La construcción del muro en la frontera entre Estados Unidos y México, anunciada hoy por el presidente estadounidense, Donald Trump, tendrá impacto en Brasil, en la esfera comercial, económica y en el flujo migratorio entre ambos países.
"El anuncio de la construcción del muro, así como todas las medidas tomadas (por Trump) en sus primeros cinco días de gobierno (...) tendrán un impacto muy negativo en el comercio y la estabilidad política de todo el continente americano", incluido Brasil, dijo a Xinhua Mauricio Santoro, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ).
La construcción del muro es un mensaje directo a todos los países latinoamericanos y a la comunidad de latinos que residen en Estados Unidos y que representan el 20 por ciento de la población, explicó Santoro.
"Trump está lanzando un recado al continente, mostrándole que será tratado con mucha dureza y agresividad", dijo el académico, quien consideró que Estados Unidos concretará sus amenazas de expulsar a quien no tenga su situación regularizada en el país, sin renovar los permisos de residencia y con restricciones a los visados de trabajo.
Aunque Donald Trump no haya hecho ninguna referencia explícita a Brasil desde que ganó las elecciones presidenciales, sus políticas migratorias restrictivas de inmigración afectarán directamente al millón de brasileños que se calcula residen en territorio estadounidense.
"No todos los brasileños en Estados Unidos cuentan con una situación regularizada", señaló el docente carioca, al alertar que existe "la posibilidad real" que "se produzca una oleada en masa de deportaciones".
En opinión de Santoro, la repatriación forzada de brasileños puede afectar "de forma directa" a la economía de ciudades en estados como Minas Gerais o Goias que reciben remesas procedentes de los inmigrantes en Estados Unidos, las cuales son inyectadas después en la economía local, con inversiones en la hostelería y el pequeño comercio.
El docente de la UERJ prevé presiones políticas internas en Brasil si se concretan las expulsiones de brasileños de territorio estadounidense.
"Puede preverse que el Congreso empiece a presionar al (Palacio de) Itamaraty (ministerio de Relaciones Exteriores) y al gobierno para que se posicionen ante los Estados Unidos", expone el docente.
La respuesta del gobierno del presidente de Brasil, Michel Temer, es toda una incógnita, porque hasta la fecha ha intentado "no irritar" a la nueva administración Trump, señaló Santoro.
"El gobierno brasileño apuesta en el aumento de las exportaciones para sacar al país de la recesión y lo que quiere evitar es que Estados Unidos pueda aplicar alguna restricción importadora, como ya está ocurriendo con determinados productos procedentes de México o como ha sucedido esta semana con la suspensión durante 60 días de la importación de limones argentinos", añadió.
La decisión brasileña de no posicionarse públicamente y de optar por no hacer ningún movimiento diplomático ante las críticas de Donald Trump a México es "un gran error", afirmó.
"No es posible tener una posición cautelosa y cordial, porque los ataques de Trump son una agresión racista contra todo el continente, donde también se incluye Brasil, todos estamos en la misma situación, mexicanos, caribeños y brasileños", insistió el analista de la UERJ, quien espera una reacción "más fuerte", no sólo del gobierno de Temer, sino de "toda la opinión pública brasileña".
"El discurso más radical de los Estados Unidos es respetado por un sector de los medios de comunicación brasileños y por una parte de la sociedad, que nunca se han sentido sudamericanos, ya que se definen como brasileños, y no se ven representados en los ataques contra los latinos", sostuvo Santoro.
El gobierno brasileño, expuso el docente de la UERJ, "tiene la obligación" de defender a sus ciudadanos que residen en Estados Unidos, porque el discurso "xenófobo y exclusivista" de Trump está dando alas a "los racistas" y a los "radicales" para que actúen contra "todos los extranjeros".
Las personas negras y con rasgos indígenas que pueden ser detectadas como extranjeros, son, según Santoro, el principal blanco para los "grupos radicales" que, por primera vez en la historia moderna de Estados Unidos, cuentan con un presidente que "ideológicamente les da cobertura".