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China atenúa meta del PIB para intensificar la reforma

Actualizado a las 07/03/2016 - 08:31
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BEIJING, 6 mar (Xinhua) -- "Lo blando vence a lo duro, la gentileza domina a la rigidez", afirmó Lao Tzu, filósofo chino, hace 2.500 años. Y ahora los líderes chinos han aplicado a fondo la antigua sabiduría en la batalla contra la desaceleración económica.

Al establecer la meta de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país en 2016 en un rango de entre el 6,5 y el 7 por ciento, en vez de fijar una cifra específica, el gobierno chino ha aplicado más flexibilidad en la gestión económica, dando margen para que la reforma estructural conduzca a un crecimiento a largo plazo.

Se trata de la primera vez en dos décadas en que China ha ofrecido un rango como objetivo de crecimiento anual, y el cambio en sí mismo es notable. Durante los últimos 30 años, la economía china ha disfrutado de un envidiable crecimiento, un ritmo que solía sobrepasar las metas oficiales.

Ningún país puede sostener un crecimiento a semejante velocidad para siempre, especialmente una economía de tan vasto tamaño y tan complicada como la china. La obsesión con una alta meta de crecimiento del PIB podría demorar la inevitable transición hacia un modelo más sostenible.

Adoptando un objetivo de crecimiento más flexible, el gobierno central ha enviado una fuerte señal a los funcionarios locales para que sean conscientes de que la cifra por sí sola no es lo que deben esforzarse en buscar. A fin de orientar la economía hacia un camino más sostenible, debe crearse un sistema de evaluación más dinámico, incluyendo normas de protección medioambiental para los gobiernos locales.

Ello, no obstante, no quiere decir que la meta deje de ser relevante. El 6,5 por ciento refleja la tasa mínima de crecimiento que se necesita durante los próximos cinco años para cumplir el objetivo de duplicar el PIB y los ingresos per cápita desde 2010 hasta 2020.

El 7 por ciento, ligeramente por encima de la tasa del 6,9 por ciento obtenida en 2015, elevaría la confianza si se alcanzara.

China, con su amplia variedad de herramientas políticas, no debería tener muchas dificultades para cumplir la meta mínima del 6,5 por ciento. Los tipos de interés siguen siendo altos en comparación con los de muchos países desarrollados, lo cual sugiere que existe margen para más estímulos monetarios en caso de necesidad. Mientras tanto, las políticas fiscales aún tienen que jugar un papel más importante, con el coeficiente de déficit listo para ser expandido.

La tasa de ahorro sigue siendo elevada, sugiriendo potencial para más consumo e inversión. Los niveles de ingresos están en ascenso, lo cual está dando lugar a una clase media emergente con un creciente poder adquisitivo.

Con una meta del PIB más flexible en mente, los gobiernos locales podrán enfocarse en las arduas tareas que tienen enfrente. Las viviendas vacías podrían suponer un riesgo para el sector inmobiliario, uno de los pilares económicos, mientras que la reestructuración de la industria podría producir una tasa de desempleo raramente vista en el país desde finales de los años 90, cuando la reforma de las empresas estatales dejó sin empleo a un gran número de trabajadores.

El reempleo de los trabajadores se convertirá en una de las principales tareas para muchos funcionarios locales, dado que el gobierno central ha declarado en repetidas ocasiones que mantener la tasa de empleo estable es una prioridad.

Afortunadamente, gracias a un sistema de bienestar social y unos cimientos económicos mucho más desarrollados hoy día, los problemas derivados de la industria se podrán abordar con menos dolor que en los años 90.

La flexibilidad también significa que la "mano invisible" del mercado puede jugar un papel más importante en la asignación de recursos. El gobierno debe aprovechar la oportunidad para continuar reduciendo los trámites burocráticos y desatando la vitalidad del sector privado, al tiempo que permite que la innovación prospere sin intervenciones innecesarias.

La economía china ha llegado a un punto donde la reforma se ha vuelto indispensable para sostener la prosperidad del país a largo plazo. Con el establecimiento de una meta del PIB flexible,

el gobierno ha dado otro paso hacia delante.

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