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Avistamiento de aves, pasión de "hombre pájaro" de Beijing

Actualizado a las 23/02/2016 - 08:41
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BEIJING, 22 feb (Xinhua) -- "Cada vez se avistan menos búhos en el Templo del Cielo", comenta Lei Hong, nativo de Beijing y quien se ha dedicado a observar aves a lo largo de veinte años.

El invierno pasado sólo encontró dos o tres búhos en el jardín imperial, en contraste con los treinta y tantos que veía hace una década, lo que sugiere que la cadena alimenticia de los búhos pudo haberse roto.

Las autoridades del parque no han ofrecido estadísticas oficiales, pero otros ornitólogos concuerdan con Lei.

La expansión urbana, la falta de alimento y un medio ambiente deteriorado son factores que podrían estar menguando el número de aves migratorias que visitan Beijing de noviembre a abril, indica Zhao Xinru, asistente de profesor de Zoología en la Universidad Normal de Beijing.

"El Templo del Cielo debe ser un buen hábitat para las aves", dice Zhao, "porque tiene muchos cipreses altos con ramas gruesas, en donde les gusta posarse a los búhos".

Sin embargo, ahora "el jardín boscoso se ha convertido en una isla solitaria en una selva de concreto". Además, se han podado los árboles para que las ramas que caen no golpeen a los visitantes del parque, lo que dificulta a los búhos esconderse y dormir.

Por si fuera poco, una campaña de exterminio de ratas para proteger las antiguas edificaciones ha acabado con el alimento básico de los búhos, dice Zhao, miembro de la Sociedad Ornitológica de China.

Las aves escupen lo que no pueden digerir, eso posibilita rastrearlas. Lei ha encontrado más plumas que huesos de ratas en la saliva de los búhos.

Zhao advirtió que la reproducción de las aves también puede estar en problemas. Los búhos vuelan desde el norte para pasar el invierno en Beijing. Si el medio ambiente local se deteriora y cambia, habrá menos población que criar, y menos áreas de hibernación.

"No tenemos datos para apoyar esa hipótesis", añadió, "porque la investigación será larga y laboriosa, y requiere del trabajo solitario de los investigadores."

"Los estudios científicos necesitan la contribución de observadores de aves y de organizaciones civiles defensoras del medio ambiente", dijo.

Lei, de 59 años de edad, considera a los búhos como un "ave divina", no sólo porque ha inspirado a ingenieros a imitar su visión nocturna excepcional y su vuelo furtivo, sino también por su aspecto especial.

El observador afirma que es difícil distinguir el dorso de la cara porque las plumas son muy parecidas.

"De hecho, el búho era visto como el Ave Divina durante la dinastía Qing. En la Ciudad Prohibida, la corte incluso colocó un poste divino en cuya parte superior se ponía una vasija en la que se ofrecía alimento a los búhos. Esto atrajo paulatinamente a un gran número de aves que volaban por la ciudad imperial.

Sin embargo, los búhos son considerados como un ave de mal agüero por el grupo étnico han, el más grande de China. Un antiguo proverbio dice que "cuando el búho ulula, la muerte acecha". Para Lei, "sólo se trata de supersticiones".

OBSESIÓN POR LAS AVES

Lei es un ávido observador de aves y durante todo el año las busca por todo Beijing equipado con su telescopio y su cámara fotográfica. En dos o tres segundos puede identificar con facilidad varias especies por el sonido que producen. Atribuye su agudo sentido del oído a una década de tener aves enjauladas.

Lei recuerda que "en 1989 criaba 70 aves en mi balcón".

El apasionado de las aves acudía con frecuencia al mercado de aves de Beijing. "Compraba aves que no conocía, sin importar de dónde vinieran". Recuerda que un par de aves de Indonesia le costaron 60 yuanes, "mucho dinero para la década de los 90".

La jaula más grande que poseía, de 1.5 metros de ancho y 80 centímetros de alto, tenía tres tocones donde las aves podían posarse y descansar.

Cada verano, Lei lavaba la jaula con agua caliente y desinfectante. Leía mucho sobre aves e incluso aprendió habilidades de veterinaria. Si un ave se enfermaba, le preparaba la cura.

Incluso cuando estaba en casa, le gustaba observar a sus aves con binoculares porque le ayudaba a encontrar "detalles interesantes" cuando las aves dormitaban, se peleaban y se apareaban.

"Me deprimía mucho cuando morían", dice Lei, quien solía enterrarlas en sus macetas.

AVES IMPULSAN RENACIMIENTO

En 1996, leyó un artículo sobre Amigos de la Naturaleza, la primera organización no gubernamental defensora del medio ambiente en China. Lei escribió a su fundador y se convirtió en miembro al año siguiente.

La forma en la que se preocupaban por las aves fue una revelación. "Querían gente que observara a las aves en libertad. Las jaulas eran un pasatiempo egoísta que las lastimaba", reconoce Lei.

El aficionado se despidió de sus aves y las liberó. "Solté a las aves norteñas en los parques y solté a las sureñas en temporada de migración", recuerda Lei con lágrimas en los ojos.

Pese a ello, sintió que volvía a nacer. La nueva experiencia representó su oportunidad de regresar al ambiente natural, viajó por Beijing y las provincias aledañas para observar a las aves, incluso llegó hasta Xinjiang.

Le encanta fotografiar a las aves, sin importar el clima, los mosquitos o la incomodidad física. Logró fotografiar un avetoro amarillo antes de que hundiera su pico en el agua para atrapar un pez en un estanque.

La foto le ayudó a obtener reconocimiento de sitios web de avistamiento de aves.

Sus seguidores dicen que las fotos de Lei están "llenas de humanidad". A un urraca caminante le llama "un caballero inteligente"; describe a un gavilán en el agua como "tomándose un baño de agua fría", y para sus ojos, un nido del tamaño de un lavabo es una "mansión de pájaros".

"Su mundo es similar al nuestro," dice, "con alegría y dolor, con pobres y ricos".

En 2013, Lei renunció a su trabajo en una agencia de viajes y tuvo más tiempo para observar aves. Se ofreció para hacer encuestas de aves, dar charlas en colegios y se unió a un creciente grupo extranjero de observadores de aves.

El avistamiento de aves, no obstante, era poco conocido en China hasta la década de los 90.

En 1958, poco después de que Lei naciera, el gobierno central de China lanzó una campaña a nivel nacional para erradicar "cuatro plagas": las ratas, los gorriones, las moscas y los mosquitos.

La gente creía que los gorriones robaban el grano, y esto lo confirmaban los biólogos.

Ese año se mataron alrededor de 45.000 gorriones en Beijing en tres días, de acuerdo con una información publicada en el "Diario del Pueblo". Pero ante la falta de gorriones, las cucarachas empezaron a proliferar a principios de 1960.

En la década de los 90, el avistamiento de aves creció en Bejing y en otras grandes ciudades. Zhao Xinru notó que la parte continental de China tiene alrededor de 40 organizaciones especializadas en avistamiento de aves.

Terry Townshed, un británico que trabaja para una organización medioambiental, ha observado aves en Beijing durante cuatro años.

El observador se sorprendió al registrar 460 especies en la capital, a la que describe como "una estación de servicio" en la rutas de migración de aves.

El número de observadores de aves en China aún es relativamente bajo, pero considera que esa afición crecerá conforme la gente de China tenga más tiempo libre y más dinero.

Los años de observar aves lo han hecho admirar su estilo de vida libre y relajado. "Me permite concentrarme sin distracciones," dice Lei.

Lei alguna vez se percató de que un fotógrafo arrojaba piedras a los búhos para despertarlos en el día y a otros que tentaban a los pájaros con comida para poder tomarles una buena foto.

"Les gustan las fotos, no las aves", dice. "¿Cómo pueden imponer sus ideas a otra especie y alterar su estilo de vida?", comenta molesto. "Tal comportamiento viola la ley natural y tarde o temprano afectará nuestra propia existencia", advierte.  

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