Perder a uno de los padres es uno de los eventos más estresantes y potencialmente perjudiciales en la infancia y un estudio europeo encontró que esta situación puede incrementar el riesgo de suicidio de una persona en el largo plazo.
Mai-Britt Guldin de la Universidad Aarhus de Dinamarca y sus colegas utilizaron datos del registro nacional entre 1968 y el 2008 de Dinamarca, Suecia y Finlandia para identificar a 189.094 menores que perdieron a uno de sus padres antes de cumplir los 18 años de edad.
Los investigadores compararon a los menores afectados con cerca de dos millones de niños que no sufrieron la pérdida de uno de sus padres para analizar el riesgo de suicidio en el largo plazo.
Ambos grupos fueron seguidos durante cerca de 40 años, se indicó en el estudio publicado en la revista estadounidense JAMA Psychiatry.
Los investigadores encontraron que 265 individuos, o 0,14 por ciento del grupo privado de uno de los padres, murieron por causa de un suicidio durante el seguimiento, en comparación con el 0,07 por ciento del grupo no afectado por este tipo de pérdida.
Los hijos parecieron ser más afectados que las hijas. Durante 25 años de seguimiento, el riesgo absoluto de suicidio fue de cuatro por cada 1.000 personas para los hijos que sufrieron la pérdida de uno de los padres en la infancia y de dos por cada 1.000 personas para las hijas.
Los investigadores señalaron que su estudio no tuvo información sobre importantes factores de riesgo como los factores genéticos, la red social y los factores de estilo de vida de la familia.
"Nuestro estudio apunta a la mitigación temprana de la aflicción para reducir el riesgo de un comportamiento suicida entre los menores que perdieron a uno de los padres en la infancia", concluyeron.