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Graduado de Yale ayuda a transformar un pueblo remoto (2)

Pueblo en Línea  2017:02:21.15:26

Puieblo Baiyun en la provincia de Hunan. [Foto de Wang Zhuangfei / China Daily]

Qin también se enfrentó a estas dudas la primera vez que trabajó como jefe de la aldea Hejiashan, condado de Hengshan, provincia de Hunan, en el año 2011.

Se duchaba por la mañana en verano, algo considerado como "un desperdicio de agua" por los aldeanos. Para adaptarse a la nueva vida y ganar la confianza de los aldeanos, llegó a dominar el dialecto local en tres meses y aprendió a fumar y beber, lo que ayudó a acercarse a la gente local.

"Antes de comenzar su trabajo, Qin habla con nosotros. Respeta nuestro estilo de vida y confiamos en él", dice Wang Guangli, jefe del pueblo Baiyun, con más de 3.000 personas con unos ingresos anuales de alrededor de 10.000 yuanes.

Durante su trabajo en el pueblo Hejiashan, Qin logró recaudar más de 800.000 yuanes en un año del gobierno y de donantes privados para infraestructura local, como la instalación de alumbrado público, la mejora de las instalaciones de riego y la organización de transporte escolar para los niños.

"Pero no es suficiente e insostenible. Al irse del pueblo, no habrá más donaciones", dice Qin.

Tres años más tarde, cuando su contrato terminó, rechazó una oferta de trabajo en el gobierno del condado de Hengshan y fue trasladado a Baiyun como jefe para continuar con su ambicioso plan.

En 2014, fue co-fundador de Serve For China, una organización sin ánimos de lucro con un grupo de graduados chinos de Yale y Harvard, para reclutar graduados universitarios chinos para trabajar en las aldeas afectadas por la pobreza. En 2016, Serve For China reclutó a los primeros 30 jóvenes chinos y Tan Tengjiao es uno de ellos.

El joven de 28 años del condado de Hengshan, provincia de Hunan, se graduó de la Universidad Renmin y trabajó como funcionario en la Oficina de Seguridad Pública de Changsha durante siete años.

"Estoy casado y tengo una hija de tres años. La vida estable como funcionario es una garantía. Fue una decisión difícil de tomar", dice Teng, que se unió a Qin en septiembre del año pasado.

"Primero, mi trabajo era aburrido y quería hacer algo difícil. En segundo lugar, el pago era tentador, 7.000 yuanes al mes, el doble que mi sueldo anterior", continúa. "Es una oportunidad digna."

Ellos ayudaron al pueblo a establecer una cooperativa rural en octubre del año pasado para producir y vender aceite de camelia comestible en línea.

"Los recursos locales son un gran tesoro. Se ha ignorado el valor de esos árboles de camelia durante mucho tiempo, pero ahora hacemos buen uso de ese recurso natural", dice Qin.

En enero, la cooperativa rural había generado más de 120.000 yuanes con la venta de aceite de camelia. Se han planificado ya tras ideas, como la construcción de una fábrica para la fabricación de productos secundarios como el jabón hecho a mano del aceite de camelia.

"El éxito de la fábrica va a atraer a los jóvenes del pueblo a regresar a su ciudad natal y trabajar para el pueblo", dice Qin, quien también es diputado a la Asamblea Popular en la ciudad de Hengyang.

Uno de los colaboradores de Serve For China es el gurú de los medios de comunicación Hong Huang, cuya idea original, Brand New China, se dedica a la promoción de los diseñadores chinos de ropa, muebles y artículos para el hogar.

"Estos jóvenes ven el valor de los pueblos. Ellos son un buen ejemplo para los jóvenes chinos", dice Hong, que ayudará a promover técnicas de bordado de la población étnica Miao de la provincia de Yunnan, un proyecto de Serve For China, para convertirse en una marca de moda.

Solo durmiendo cinco horas al día, Qin perdió 15 kg trabajando como oficial del pueblo. Uno de sus lugares favoritos es la azotea de su casa, donde lee, escucha música y observa la naturaleza. Su labor en Baiyun terminará este mes de octubre, pero Qin no quiere irse porque su trabajo con la cooperativa rural acaba de comenzar. Él viaja mucho en estos días para asistir a reuniones en el condado y para negociar con socios en Beijing y otras ciudades.

"Somos como una familia", dice Bin Hongying, un campesino de 70 años de Baiyun, que recogió a Qin en su motocicleta hace tres años, cuando llegó por primera vez al pueblo. "Él ha hecho mucho por nosotros. Esperamos que pueda encontrar una novia y casarse pronto".


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(Web editor: Elena G., Rocío Huang)

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