciudadanos desea que los dos países pueden tener intercambios, oportunidades de cooperación y desarrollen una buena relación, lo que sienta las bases para la construcción de un nuevo tipo de gran relación de poder.
En los intercambios políticos, económicos y de seguridad, las dos partes deben trabajar juntos hacia la institucionalización.
Lo más importante debe estar en la intención de traducir ese consenso en las políticas a medidas concretas, a través de la institucionalización de la relación bilateral, con el fin de gestionar con eficacia los problemas y dificultades que surjan.